martes, 13 de mayo de 2008

Lo que amo, lo que extraño


Leo de mañana para que me quede más tiempo para leer. Escucho los Adagios de Bach, sus conciertos de Brandemburgo, o confundido en el aire la voz de Pavarotti como un placer proporcional a la intensidad del deseo que crece con el tiempo de la privación. O una romanza de Sara Brigthman. Qué más dará para culminar una pasión triste, escapada o por nacer, qué más dará si no lo sé ni yo. Esa mañana empieza, como cada mañana –lo que ocurre es que lo cuento menos, como una cosecha de vértigos, un hedonismo de la calidad que siempre busco.

Alguna vez repetí las palabras de San Agustín que me recordó Marina “cada uno es lo que ama”. Amo mi deseo, mi amanecer donde empiezo con el sueño incompleto, con horas por dormirlas, pero es que me espera alguien: hoy lo fue una novela en Cagliari, un diamante tallado que me viene a la palabra que todavía tengo suelta y no sé si pronunciarla: “Si no he de conocerte nunca, haz al menos que te extrañe.”

Tengo el empeño inagotable de desear los deseos, como un ejemplo de humanidad que me trazo cada vez. No quiero un punto final por muy cerca que tenga para raya de término. Quiero obrar, apalabrar con los demás cómo va a ser esto, si todo es cosa del sueño o es mi propio deseo. O mi temperamento, término de arranque y de freno, como se formaron las páginas de este privilegio, igual que cada mañana leyendo, cada vez escribiendo.

Buscando el placer que quiero, amando lo que tuvo ese signo y esa relevancia, necesito siempre lo que me permita plantar la tienda de mis deseos, despacharlos de mañana, satisfacerlos con la palabra luego, enhebrarlos en el sueño del comienzo cuando todavía no tengo del todo sueño. Quiero además la pasión que incita al recelo, al conflicto cuando falta precisamente la pasión.

Por eso cuando se me termina el día y me llega de verdad el sueño, me viene a la memoria aquello de Ortega: la felicidad es como dormirse. Y añadiría porque te despiertas luego, comienzas otra mañana para tener tiempo y enseguida no saber qué hacer con él luego. Una vez bien despierto el reto casi olímpico ya de tener deseo, de ser lo que amo, de al menos que en mi vida siempre tenga algo de extraño, alguien a quién extrañar, como un enamorado del ocio y la palabra.

Valiente y verdadero cada mañana pronto, me ahogo entre los libros, me atormenta saberlos y no haberlos leído todavía. Acoplado a la música no menos poderosa que sé que tengo, que escucho, que recuerdo. Soy yo mismo entonces, sin contárselo a nadie, derecho a mi acabar y consumir, todo entero, apenas viejo, sin aspirar a premio, dejo esto aquí suelto, para que llegue luego y sigan en su sitio la música y los libros, las imágenes que cada día estampan las pulgadas del escenario en donde escribo.

Se me queda todo quieto, buscando un equilibrio que no tengo, el guión de una seducción que podría ser un arte si supiera hacerlo. De momento, al menos lo que amo, lo que extraño.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay muchas formas de extrañar, en las noches solitarias y tristes al verte sola, sola en metàfora, un decir, ya q el amor se resiste abandonarme, pero se extraña no tenerlo al alcance de la mano....un decir, se ama tanto y tantas cosas, q siempre hay una cosa q nos falta, el tacto,el olfato,el oido porq la vista aùn en plena oscuridad existen esas sombras q una misma construye..para tropezar con el amor,los deseos y los besos q vuela como aureola q corona mi vida.
Le extraño...
Besos maria dolores.

Fran dijo...

Yo también echo en falta tus respuestas. Aquí tienes tu casa, en este escritorio que ya tiene 3 años de vida.

Se ama tanto, es verdad que tenemos ausencias, fallos en la memoria del corazón, maría dolores.

Me quedo con tus palabfras finales: "tropezar con el amor, los deseos y los besos que vuela como aureola que corona mi vida."

Seguiremos tropezando.

Un beso de Fran

Anónimo dijo...

El deseo de las cosas esperadas no es menos deseo si se cumplen.
Yo creo que desear no es malo al contrario el deseo crea ilusiones y las ilusiones crean esperanzas y las esperanzas son el motor de nuestras vidas.
No dejes de desear Fran, un buen libro, un buen dia, un paseo por la orilla del mar, o la sonrisa de alguien especial, unos dedos raudos sobre unos hilos que hacen maravillas, un abrazo añorado y esperado que ahora es realidad.... dentro de poco tus niñas, esas de tus genes, ya viene el verano.
¡¡ Que suerte Fran!! cuantas cosas tienes por recibir y por esperar.
¡¡Cuantos huecos vas a rellenar Fran!!
un besahuecos lleno de esperanzas
Garanza

Fran dijo...

Me pasa muchas veces con tus respuestas tienes claridad e infudes confianza que los deseos cumplidos sean también dicha.

Tengo muchos es cierto, y todos son muy válidos. A ver si llega el verano y recupero unos días a una hija que su hogar es el mundo y dos gemelas, que me miran diferente pero tienen la bondad y la ternura conmigo a raudales.

Un besahuecos, siempre.

Anónimo dijo...

“Si no he de conocerte nunca, haz al menos que te extrañe.”

Fran, esta frase me recuerda, algo que siempre pido a los amigos, no te vayas hasta que sepas quien soy, después márchate, si lo deseas pero sé que ya no me olvidarás.

Es fácil tenerle envidia sana, ya me agradaría amanecer paseando, leyendo y escuchando buena música, no está nada mal, seguro que se lo ganó a pulso y hoy disfruta su recompensa.

Mis felicitaciones, Fran, ya veo que esto se va convirtiendo en un duelo entre dos plumas de oro, espero que el duelo no sea otro que una mirada entre profesionales y un caluroso abrazo.

Un besote, Ley.

Fran dijo...

Esa frase es real en la vida, la pedimos muchas veces y a ti por lo que cuentas también.

Dices bien. hay que conocerse mutuamente las personas con buen ánimo y estilo y dejar que el tiempo haga lo demás.

No hay duelos en mi escritorio gente que escribe, que la respeto y me respeta y tú tienes todo el derecho del mundo, el mejor sitio posible de estar aquí.

Mis besos para apoyarse.