domingo, 25 de noviembre de 2007

Estos días dejaré

No hacen falta las palabras, ni los gestos, se trata de que hagas saber sin tener que decirlo dónde dejaste, por ejemplo, los restos de las más recientes madrugadas, allí está cómo verdaderamente uno se siente. Eso crea una geometría exacta entre dos seres, la victoria de ambos, los nombres escritos con los dedos como vidrios empañados pero visibles y perfectos.

Estos días dejaré mientras tanto, una voz preguntando pero sin exigencia alguna. Habrá una espera necesaria, un punto de deseo de lo más impetuoso pero a la vez la información precisa de que existe una mano fuerte, poderosa y sobre todo incansable hasta que le digan bastante. Eso dejaré estos días: mis ojos abiertos, la paciencia de los libros abiertos y el registro de mi pensamiento disciplinado y entregado como siempre. El tiempo que haga falta, como si no fuera tiempo, sino una espera aceptada por completo, parecido a un espérame, que ahora vuelvo.


Me acordaré hasta de la falta de perfume cuando te sueltas el pelo, de tu ropa de calle en casa mirándome, de tus labios, de tu empeño en mantenerte siempre con los ojos insistentemente bellos. Del momento de cruzar el silencio, del mutuo deseo del descanso, de que yo me quede con la última metáfora pendiente y tú sigas siendo, una mujer en forma de verso que me quedaría recitando para siempre.


Llévate mientras tanto, las ganas de quererte largamente a ese sitio donde a lo mejor sólo dejan que quieras intensamente a la juventud de un rostro con tus propios genes. Pero aquí hay una mano pendiente, un abrazo que no le sirve a nadie hasta que cumplas la promesa de la vuelta. Aquí está todo un orgullo de tenerte mientras no te tengan del todo. Me suena a veces esos fragmentos que proporciona la música que sueles ofrecerme para que ocupe la noche y desplace los momentos duros que no quiera del día.


Estos días dejaré, lo que siempre dejé: admiración y respeto, mis dolores que cambié por tus órdenes de hacerme fuerte; dejaré la vida, el cariño, la amistad, esas cosas que ya tienes pero que querrás volver a tener. Lo cumpliré, no tendré el miedo que siente a veces el hombre de no poder cumplir, porque siempre supe hacerlo con quién supo merecerlo. Dejaré casi todas las palabras, esperando que las vuelvas a leer: dejaré lo mejor.


Sentado junto a un libro pendiente, con mis cosas corrientes, mirar si está la efímera grandeza de unos buenos días como un sueño tranquilo para poder pasar el día o unas buenas noches para sentirme opaco y tranquilo lo que dure la noche.


De todo lo anterior aún estoy por el principio, como si fueran las axilas pendientes, un gesto de levantar los brazos y poder vivir de nuevo cada momento. Ya lo sabes me quedaré esperándote como si volviera el comienzo: un foro, sin preguntas, una mano tendida y una respuesta inolvidable que me sirve cada día para poder caminar, con una programación a mi medida; disfrutar la última rebanada de la vida y decirte que estaré aquí con lo de siempre, con la honestidad de éste escritorio público que me parece ya totalmente intransferible.


Desde él, estos días dejaré, lo mejor que siempre te dejé.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es Tu HeRMoSuRa, ELeNa...

Es tu hermosura, Elena,
Como esas naves niceas de antes
Que por la mar calma y fragante
Llevaban a su nativa arena
Al exhausto navegante.

Perdido entre olas y zozobras vanas,
Tu pelo de jacinto, tu clásica belleza,
Tu aire de náyade galana
Me traen de vuelta a la gloriosa Grecia
Y a la grandeza romana.

¡Mira! ¡En tu nicho de cristal pulido
La lámpara de ágata levantas
Y tu figura de estatua se agiganta!
¡Ah Psique, tú que has venido
De tierras sacrosantas!.
EDGaR ALLaN

La comparto porque me parece preciosa.
Feliz descanso te desea .
Ana

Anónimo dijo...

Cuando el miedo a las cosas que se nos escapan, cuando la impotencia tiene que dejar paso a la espera, cuando uno siente que ya no tiene fuerzas para afrontar lo que es preciso afrontar,es necesario llevarse consigo la certeza de la espera, la pausa del abrazo que aguarda el regreso para hacerse notar, la insistente caricia que ha quedado quieta en el aire, para dejarse posar en el instante preciso en que la pielo lo requiere.

Tengo miedo, he luchado por muchas cosas que me han afectado pero ahora el pánico se apodera de mí porque son mis genes los que están a la espera de casi una "sentencia".

Saber de tu cariño, de tu respeto, de tu impaciencia hasta la vuelta, es como la vacuna que necesito para decirme "no te detengas"...

No tengo palabras para traducir sobre el blanco de este folio toda esta emoción contenida que me ha supuesto leer este bello blog de amistad, de cariño... de paciencia.

Es un orgullo tenerte entre mis seres queridos.

Un beso y gracias...porque soy tan torpe con la palabra que temo estropear el significado que contiene la tuya...

Fran dijo...

Efectivamente es precioso el poema, Ana, y siempre son necesarios en estas páginas los que tú aportas.

Gracias y un beso

Fran dijo...

No, no te detengas, bolboreta, como tu señal de nombre lo dice, porque tú siempre sabes seguir de la mejor manera, con tu fuerza, con tu dignidad.

De la espera no dudes, será como te la explico, como tú ya la sabes. El silencio tuyo lo he sabido aprender cuando ha hecho falta y no preguntar luego, no preguntar nada luego. Ahora te queda pendiente ese abrazo, esa caricia que me he inventado tantas veces en el asombro de piel que tú tienes. ¡Qué exacto lo has sabido explicar!

Tampoco tengas miedo a lo que te traiga la vida aunque en este caso pueda ser en quién has continuado tu vida. A tu lado esa mujer sabrá ser mujer, con lo que venga.

Mis palabras no tienen nada especial: la amistad, el cariño, la paciencia, el respeto he aprendido a escribirlas contigo y estar entre tus seres más queridos es un regalo que nunca sabré devolvértelo suficiente.

Junto a un beso necesario, un abrazo permanente.