miércoles, 7 de mayo de 2008

VIERNES SANTO


Por Limón Ceutí


Ayer fue Viernes Santo. Pero se me pasó la hora en que se dice y se conmemora la muerte del Señor.-”el señor” ese de la mamá que decía mi hermano pequeño.

Y en la quietud de la aldea y a la hora de siesta mora, me vino a la memoria el rito que nos gastábamos en la casa-prisión de la Plaza de América cuando aún me crecían los dientes.

Comíamos sin cruzar palabra alguna unos con otros que no fuera de reproche, como cualquier familia cristiana. Y, al dar el reloj la tres del Viernes Santo, la mamá se levantaba, entre imperativa y lastimera y nos hacía gesto, un ademán de seguirla al dormitorio.

Allí nos arrodillábamos los tres vástagos, al pie de su cama, dando cara a un crucifijo de plata sobre damasco morao. Y mi madre nos decía que debíamos pedir tres cosas, con la garantía absoluta de obtener una.

De muy pequeños, hacía de apuntador, poco menos que nos dictaba las súplicas –en las que venía siempre involucrada en su provecho. Más adelante, ya no. Quedaba a nuestro libre albedrío. Yo pedía tres veces lo mismo, por ver de amarrar la gracia. Y con los años, me he dado cuenta de que era una especie de chantaje, juego sucio al fin y al cabo.

Ni falta hace decir que el papé quedaba siempre excluido de toda esta fanfarria de exorcismos y conjuros, más propios de aquelarre de brujas que de gente en sus cabales.


Ahora, hace mucho que no pido nada. Se me da de balde. A más de que pedir es inmoral y contraproducente, blasfemar del Universo. El bien está en desear, echar de menos; si lo logras lo malogras. ¡Ay de aquellos cuyos deseos se cumplen!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando llegamos a mayores, parece que se ven las cosas más clara pero aun así, siempre llega un momento en el cual, no tenemos donde agarrarnos y sin darnos cuenta pedimos y a veces hasta suplicamos pero nos cuesta reconocerlos, al menos a mi.
Querido amigo, muchas personas recordamos aquel tiempo, yo lo recuerdo con cariño, una veces, otras con rabia pero como dice la canción, cualquier tiempo pasado fue mejor.

Un besote y siga usted compartiendo esos bellos recuerdos

Anónimo dijo...

Crecí y me "medio eduqué" en un colegio de monjas que se dice ahora, bueno en dos, el primero eran teresianas, (¡¡Dios Mío!! no digo más)el segundo, completamente diferente. En el intermedio, libre como un pájaro, con un maravilloso profesor particular que me enseñó a amar todo lo que se refiere al arte y a las letras, y sobre todo me enseñó a estudiar. En mi segundo periodo monjil, seguía con este señor y cuando murió fué como si perdiera algo de mi educación muy importante.
Ahora no voy a misa, ni siquiera creo que la Iglesia Catolica lleve la razón, (no lo he creido nunca)
recuerdo esos Viernes cuando había que hacer las 7 visitas, de la mano de mis padres,creo que nos aburria a todos, pero..... habia que hacerlo.
Ni siquiera me gustan las procesiones, me parece tan......masoquista.
Culturalmente, estupendo, religiosamente hablando, ¿hay alguna religión más triste que la nuestra?
Garanza

Anónimo dijo...

Leyendo las respuestas, sale a la luz también mi educación: diez años de Dominicos, Garanza, son muchos años.

Y sobre todo esa educación judeo cristiana en que si uno no destroza las entretelas de cualquier goce, ya no vale, ya está falto de sacrificio.

Mejor no echar más cuentas ni más recuerdos. Aquí no venimos solo a sufrir, sea cual sea el manto religioso que llevemos.

Firmado: errortotal

Anónimo dijo...

Los comentarios me alejan, quizas fui una privilegiada, en ese sentido, porq si me acerq al Señor, debio de ser por esa FE q aun persiste en mi, pensareis falta de confianza en si misma, no se, no lo creo, solo la forma de haber sido educada y mi libertad a ultranza.
Hay religiones màs severas y llenas de incompatibilidad con la libertad.
Besos maria dolores.