jueves, 29 de noviembre de 2007

Con palabras aún no terminadas

Ando escribiendo tranquilo en forma de memoria con la lírica olvidada de los versos pero con apremio en mis ojos por saberlo de nuevo, como cada vez, antes de que se me acaben esas palabras a la media noche. Es como si quisiera contar lo que vivo y no escribo, la compañía callada y disipada con una orgía de recuerdos aparcados de cuando no podíamos tener recuerdos. Bastaba ese momento, ese día que pasaba.

Ahora vivo callando eso que decía, por eso nunca estoy ya bien solo, ni un rato, ni un momento. Necesito esa compañía como si necesitara que se metiera más aún en mi vida y le pidiera que me diera todo lo que puede ser. Tengo un cómodo y necesario silencio a mi lado cada noche, unos pasos míos más prematuros a lo mejor hasta el cuarto para esperarla, pero seguro que la tendré luego, a veces sin despertarme, como medio dormido sin haberme dormido.


Noto cada vez, resumiendo el día, que me doy cuenta que los demás también envejecen y yo tengo en cambio esa sede tranquila, única, la que a veces sin gastar las palabras te da alguien que tuviste siempre y que sigues teniendo como un lago de paz y desmemoria. Todo pudo ser lo que ya no puede ser, pero no lo echamos de menos: yo tengo un hueco propio para escribir mis desvelos y ella, su silencio, su trabajo bien hecho.


No se lo he contado a nadie y lo estoy contando ahora -ya lo advertí, antes que sea medianoche y se me acaben los palabras, y los espacios y las maneras de ponerme- me hace falta que me diga que se sabe de mí todos mis secretos: mis palabras soñadas, escritas muy deprisa y que aunque tengan destino, da lo mismo, mi destino sigue siendo el mismo hace ya, no sé, más que los cuarenta y cinco años con que se enlazaron los cuerpos, los imposibles que tenemos y las cercanías de nuevo hasta cada vez que nos sentimos otra vez sueltos.


A veces ya empiezo a sentir la necesidad de alargar la mano y rozar algo aunque no sea una mano, que sigue existiendo, el cobijo muchas veces, a todas horas, cuando uno se siente malo o tiene simplemente miedo de sentirse malo. Ya me urgen las existencias que no tienen necesidad de imaginación, sino que están ahí siempre esperando.


Cada vez la lentitud distraída alargando mañanas, los movimientos hacia fuera para no quedarme definitivamente quieto, las veces que me caigo y todavía me levanto, cada vez esa vida repetida y propia me insiste más con la misma gente de fuera en lo que tengo dentro, unos metros cuadrados que no tienen precio, ni nombre, ni elogio, es la vida que he dejado y es la vida que tengo.


Mucho más seguro por momentos de que lo hicieron bien por mí, que me dejaron el sitio preferente y preciso y tranquilo para cuando me hiciera viejo. Un regalo permanente y alargado, lo noto cada día, cada momento, cada mal paso para llegar al hueco de siempre y que me estén esperando para tener un silencio, que es un lujo tenerlo y un sueño y una única manera de terminar desde el principio.


Como una forma invisible de cansancio estoy ahora escribiendo. Esta noche de nuevo, afortunadamente de nuevo aunque se me acaban las palabras y no sepa decir del todo lo que pienso.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre escribes lo que piensas,lo que has vivido y sientes.Todo,muy bien explicado.La ciencia del silencio,marca esos pasos firmes,seguros para,ir allá lejos,donde la nada dibuja los sueños,los eróticos,los que necesitamos en algun momento de nuestra vejez prematura.Una de las cosas más trágicas que conozco
de la naturaleza humana es que todos tendemos a posponer el vivir.
Aceptemos Fran ,una parte de lo que somos para tenernos en lo concreto y en lo abstracto,
en el conocimiento y en el tacto.
Acompañandote, en esa noche oscura de silencios callados.
Ana

Fran dijo...

Sí, siempre porque no sé hacerlo de otra manera y tampoco dejar de aferrarme a los sueños.

"...lo que somos en lo concreto y en lo abstracto, en el conocimiento y en tacto." Me robaste las palabras. A cambio déjame tu compañía.

Anónimo dijo...

El amor no es simplemente un sentimiento, va mucho mas alla de eso, es un movimiento que no cesa, es la busqueda del bien, es hacer sentir bien a los que te rodean. Ser siempre la sonrisa en el silencio que nos rodea.
Un abrazo fran,en este día soleado ,recibe el calor de los que te leemos.
ANA