viernes, 18 de mayo de 2007

No lo asumo


Hay distintas maneras en la vida de encajar como entre rejas de uno mismo, límites que ésta te impone. Creo que existe antes que nada el derecho y el deber a la resistencia, puedes luego bajar los brazos a la altura de una altura cómoda –llamémosle un nivel contemplativo y tuyo- o seguir alzándolos como la búsqueda de un reencuentro de lo que tenías para ver si puedes todavía fascinarte ante lo que parece imposible. En suma, asumir o no querer hacerlo.

Yo me escondí bastante cuando la vida me puso la primera barrera detrás de algunos libros, viví a fondo las ficciones ajenas, me las fui creyendo para poder reconstruirlas como si fueran propias. Era mi tarjeta de visita porque lleva razón Juan Cruz: “la ficción es un modo de visitar la vida. La realidad da más rabia.” A mí me daba tanta rabia que no me la creía, el verbo asumir no estaba en mi diccionario, la derrota o el fracaso, menos, e interrumpir la propia vida no tenía otro nombre que hacerse viejo, más bien asumir que ya eres viejo.

En cuanto pude me fui a ver la calle, los mismos sitios eran lugares de entusiasmo, los reencuentros parecían historias de amor nuevas, y esas calles que no dejan ver la calle me admiraban porque por ellas transcurrían gentes con su misterio pero que yo pensaba no tenían nada que asumir. Iban de chaqueta limpia, manos en el gobierno de los afectos de otras manos, parecían todos sin defectos, si hablaba con ellos andaban insaciables de palabras y actitudes, todo nuevo o al menos todo cómo lo tenían antes.

No nos planteamos demasiado tener las cosas como antes, quizá sólo lo piensas luego, aunque hubieran fracasos, desganas, rutinas prolongadas, esperas de fin de semana, pero como antes. No somos capaces de pensar que algo de pronto te limite lo que tenías normalmente, pero ocurre, te llega y te vence, derrota las partes más blandas que tenías, se hace con ellas en forma de aviso, de advertencia, ya no puedes, ya no puedes.

Siendo la misma persona me encontré de golpe, eso, con el límite, pasé su desarrollo, me trajeron el dolor, que sin embargo forma parte de la vida. Bueno, pues dentro de esa nueva unidad, con pases de resistencia quiero seguir haciendo lo que hacía. Ni una cosa de menos, es ésa mi osadía, mi forma de resistencia, mi guerra íntima, mi autoestima, mi confianza.

Si alguien se atreve a advertirme, es que no puedes, no lo ves que no puedes, le pondré tiernamente mi mirada donde tenga su mirada, le mentiré, impondré ese dominio, ese relato, esa ficción que me encuentro cada día, esa forma de visitar la vida. Dejaré a ratos los libros en la mesa, y eso que fueron ellos los que me enseñaron a vivir lo que he aprendido para poder vivir; levantaré mi rostro, alzaré mis brazos, negaré las conveniencias y seguiré buscando e intentando lo mismo que tenía antes.

Ante esa circunstancia seré obsceno y obstinado, reinventaré estar como estaba antes, de cero a diez como en una encuesta por teléfono me calificaré con diez. Viviré si es preciso sólo con la vida, con la vida que me fabriqué, que tenía antes, así me sentiré más fuerte, cambiaré resistencia por la ignorancia de una escasez de algo que tuve.

Y por último me echaré a correr 42,195 Km. igual que lo hice antes. Que nadie venga ya a esperarme a la meta, me bastaré yo solo, por eso no lo asumo ni lo asumiré nunca. Me lo prometo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

En la condición humana existen los límites exógenos y los endógenos.

Los primeros surgen ajenos a nosotros, sin esperarlos, son el dolor, la frutración, los miedos, los errores, las limitaciones, la enfermedad, etc. etc.

Los segundos son los que nos imponenmos nosotros, los que van inherentes a nuestra persona y son éstos los que debemos organizar para que las barreras exteriores puedan ser saltadas.

No quieras asumirlo, no pongas límites endógenos, no te niegues y salta todas esas barreras que pretenden atenazarte. Sé que puedes, es tu condición de corredor de fondo.

También sé que me entiendes.

Un beso, sigue adelante.

Fran dijo...

Tu respuesta además de ser precisa y preciosa tiene una dosis importante a la vez de sabiduría y afecto.

Pocos límites que dependen de mí, me impongo yo mismo, me puedo sentir orgulloso de ello. Seguiré haciéndolo y cuando notes en algún escrito mío pena o dolor, también esa barrera la saltaré con rabia, con coraje, el mismo que ponía para llegar a una meta de corredor de fondo.

Gracias por todo.

Lila dijo...

En lo que escribes es difícil dejar un comentario, son tan intimas tus palabras y al mismo tiempo un espejo en que nos podemos ver muchos.

Solo agregar que este es precioso...

Un beso.

Fran dijo...

Esperanza, me ayudas, aquí, ahora, que no me lee nadie voy a tener que saltar de nuevo los mismos límites.

Si dejas de ver mis letras, no te vayas, volveré, venceré como dijo Bolboreta los límites exógenos con la fuerza que siempre tuve que está quí, repartida entre estas letras.

Gracias por venir aquí a leerme.