martes, 8 de enero de 2008

Digna tardanza

Al menos mientras voy leyendo el María Moliner entro en un área de digna tardanza a la que debemos ir a parar cuando hablar de la propia vida es como un recurso final al no tener nada mejor que contar, al ser el virtual nif en bytes –creo que lo explicaba hace días, no sé si a mis propios documentos o a los de fuera, ese continuado esfuerzo, esa preocupación ajena, esas ganas de amor, deben quedar ya en el glorioso momento de las derrotas.

El ardor de una axila decididamente ya se me pasó, a cambio la filosofía de la templanza que sirva como la justificación íntima frente a un desespero, que eso no se irá tan fácilmente, me costará llegar esa tardanza que nombré antes. En ese previo tuve una hermosa historia a base de la simiente de las palabras pero nunca quise saber un final que ya sabía, preferí el camino hasta entonces. Todo lazo se agota de cualquier modo, se consume, se llega a él y no tiene valor alguno el trazo que hemos dejado escrito.

Nada ni nadie me va a rescatar, porque nadie rescata a nadie, cualquier plazo terminado y su espera, nos consume de nuevo. No tengo nada a cambio sino mis propias palabras y mis propios sueños y hay que tener algo más veraz o más sólido para esperar benevolencia de la vida. He de recurrir a la filosofía de la templanza, de darme por aludido cuando eviten aludirme, de no buscar justificación alguna, sino un debut íntimo y digo debut porque acudí a límites propios que creo que yo mismo desconocía.

Cuando escriba ya no habrá secretos, ni poses inauditas, volveré a tener la candidez de entregarme, pero no a pedazos sino por completo: resultados, los mismos, porque se me escapa el lenguaje si alguien me lo busca con el cariño necesario que permite hablar con el entusiasmo puesto de estrenar algo nuevo de la vida cuando me queda ya poca vida. Lo disfruté, pero lo estoy sufriendo porque me tarda la tardanza, se me ha quedado más cerca todavía la derrota, la llamada inútil, la manera que me puse a pensar y pensé que me entendieron.

No era sólo una mano, era más que el cuerpo entero porque quedaba lejos y nunca pudo ni debió ser. Era algo tan cálido como partir de cero cada mañana, creerse hasta las sílabas, lo cotidiano y lo extraordinario. Las propias palabras hacían de medición de las palabras por lo seguras que estaban, porque sabían que les llegaría cada vez el alba, ambos mares, ambas orillas, el orgullo quieto cuando se ama. Que nunca iba a existir el olvido porque teníamos olor a lujo entre dos personas por la forma de hablarse, oquedades secretas que dejaron de serlas, la vida oculta de los seres increíblemente cercanos.

Eso pedía, eso daba a entender en los ojos cargados de mirada, cada vez que escribía las mismas dos palabras, que ponía en ellas la más completa suavidad con que las había aprendido a leerlas para luego ofrecerlas. Una imagen, sólo de ida sin perder color ni fuerza y a cambio la música quieta de las cosas calladas, el camino que inventamos como una carretera inmóvil, como un regalo frente a la distancia.

Pero tendré que seguir leyendo en el María Moliner que el amor “es un sentimiento experimentado por una persona hacia otra, que se manifiesta en desear su compañía, alegrarse con lo que es bueno para ella y sufrir con lo que es malo.”

“Alegrarse con lo que es bueno para ella”, no pongamos final ni principio y quedémonos en esa digna tardanza sin hablar ya más de la propia vida. Ya Aristóteles contó que ante los deseos hay dos excesos: abandonarse a ellos y no sentirlos. Pondré por encima la libertad que aún me quede de la vida que me quede: el deseo que se vence a sí mismo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Digno escrito Fran,siempre plagado de sentimientos nobles,vivencias del ayer,presente y suspiros por esa inseguridad del mañana.
Vivir ... es llegar de donde todo comienza.-
Amar ... es ir adonde nada termina.
Vive ... como si fuera temprano.
Reflexiona ... como si fuera tarde.
Siente lo que digas ... con cariño.
Di lo que piensas ... con esperanza.
Piensa lo que haces ... con fe.
Haz lo que debes ... con amor.
La vida revela la verdad.
La verdad nos ilumina el camino.
El camino nos conduce a amar.
El amor nos hace vivir.
Tu existencia,es explosión de letras que bailan dentro de una mente privilegiada.No dejes de darnos ese pan que también es nuestro,de los que te leemos.
Mi cariño, esta, en ti.
Ana

Anónimo dijo...

Para bolboreta.Si entras y puedes leer,piensa que te aprecio.
En este nuevo año,deseo NUEVOS COMIENZOS Para ti y para todos los que te aprecian.
Cada capítulo que termina
nos guía hacia nuevos comienzos.
El pasado que dejamos
significa un futuro
que estamos ganando.
Cada cambio que completa el presente establece el escenario
para nuestro mañana,
y cómo tropezamos con cada desafío nos ayuda a determinar
nuestras alegrías o tristezas.
En cada nuevo comienzo
el alma juega parte vital.
Debemos acercarnos al mañana
con un firme y fuerte corazón.
Así, cuando doblemos por la esquina, dejemos toda aprensión a un lado y llenemos nuestros corazones de confianza,
a medida que avancemos adelante.
Un abrazo de.Ana

Fran dijo...

Tu filosofía debe ser cierta, Ana. Pero no lo es menos que se me está terminando ya esa fuerza que dices que está entre mis letras.

Hegel decía que nada se ha hecho sin pasión, pues ya no la encuentro, Ana, ya no me la encuentro.

Gracias por tu cariño, por tus respuestas. Escribo para media docena de personas que todavía creen en mí, pero me voy sintiendo estéril como si la arquitectura de mis deseos se hubiera venido a abajo.

Mi cariño, lo tienes, lo sabes, en la vida que tienes planteada aunque sólo sean estas líneas,sólo estas líneas, más o menos.

Anónimo dijo...

Gracias Ana.

Desde el primer día que leí uno de tus escritos en este blog, supe que tenías un corazón digno de la mejor persona. Eres sensible y tierna, con mucha capacidad para ofrecer tu cariño a quien lo necesitamos.

A veces el futuro,mi queria Ana, nos obliga a desprendernos de cosas pasadas de las cuales no queremos prescindir, pero es imposible mantener, por eso y por lo mucho de bueno que hay en tí, te pido que cuides de mi Fran, yo ahora no puedo hacerlo, él sabe las razones, pero le quiero tanto que pensar que pueda sufrir por mi ausencia no me deja vivir en paz.

Gracias por estar ahí y tendernos una mano. Siempre lo recordaré...

Un beso enorme y mis mejores deseos para ti y los tuyos.

Para tí, Fran mío, todo mi cariño y mis pensamientos.

Un beso