sábado, 5 de mayo de 2007

La vida no me cunde

Si pudiera se lo diría con rencor a la propia vida, no me dejas vivir, no me cundes hace ya demasiado tiempo. Existe una necesidad propia de calidades en la vida más por lo que uno es que por lo que tiene, lo que tengo me bastaría, pero existen añadidos, avisos del dolor que viene cada día y yo no quiero aguantarlo, necesito dar los pasos largos, llegar a cualquier parte sin un falso cansancio, eso haría que me doliera menos la edad de los demás, que me quedara con la propia, que disfrutara más despacio los sueños.

Al no tener la calidad que necesito, que le exijo con rencor como he dicho a la vida, se me va deteriorando todo más deprisa, ya no son las cosas, los logros, mis propias aspiraciones, es hasta el tacto, hasta la memoria de cuando tenía otras calidades, me comía el día, si hacía falta de la noche hacía una prolongación del día, y ahora en cambio, la noche no la puedo evitar, la utilizo muchas veces para el llanto y nadie sabe lo que dura realmente el llanto, pero es muy cómodo llorar por las noches.

Tengo golpeadas las entrañas, se me hace casi todo difícil, tengo la actualidad de los dolores que aplacan, que hacen olvidar hasta las penas más antiguas, siento ya el peligro de no acordarme donde estaban mis fuerzas, la pena de perderlas, ahora utilizo la respiración a pleno pulmón, pero a pesar de ello se vacían deprisa mis moldes de resistencia.

Por eso escribo algunos días, porque es una forma de escaparme de la vida, del rencor que le tengo y de la necesidad de la misma, pero de otra manera. Por eso leo, lleva razón Nativel Preciado cuando dice que “hay una literatura para olvidar y otra para comprender”. Por lo visto yo solo la utilizo para el olvido. Hay calidades en la madurez, sabidurías que no puedo ejercer como una especie de resignación que huele a fracaso prematuro. No me importaría reconocer mis limitaciones, mi camino corto y quizá poco brillante, pero que la vida me deje al menos terminarla bien, en los huecos de sus brazos cual si se tratara de una mujer con la que quiero prolongar los besos, si al final se trata de la imposición de la muerte cuando llegue, pues quisiera esperarla, firme y poderoso para que venga a quitármelo todo, pero habiendo podido disfrutar de un final más decoroso, que este tiempo no sea un descuento por lesiones, el descuento lo admito y lo agradezco, frente a las lesiones me rebelo porque de eso, precisamente de eso no tuve nunca ninguna culpa.

Llevo ya tiempo que con tantos libros y tantas palabras propias y ajenas, me parecen ya una aduana inútil llena de preguntas luego que no sé responder. Si es más fácil, con lo poco que sé, que la vida me deje saberlo y vivirlo, y compartirlo pero más cálidamente, con sentimientos nuevos de diario hermosos y bellos, con sonrisas, con la forma que tengo de acercarme a la gente que es un timbre de gloria, un aviso, ahora llego, vamos a verlo todo, todo mucho mejor.

Así se me acabará el rencor, así tendré más paciencia cuando no me salgan ciertas cosas, así me sentiré igual de humilde y verdadero pero con calidades a las que tengo derecho. Quiero comerme la vida mirando a alguien, hablando con alguien, en mí casa con la energía propia como decía en otro sitio, o fuera donde explotan los días, fuera con la gente porque me gusta demasiado la gente. Mi instinto me obliga enseguida al sentimiento, a querer a alguien, contestar, qué tal estás, yo muy bien.

Tengo tantas cosas todavía que hacer, que el tiempo se me ensancha, me hace huecos, me deja sitios para cultivar mejor mis cultivos, pero para eso necesito que me cunda la vida, que me devuelva calidades que tuve hace años, cuando me cundía mucho la vida.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ojala sigas encontrando las ventanas adecuadas para contar esa parte de la vida que nos interesa a todos, esos rincones intimos que nos enseñas y esas últimas lecturas que te apasionan y que tu nos invitas a compartir

Fran dijo...

Esta es mi manera de asomarme al exterior con mi intimidad a cuestas y siempre es un placer compartirlo con quienes me leen