miércoles, 5 de diciembre de 2007

Aún tengo


Capacidades de deseo: de la silueta estremecida de una mujer en blanco y negro, de esa prosa que cuido o me cuida ella a mí, de tenerlo todo cerca para estar bien seguro cuando lo necesite, de que aún me queda también la palabra que he aprendido de estar con las mujeres y unos cuantos libros. Aún, la capacidad de venerar a una heroína con la axila inmensa, lo que quedaba de su prisa, de su disciplina, de un adiós, de las horas que lloraré después como un deber auto impuesto sin derecho a devolución.


Aún tengo la gramática enamorada del ocio y las palabras, el delirio de una vida sin llevar las cuentas como se debe porque todo tiene su lógica, su perdón y su olvido, la manera de aparcarlo para seguir viviendo. Sigo teniendo ese estilo de vida ese apremio en los ojos por estar entre la gente, la lógica imposible hasta de la palabra obscena e insistente para llevarme alguien cerca por lo menos hasta la mitad de la gente.


Pienso que la vida a su vez siempre devuelve: es un pliegue de un gesto, una forma de saludarte y hablando de pliegues a lo mejor es cierto lo que dice Ángeles Mastretta “que es dogma de fe: ninguna mujer tiene el clítoris en el mismo lugar y muchas lo tienen cada vez en un pliegue distinto”. Quizá vaya a ser una facultad de memoria y desmemoria que se nota muchas veces.


Hay regresos de momentos, de comodidades, de formas de ponerse que uno no tenía antes que son esas devoluciones de que hablaba antes, remites de la vida o precipitaciones en la ida. Todo para poder vencer si acaso, por un ritual mal tomado, o empezáramos a envejecer con una serie de debilidades que vienen sin llamarlas o fragilidades que no tienen ni las mujeres con tacones.


Aún me queda –me lo he preguntado muchas veces- como una especie de romance de anochecer y amanecer, nada menos, cada vez. La extrañeza de una noche que llega y no sé entender aún su silencio y el jolgorio quieto del amanecer que eso si que me lo sé. Esa apertura cada vez de la vida, es enamorarse de ella como de una mujer que tuviera siempre mis manos en sus caderas, que yo insistiera una y otra vez en su manera de ser con una carta tras otra cada vez más indecente. Pues aún lo puedo hacer.


Busco ya de la vida por lo que aún tengo de ella maravillas para beberlas íntegramente, abrazado con la dejadez impasible de los abrazos que ella tiene. Todo ello por una sola razón: me sobra mucho, mucho corazón y del todo, del todo todavía no sé qué hacer con él. No sé lo que me falta: el sexo se te olvida y tiene unos implantes de masturbación propia. Quizá a todos ya nos falte, ratos de conversación en que sea de verdad querer a las palabras que uno tiene, dejarlas con cuidado por si alguien las quiere, no como consejos sino como las consecuencias de un cuerpo enardecido que piensa en lo que aún tiene y lo puede compartir más despacio.


Ya no puedo mirar atrás más que el tiempo inevitable, quiero el presente que aún tengo. El pasado es sólo un ámbito, la manera que estuvimos en ese momento, vete a saber por qué, se quita con el tiempo, con la vejez, con dejar las cosas fuera de sitio. El presente te lo tienes que hacer, personal, higiénico, como una fiesta de la piel arrugada que tienes, igual a la elegía del pintalabios del día en las mujeres. Como una perversión para ver aún lo que tienes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Después de leerte,solo me queda decir:¡Admiración!.Es un placer sentir esas emociones,que humedecen las asperezas de la vida.
Yo me he pedido al silencio.Déjame amar! dar, servir, purificar, mediar y realizar, porque la bondad reforma y ennoblece, porque donde hay bondad se descubre la grandeza. Esto es lo único que le pido al silencio al despertar, que en este espacio de locura enriquezca mi verdad, que jamás se detenga en lo insignificante, que intente provocar constantemente, ideas de bondad, amor y comprensión. Es mi único deseo y así se lo imploro a la noche, no sé si será virtud, más si sé que es el poder, la fuerza y la clave para la paz que deseo mantener...
Recordar el pasado es como nadar pacíficamente en un mar de sabiduría y entenderlo todo. La vida,bien vivida, siempre llevará consuelo y alivio a toda alma afligida por el fuego de la existencia y por las causas de la vida. ¡Medita! y descubrirás una pacífica fuente de felicidad, un chorro de armonía, una gota de maravillas, un poema enriquecido, una luz con claridad, un sendero de estabilidad y un camino interno hacía la libertad y a una hermosa laguna de verdades...
Soñando el mañana,te mando un besos.
Ana

Fran dijo...

MUcho le pides al silencio, Ana, casi todo. No recuerdes el pasado, vive el hoy e intenta como tú dices vivirlo bien.

Yo también sueño cada mañana en la mañana.

Así te mando igual un beso, así