miércoles, 30 de mayo de 2007

Tipos de insomnio

Hay muchas e insistentes maneras de no dejar dormir al sueño, de recurrir con el pensamiento a recordar las maneras que tuvimos de equivocarnos. Eso produce rechazo, insistencia para quitarle comodidad a la propia edad de seguir vivo. Ésa podría ser una manera, porque la vida suele tener un sentimiento de culpa y cuatro cosas más.

Te vienen, en otras ocasiones, como con voz de sabio antiguo, los recuerdos antiguos, los que ya no sabes si son memoria o una manera que te inventaste para salir vivo ese instante. El hombre es uno y sus recuerdos, y se agolpan, te quitan el sueño y te obsequian con el insomnio que no es exactamente no tener sueño, es mucho más, como una falta de confianza por lo que has hecho. Ni lo entienden ese insomnio los médicos, ni tiene remedio, se te hace larga la noche, nada más, nada menos.

También en los insomnios, se te vienen de golpe el escándalo de haber tenido amores, cómo los derrumbaste y cómo se llevaron de ti tu cultura y tu manera particular, tu energía, tu propio espacio, la hermosa rendición de amar adrede, la voluntad de entregarse, susurrar por las noches para provocar un inefable insomnio, la magia exuberante del sexo hecho, la golosa lentitud de los adultos, cómo colocarse, precisamente para que el propio insomnio sea excitación siempre.

Hay unos insomnios muy molestos: los de no estarse quieto, no los arregla nadie, hasta tienen tal poder que evitan los dolores, mandan más, eliminan la sabiduría de tu propio cuerpo que le dices el sitio y te lo cambia adrede. Ya no sabes el hueco, quizá porque te falta precisamente hueco, la disponibilidad de tu cuerpo, su obediencia quizá porque le falta el espacio que le debe dejar otro cuerpo, el resumen de su mundo y su forma. Todo puede arreglarse con la fiebre amorosa de los cuerpos.


Ahí existe un cruce que no tiene cumbre sino repeticiones. Todo quizá en la vida puede mejorarse con esa especie de asombro y de compañía, no hay insomnio que valga, ni inquietud, ni recuerdo, ni memoria, queda entrega, historias ya cumplidas, lo que le dijimos a la vida y a cambio el pago del silencio de la vida.

Os confieso que me he empeñado que se me acaben los insomnios como sea, vamos a ver qué hacemos: anoche el sonido previo de una danza árabe; convencerme que las equivocaciones fueron también poso de aciertos luego; que mi casa, mi cama es un hallazgo de mi tiempo demasiado hermoso, me obliga en una especie de autogratitud al descanso; que lo que me parezca poco es demasiado; que me queda todavía una fortaleza verdadera porque siempre supe repartirla entre los demás tiernamente.

Si alguien fue capaz un día de quitarme el miedo a la noche, el insomnio al fin y al cabo es una mala noche a la que hay que perderle también el miedo. Voy a ver si soy muy imprudente y le planto cara a cualquier clase de insomnio: dejarme el libro abierto, que me espere pero que no sea insistente; huir de cualquier gesto de desánimo porque me traen a todas horas ánimo, desnudo y completo.

Prometo la cálida sensación de no volver a tener insomnio, en todo caso, demorar un poco el sueño para acordarme de mi mejor sueño en un gesto largo de aprendizaje y una deuda que no puede saldarse. Sólo con el sueño.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu lo has dicho:"demorar un poco el sueño para acordarme de mi mejor sueño en un gesto largo de aprendizaje y una deuda que no puede saldarse. Sólo con el sueño"

Me quedo con esta frase final tuya porque ahí lo resumes todo. Solo el sueño nos redime.

Un beso.

Fran dijo...

Sí, nos redimirá el sueño, el que tenemos cada vez y que se une por esa bella proximidad que crea el conocimiento y el respeto mutuo.

Un beso