lunes, 21 de enero de 2008

Se me terminó un privilegio

Tuve muchas noches una música que me llegaba para que luego la convirtiera en la de mí propia invención: aportaba a la vez la contestación a momentos medio escritos pero totalmente soñados. El pequeño aparato reproductor con el que luego llegaba a obtener verdadero descanso, hace tiempo que guarda silencio. Su sonido me servía como el andar del guerrero que nunca se cansaría. Ya casi no camino, es mi honesta respuesta precisamente a su silencio. Así lo estoy haciendo.

Todo tiene el mismo origen: se me ha hecho vieja la vida a la vez que el alma. Viene a ser como una despedida en la misma puerta donde empezaron los encuentros, no me valen los recuerdos, vivo como me enseñaron el presente y noto que ya no tengo presente. Es así, causa y destino.

Ni quiero buscar las causas, son las cosas que pasan porque pasan, no lo pude evitar, ni lo quise evitar. Sabría que vendría luego el silencio que iba a sentir como el más largo de la vida. No sé si me dijeron hasta luego, hasta ahora, hasta nunca, ni me valen razones para lo que fue verdadero, allí dentro tuve juntos el ocio, la música, el sueño, las palabras más juntas que escribí nunca, por eso ante el silencio ya estoy a punto de cerrar la puerta. Se me terminó un privilegio, mi "taller de privilegio", donde siempre escribía cualquier texto.

Ya sé que suena como a una especie de delirio, pero en la vida privada cada uno tiene sus delirios y sus privilegios y lleva las cuentas a su manera que no suele ser como se deben llevar. Es una contabilidad que sólo entiende uno mismo y no todas las veces. Se me ha terminado, pues, nadie sabe hasta qué punto esa medición extraordinaria, la lentitud distraída de cada mañana, que la vuelta a casa no lleve a la vez consigo una renuncia, un abandono, un rigor en la espera hasta tal punto que ya no queda espera.

Todo tuvo entonces su lógica, ahora no la tiene porque se me ha terminado precisamente la lógica. Sentía apremios por escribir todas las líneas porque siempre esperaba que las estuvieran esperando. Ahora nada a cambio, ni la música para que me la fuera inventando, ni nada luego, ahora una especie de silencio que nunca pensé que pudiera hacerme tanto daño como fi fuera un lago donde se ha producido la desmemoria.

El antecedente es que me llegaba lo contrario cada noche, el propio goce de lo apenas escrito, una imagen elocuente entre la red y ese tono de música nueva cada vez para que fuera capaz de convertirlo en una especie de regreso, de vuelta de la vida dándome sensaciones que no conocí antes, porque la vida devuelve y todo puede ser.

Tuve como un romance desde el amanecer sin que nunca dejara de amanecer; capacidades olvidadas o agostadas, un culto a la comunicación, una riqueza sin mirarse, ni dejar de mirarse. Fui capaz como ante algo único, maravilloso, de beberlo íntegramente. Me abracé a ello con la fuerza implacable de los abrazos inevitables.

Ahora bajo los brazos, indolente, he olvidado lo que era sentirse bien en el acto. No me queda ni la capacidad de inventarme la música recibida cada noche porque pienso que ese silencio es el estado previo del final de mi lenguaje.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

El alma oculta que no envejece te habla.....
Esperándote a que regreses como lo hacías noche a noche,del anochecer eres mi claridad,de mi amanecer la felicidad,siempre esperando a que tú estés a mi lado recorriendo los dos el tic-tai del reloj de la madrugada,siempre en guardia sobre el valle que esta cubierto de estrellas,esperando el momento en que los dos juguemos entre las nubes de la ciudad,con la luna de la cual somos cómplices,siempre esperándote a la luz de la luna.
Ando buscando a mi ángel,ese ángel que siempre llevo en mi corazón,en donde siempre vivirá.
Te leo con respeto y admiración.
Un abrazo en esta noche,con su brillo, los rayos de plata de la luna te besan.
Ana

Fran dijo...

Gracias, Ana, por poder ser tu claridad porque sino la oscuridad de mis noches es cada vez más total. Pasé de hacer ese recorrido de que hablas con ilusión y generosidad a sentirme que ya no soy nada.

Claro que me acercaré a tu lado, al menos para que puedas explicarme cosas que mi mente y mi sentimiento no consiguen entender.

Hay un silencio que mata, Ana, por eso tu mano tendida, tu respeto y tu admiración, tanto tiemnpo ya leyéndome, me hace pensar que quizá pueda servirte como dices sino ya como un ángel al menos como un ser todavía vivo.

Gracias de nuevo por tu bondad, eso si se tiene se tiene siempre en un abrazo permanente.

Anónimo dijo...

Hay en mi, sentimientos de culpa,de pena, de tristeza, de desolación, pero nunca de olvido ni de distancia. Los sentimientos se llevan dentro, en el corazon, con el alma hecha jirones, pero siempre guardados con ese mimo propio de quien ha dado amor y se ha sentido amado.

Habrá distancia, nunca olvido.

Un beso mio, sentido, profundo y cálido para tí, Fran.

Ana, tus textos siempre me sobrecogen, pones en tus dedos la pasión de tu alma. Eres grande.
Un beso, con todo mi respeto y mi admiración.

Fran dijo...

La culpa no existe o existe para todos. Lo que ocurre es que el silencio, aunque forzado es muy duro, me es particularmente muy duro como le decía a Ana..

Te doy mi más sentidas gracias por estas palabras dirigidas a mí en un espacio que sólo albergó ternura y que hoy la recoge así de nuevo y la apretujo para hacerla mía.

Ya ves que Ana, hace una labor de cuidado que le encomendaste y que necesito, pero dos líneas tuyas, valen un mundo.

¿Se puede llorar descontrolado por completo y en un solo segundo recuperar medio ser?

No puedo mandarte un beso más profundo y verdadero como el que te envío.

Graias de nuevo.