viernes, 23 de mayo de 2008

Argumento: la calma del tiempo cero


Esa es la vida que quiero cerca para compensar ese otro tiempo que ya no tengo. Ahora he de buscar insistentemente una calma y una serenidad que nada me lo enturbie. Me he traído hasta aquí, nada menos, los libros que siempre llevé en la mano, la manera de subrayarlos sin que nadie pudiera notarlo luego, hasta parecían sin leerlos y conmigo me producían riqueza y prosperidad. Darle la razón a mi padre, se la tuve que dar: en la Facultad de viajante y de profesión “el pequeño lee”.

Por eso hace poco respondía en mi escritorio lo que tantas veces he predicado: la necesidad, el vicio de tener palabras donde saber darlas y que te enseñen a pedirlas. Eso lleva –adjetivos por en medio, a calma cero, al derecho del recuerdo. No es un sueño el recuerdo, es la aparición con los ojos abiertos de lo que hicimos, de nuevo, de lo que tuvimos, te llevan y te traen: unos ojos asombrados y brillantes; una axila difícil de mejorar su posición y su belleza; un empeño de ganarme cada vez la postura que puede provocar el silencio, con caracteres escritos como un invento nuevo para la mecanografía. Una manera de imponer la riqueza y la necesidad de ese silencio.

Necesito pues, luego de los recuerdos, entrar en el presente muy vivo, el que me palpita todos los días entre los dedos, las ganas de la calma, la posibilidad de llorar de nuevo porque me cuesta llorar cada vez menos y el llanto deshace nudos nerviosos que tenemos dentro, los conflictos que traen a veces un simple momento porque sin ellos sería síntoma de que no teníamos ya ni identidad ni sentido, ni vida, ni ganas de tener vida, y yo la necesito para que el argumento de la calma del tiempo cero me deje escribir luego.

No tendría escritura posible, me quedaría quieto, dejaría de ser, se me acabaría mi capacidad de arriesgarme en cada escrito con lo que yo más quiero en ese momento. Cada instante en que empiezo un momento soñado sin sueño porque quiero llenarme como un vaso de vino con la satisfacción propia que ya no me lo quitará nadie. Que lo entienda cualquiera que me lea: tengo el egoísmo de la escritura lenta, de haberme quedado con los sueños porque los sueños están dónde y cómo los tuvimos, un traje que ya era viejo y lo gastamos aún a tiempo. Si he contado los sueños es lo más parecido a lo que haya ocurrido.

La calma definitiva es que me pille a mí dentro, dentro de mí mismo como una especie de desconocimiento que estoy averiguando para explicarlo luego. Quiero saber definitivamente donde queda el sitio más decente para hacerlo depués indecente; el hueco en que un grito sea una llamada donde sentirse dentro, sea estar bien en el acto; un estado previo a mi propio lenguaje pero sabiendo que ese vicio va a ser incurable.
Así debe de ser, así me la imagino: estar en un bar de ambiente y quedarse con la vida, el coloquio que antes o después siempre tienen las caricias, que ya no se escape nada cada día como un rito obligado para poder vivir otro día, retrasarse un poco en la salida y eso que la vida no tiene salida.

Tiempo que carece de número con el propósito de conseguir un poco más de tiempo para no perder intensidad y ganas de olvidarse de contarlo. Todo mío para que pueda parecer como en voz del poeta Colinas : “Hoy parece que el tiempo/aún se anula más/ y que es mi libertad recuperada.”

Ése es el argumento.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno es dar cuando nos piden; pero mejor es dar sin que nos pidan, como buenos entendedores.
Lo dijo Khalil Gribran Tu Fran,nos das el aliento de la palabras bien puesta ,a su debido tiempo.
Un abrazo.
Ana

Anónimo dijo...

Querido fran, la calma es algo que todos necesitamos pero en el fondo la despreciamo por que pensamos que con ella llegarán las limitaciones y no podemos permitir que nada nos limite, nos condicione.
Fran, es tan fácil engancharse a sus letras, que temo que le halla caído una de sus peores lentoras para toda su esistencia.
Un besote, Ley.

Fran dijo...

Y tu presencia Ana desde el primer momento que entraste en este escritorio con palabras de cariño para mí, tuviste no sólo mi respuesta, sino el agradecimiento de quién solo te conocía por el cariño que aquí derramabas.

Es un placer tenerte. Espero que un día, abriendo este escritorio, alguien sepa que estás aquí de nuevo.

Un abrazo con mi mejor calma.

Fran dijo...

Querida Leyla, necesito calma y comprensión como nos hace falta a todos. Muchas cosas nos limitan, son inevitables.

No te quiero que te enganches a mis letras, te agradezco mucho, sinceramente que las leas y si lo sigues haciendo te consideraré una excelente lectora.

Gracias.

Otro besote

Anónimo dijo...

Fran querido, inevitablemente la vida, la edad, las circunstancias nos invitan a la pausa, al reposo, incluso a la reflexión producto de un desgaste de la vida, hay de alguna forma una manera de aceptación y aunque a veces nos resulte difícil resistirse no hay nada mejor que dejarse llevar por sentimiento de la aceptación. Vivir en la forma de lo que tenemos más cercano de alguna menera nos conforma para entender que lo importante es el presente.

Mi cariño,
María

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Fran dijo...

María en eso estoy en buscar esa calma, esa pausa, ese reposo disfrutar con mis palabras que se acerquen las personas que quiero.

Tus comentarios siempre tiene una gran dosis de cariño. Si me falta un día iré a buscarlo. Ya sabes que conozco el camino.Todavía me auerdo.

Un beso

Anónimo dijo...

Querido Fran, aquí tienes abierto un castillo pintado de colores a tu entera disposición. No dejes de venir cuando te apetezca, cuando necesites de mí, o en cualquier caso. Si cuando nos crucemos la mirada nos vemos, te podrás perder y volver a encontrar y siempre me volverás a encontrar.

María

Fran dijo...

Ya sé que tus palabras, María, son sinceras. Conozco el camino pero deseo para ti que hayas rehecho una vida y puedas vivir con la calma que todos necesitamos.

Un beso y esa mirada que un día te dejé. Fue noble y hermoso.

Anónimo dijo...

La vida es una sucesión de momentos, de hechos y de sueños, la vida es...vida!(valga la redundancia) La vida es lo que dejamos en el camino, la vida es lo que tenemos, la vida es la ilusión de lo que vendrá, es lo onírico, la vida es la mano tendida, la sonrisa puesta e incluso la vida es exponer la nostalgía, el alma rendida el mejor de los equipajes posibles la generosidad y nobleza.¡Eso es vida! Si lo aderezamos con sexo, ternura y unas fresas con nata nos resulta más hedonista
(Es un suponer)

Cuídateme,
María

Anónimo dijo...

El tiempo no pasa nunca, el tiempo es algo teórico, somos nosotros los que nos pasamos, el tiempo siempre está ahí, las canas nos salen a nosotros, las arrugas, un pequeño o gran dolor, un alegria o una pena, nos pasa a nosotros no al tiempo, somos nosotros los que perdemos o no ese camino que tenemos por delante, finito, aunque nos cueste creelo, si finito, pero somos nosotros los finitos, no el tiempo, el tiempo es eterno.
Creo que me he puesto demasiado trascendental, aisssssss.
un besahuecos con todo el tiempo del mundo.
Garanza

Fran dijo...

Pasamos nosotros, Garanza, es cierto, pero tú me lees muchas veces y sabes que tengo el vicio lento de la escritura, con él dejo que vengan esas cosas: las arrugas, las penas, las alegrías y los dolores que son un empeño y poder contarlos luego.

Me gustaría, es suficiente, devolverte a tiempo ese besahuecos trascendal.

Anónimo dijo...

Jamas se nos acabarà el tiempo, el mora dentro de nosotros y lo esprimimos como limòm maduro o lima para aportar al mojito, ese agridulce menudito, pero lleno de aroma.Tù desfruta con tus letras, los demas leyendote, y sacando ese sabor amargo y dulce q aporta el amor.No es tiempo perdido compartir los sueños y las realidades q alcanzan nuestras manos.Llenamos una vida y recibimos otra.
Besos maria dolores.