viernes, 14 de diciembre de 2007

"A menos bultos, más claridad"

No son palabras mías, ésta página las tendrá enseguida de quien las trajo también a toda prisa. Me quedan pocos bultos pero claridad no tengo. Como ese mendigo de la vida ignorado e ignorante, quiero primero salir con dignidad, las donaciones ya las hice y no puedo pedir nada más a cambio de lo que tuve. Bajaré por la escalera donde no suelen caber las desdichas y salir fuera así, “a menos bultos, más claridad.”

En el primer espacio de intermedio de mi historia del llanto, mi práctica de siempre no tiene remedio: prefiero darlo todo afuera, como la primavera, no quiero que algo dentro se me muera. Porque cuando siento el alma sola, llora sola, llora. Hasta que nazcan cosas nuevas, sin que las entienda. No quiero más que lo que puedo dar, pero a lo mejor puedo llenar estampas que no tenían todavía primavera. Hoy se te da, hoy se te quita, igual que el mar, como la vida.

Lo mismo que jamás pude ser poeta, aunque se me echara tantas veces la poesía encima, es el mismo negociado, y las palabras no son mías, me condenaron a leerlas de por vida con claridad y disciplina, con serenidad, tal vez hasta felicidad. Pero crearon las cadenas: la generosidad de entregarlas. con una mirada ya vieja, pero una esquina sosegada.

Debí aprender, antes de darlas de la vieja sabiduría de Heráclito de Éfeso: desde hace más de dos mil quinientos años: la naturaleza ama, pero la sabiduría está en saber ocultarla, no entregarla.

Pero como no supe aprenderlo, expulsado ahora de donde estuvo la belleza, voy a sentarme -mal que bien aunque no pueda levantarme luego- en el propio suelo, de la propia vida y mendigar otra vez lo que cada vez que tuve me sirvió para vivir. Mendigaré el amor porque no me vale ningún otro alimento, no lo ocultaré, manos viejas ya cuando las extienda porque alguien me las pida, en cada arruga en cada corteza existe la mejor manera que tengo para vivir de cerca.

Mendigaré el amor, mendigaré a la mujer hasta que muera. Luego saldré, “a menos bultos, más claridad.” No entendí y no me entendieron: puede quien quiere no quién puede. A final la imagen que me ayuda: la crispación del niño: “Scissola. Correccional para niños. Brasil”

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde lo más profundo de mis sentimientos... Un beso

Fran dijo...

Gracias, sé que es sincero. Otro del mismo calibre parfa ti.

Anónimo dijo...

…aún en la distancia, …aún en la lejanía, …aún en la añoranza de unas letras que son como la nana que tranquiliza y endulza el comienzo del sueño.
Un beso tierno.
Ana

Fran dijo...

Noto hasta aquí, Ana, tus letras que tranquilizan y me acercan al sueño.

Gracias por tu beso tierno. Te lo devuelvo lo mismo, lo mismo.