lunes, 19 de mayo de 2008

Hiciste feliz al "colmenero"


A “Limón Ceutí”

Me escribiste que entre los dos, Limón Ceutí, ha arrancado una “colaboración provechosa.” Haz memoria: la empezaste con un libro, asombrado de tu audacia, que “regalarle un libro a un librero es como venderle miel al colmenero”. Pues entre medio de los dos ha surgido el vértigo irremediable de la palabra, un vicio que tenemos ambos desde siempre, yo la dejo mezclada en la red con el alimento inmediato de la respuesta, y tú conservas tus más de ochocientos relatos en los escasos metros cuadrados de tu casa.

Si audacia fue regalarme aquel libro, esta vez, sin embargo me has traído al señorito Umbral, engreído y agresivo, escribiendo el mejor castellano de los últimos cincuenta años, donde ha juntado esta vez su editor, ya muerto Umbral, sus “Hojas de Madrid”, los papeles sueltos de la cultura y la miseria de ésa ciudad que él se sabía, hasta el fondo. Una joya: ocho libros, que ellos sueltos reposaban ya en las estanterías de mi casa, que se han ido haciendo viejos, buen amigo –y digo buen amigo porque es lo más hermoso que un hombre le puede decir a otro hombre. Su final los dos lo sabemos: lo leíste un día en mi página en la red acércate a los libros: esa piel de mi piel terminará en manos de un librero de viejo, son los únicos que compran los libros y con ellos la historia de quien los tuvo. Te dije que no me importaba, que quizá mis hijos podrían así entender porque sus padres se hicieron antes viejos leyéndolos.

Me regalaste la otra mañana “Hojas de Madrid”. Lo tengo puesto y las estoy releyendo donde más horas estoy delante porque el mismo Umbral ya lo dijo que “afortunadamente la literatura no tiene jubilación”. Yo tampoco tengo tiempo –me parece que ninguno de los dos, para jubilarme de nada, sólo retirarme o que me retire de la vida. Dejaré poca sombra, porque lo único que he hecho ha sido ir entendiéndome con los libros que voy leyendo. Ahora me queda como si fuera una prisa que devuelve la infancia, la magistral y perfecta definición de Azorín, asimilada por el propio Umbral: “la literatura está en el adjetivo.” Por eso me suelo bastar con el adjetivo, las metáforas que se le escapaban a Umbral sin quererlo.

Me dijiste alguna vez, amigo, leyendo algún escrito mío, que voy a decir las cosas y no las digo, es que duele decirlas, que sepan los demás que tienes el derecho de sentirlas. Hasta he tenido que escribir en estas páginas lo que el propio Umbral asegura: “el hijo se pierde siempre, en la vida o en la muerte”. Voy teniendo que decir, mezclados de silencio, los más mínimos secretos. Junto a la audacia, el descaro, que todo el que nos lee ha de permitirnos, el ápice del sufrimiento de haber sabido ya de la vida sus más íntimos secretos.

Te da las gracias “el colmenero” porque fuiste a buscarme un libro bien reciente y que yo mismo no encontraba. Hago con él, con todo el derecho, lo que hago tantas veces: dejarlo cerca abierto, boca abajo sus letras, boca arriba mi ansia de leerlas. Jun Cruz me dijo un día: “eres los libros que has leído”. Pero no sé lo que pasa, dejé mi vida en ellos y no me la han devuelto. Me quedo pues, con la sugestión que tienen los libros para esforzarme entre ellos.

Por eso, Limón Ceutí, que trajiste junto al libro de Umbral, mi deseo de tenerlo, tendré que hacer lo mismo contigo aquello que hago con él tantas veces, seguir cada vez que estamos juntos explicándonos ese cariño suave y milenario como el aviso del final de algo que tiene adherido su principio.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido amigo, es difícil halagar a un amigo, darle las gracias, por que si ya se tiene como amigo, es que lo tiene todo para ti, me alegro, Fran, que haya logrado ese libro que tanto significaba para usted.
Una fotografía en plena juventud, aunque yo creo que siempre fue mayor, recuerdo infinidades de entrevista y la verdad, usted lo ha descrito a la perfección, serio y a la vez rebelde, con las ideas muy clara, la sonrisa leve pero burlona y el cambio de humor a flor de piel, ah, podremos leer esos textos de su amigo?

Un besote doble, uno para usted y otro para su queridísimo amigo.
Ley.

Fran dijo...

Sobra todo pues con los amigos, llevas razón. Te acercas y basta.

Umbral no tuvo ni juventud ni madurez, se enamoró de muy joven del castellano y puso en práctica ese amor para beneficio de todos los que le leímos.

En tus respuesta siempre hay una dosis de comprensión y de cariño que no son habituales en estas páginas.

No están a la altura muchas, dice mi amigo, tú siempre lo estás de eso que hablábamos: la amistad con toda la grandeza de la palabra.

Gracias

Anónimo dijo...

Hola Fran: Mi ausencia se ha prolongado ,he leido tu blog,siempre es un placer leerte.
Hoy te dejo algo que me acompaña.

"Y por eso es tan importante estar solo
y atento cuando uno está triste:
porque el momento
aparentemente carente de acontecimientos e inmóvil
está mucho mas cerca de la vida
que aquel otro momento ruidoso y casual
en el que la vida nos pasa como desde afuera."

-Rainer María Rilke-
Un abrazo .
Ana

Fran dijo...

Gracias por el poema de Rilke, pero gracias por estar aquí de nuevo. En este momento, en este escritorio públco, era la persona que más deseaba.

Estoy convencido que estrás muy bien.

Bienvenida a tu casa, amiga.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Para Limón Ceutí

¡¡Que dificil es conocer (en lo que en lectura se refiere) los gustos de los demás!!
Para mí, que me encanta hacer regalos, pequeños detalles de esos que significan mucho más que el valor que tienen,... si una cosa me resulta dificil es regalar un libro.
Hay que ser muy amigo de su amigo, conocerle mucho para dar con el libro exacto, con esa joyita que la otra persona recibe como un tesoro.
Y Fran ha recibido ese libro como su tesoro particular.
¡¡Que lo disfrutes Fran, !!
Estoy mas que segura que lo harás, cada letra , cada punto y cada coma, y sobre todo viniendo de un amigo más que amigo, un compañero de por vida.
Un besahuecos lleno de letras de colores.
Garanza

Fran dijo...

Fíjate si estoy de acuerdo contigo, Garanza, que en mi página literaria donde cada mes deposito nueve reseñas de libros escogidos, jamás ninguno de ellos me atrevo a recomendárselo a nadie –ni en las cartas previas que envío. Me limito a sugerir lo que considero buena literatura en mi opinión.

Pero en este caso, como bien has deducido por el texto, alguien muy cerca de mi –atractivo hasta el máximo, me robó lo que dejé suelto, ha puesto en mis manos esas “Hojas de Madrid” de Umbral que acaricio cada día. ¿Sabes cómo? Son palabras del propio Umbral: como “el instante de un seno desnudo”.

Lo disfruto, Garanza, y lo leo cada mañana un rato con una lentitud pasmosa. La belleza de su portada me acompañará con tu “besahuecos lleno de letras de colores.” El mío es en reposo, leyéndolo.