viernes, 31 de agosto de 2007

La soledad que me queda

Hace días leyendo algún comentario a este rincón virtual mío donde caben tantas cosas: besos, maneras de estar, desesperos y alguna forma de sueño, me decían, poco menos, que era eso, como el título, un privilegio, mostrarse allí desnudo en mitad del albero. Pues lo pienso seguir haciendo –y van llegando cada vez más lejos mis palabras por lo que veo- mientras me quede ese rincón de soledad quizá mal entendida, una equivocación, una felicidad del momento, dos “transilium” y no poder dormir una noche, o intentar quince veces una conexión sin cables quizá porque me habían quitado hacía un rato casi todos los cables.

Voy a seguir haciéndolo hasta que me quede la impresión de eternidad cuando miro a las mujeres, la inquietud todavía libre en las regiones más septentrionales, la necesidad de que me sigan infiltrando ilusiones porque jamás se me terminarán las ilusiones, mecanismos de las cosas por saber, instantes de verdades que duraron sólo eso, instantes.

Lo he dicho muchas veces: no me voy a quedar ya con el silencio. Si es preciso, como hacía de niño recitaré mis sentimientos como versos aprendidos, versos dichos en voz alta cuando dormía, sólo, con dos cuartos a los lados, uno el del padre, otro el de la madre, dignidades sociales que nunca podían entonces separarse.

Arrastro tantas cosas, que hice mal en callármelas. Y ahora ya muy tarde, 71 años después he venido, estoy viniendo a decíroslas como consecuencia de esa cita de Umbral que le he leído a Inés Matute: “Hay una voz, la voz de la agonía, que/ la llevamos dentro toda la vida;”…Pues esa voz, esa agonía, esa soledad que os contaba ya no puedo llevarla más tiempo dentro.

Puestos a contar todavía no me acuerdo muy bien si supe lo que es la pasión, por eso ahora ando imaginándomela a todas horas, sin censuras ni carencias. Me tengo ya que imaginar lo que debía a ser con veinte años jadear, jurar y llorar con una mujer dentro, porque no hay que penetrar a las mujeres, nos llevan todas dentro, no nos engañemos. Jugamos a su antojo voluntariamente porque saben más lujuria, más formas de ponerse, más sabidurías alojadas desde cada punto de entrada.

Quiero vivir lo que me quede con los dedos sobre el trigo de la rabadilla de la soledad bien entendida. Quiero escribir lo que aquí quede sin vergüenza porque ya me vendrá la vergüenza luego cuando lo lea, cuando se me escapen las hojas del periódico anterior de mi vida en los años años que escribía en los periódicos. Quiero dejar la estupidez fuera de lo que piensen los demás, hay quién ni me piensa, ni me considera, ni me cuenta, me dejan estar en la soledad, que yo mismo les exijo porque bien poco me dan en su lugar.

Quiero la autonomía de los viejos que no se han hecho viejos, mirar todavía los pechos sólidos, redondos y erguidos que tienen todas las mujeres que miro. Cinco segundos de agrado mirándolos y mil momentos recordándolos. No soy un viejo verde, soy en todo caso un hombre en tono verde, ese que proporciona el nerviosismo perpetuo que se te acabe la vida, que se te termine el silencio.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Sigue imaginando esa pasión juvenil que sin darte cuenta se esfumó,como la vida se va sin dejar burbujas de champán ,seguir disfrutando esos momentos,se puede,no cuenta la edad,es un ritual de explosión de luz dentro de los sentidos,que vitaliza todo nuestro cuerpo,llenándolo todo de energía.Al menos yo,lo siento así.
Mirar a las mujeres,es sentir veneración por lo perfecto,por la belleza , cualidades, dones, curación de la angustia y de la muerte.
No sientas vergüenza de escribir ,todo lo que sientes ,asi,se esfumaran los sabores del miedo al sufrimiento que se infiere de forma gratuita y se padece impotente.
Detrás de la tarde ,viene la noche para seguir soñando una pasión sin fuego.
Ana

Fran dijo...

Sí, eso debe ser, Ana, "un ritual de explosión de luz dentro de los sentidos que vitaliza todo nuestro cuerpo."

No te asustes, que no te habla un viejo. Porque aunque en veinte años en la red no he conseguido enamorar a una mujer, a ese ser tan perfecto -llevas razón- lo seguiré intentando.

Seguiré recogiendo importantes muestras de cariño que enriquecen mi vida, pero no tengo bastante, seguiré "necesitando" el amor a palo seco para después de la tarde, para cuando llegue la noche quizá no le quite ni el ardor ni el fuego, en lugar de quedarme horas pensando, pensando...

Un beso

Gracias por la bella música de Demis Rousoss de la página de You tube del otro día en tu respuesta.

Anónimo dijo...

Es estar vivo, es sentir, desear, notar que la cronología que ha dibujado nuestras arrugas no ha conseguido introducirse en el desván de nuestras emociones.

No, no eres ningún viejo verde, si siquiera un hombre que piensa en verde, eres un ser pasional,joven y vivo, con esa viveza que nadie debería perder.

¿Qué nunca has enamorado a ninguna mujer en la red?... Defíneme enamoramiento, luego te contesto.

Un beso

Fran dijo...

Pues mira, Bolboreta, mala cosa para mi, pero se me están arrugando las emociones y es lo que más importante que tengo hasta el último minuto de vida que me quede.

Mira Bolboreta, te agadezco de verdad lo que dices de mi porque sé que es cierto. Quiero sentirme vivo, muy vivo hasta el final, me esfuerzo en ello, pero cada arruga es un sufrimiento, no lo dudes.

Dejémonos de definiciones porque yo tampoco sabría dártela. Hablo de que una mujer me vea en la vida real como el hombre más bueno de la tierra; y en este maldito mundo virtual, por ejemplo, que encienda cien veces una tarde su pc buscando las palabras del ser amado.

Cien veces, una sola palabra, un minuto cada vez. Seguro que la tiene.

Un beso

Anónimo dijo...

Hay muchas clases y manifestaciones de amor.

Un silencio puede contener mas amor que toda una declaración de ese sentimiento.

Pero... te entiendo y quizá me duele ese entendimiento.

Un beso

Fran dijo...

Cierto que hay muchas formas de manifestar el amor, pero también hay que acercarse a cómo lo entiende el ser amado.

Las posibilidades del silencio humano son infinitas y nadie me podrá decir que no he aceptado muchos silencios.

A todos nos duelen cosas, Bolboreta, diferentes, pero siempre dolorosas.