miércoles, 31 de octubre de 2007

Me gusta dónde estoy


Alguien me decía ayer tarde en mi propia estancia, en amable compañía: no te muevas de dónde estás, ni cambies casi de postura, tienes a tu alrededor gentes que te necesitan, que andan como a la espera para verte, para poderte ofrecer incluso algo de su propiedad más esencial, nada material, quizá un gesto, una pregunta de la que ya saben tu respuesta, un te quiero que dijiste apenas sin tener que mirar, esa manía de acercarte y de no alejarte, de quedarte dónde estás rodeado de esa aureola que tienes de lo que pones luego de las comas y los puntos y aparte.

Tengo estando donde estoy algo inverosímil, un poco de ingenuidad, cosas que con frecuencia nos ocupan a los enamorados y a los desesperados. Aunque si me miro al espejo de dónde estoy y en dónde me quedo, me voy llenando de pliegues que no todos entienden, los propios pliegues que tiene la piel cuando te tocas la piel.

Con la gente en dónde estoy, procuro girar ciento sesenta grados, así ya me convierte en amante, otro giro y es como si estuviera besándome con alguien. Las pocas personas que me van conociendo saben que no tengo marcha atrás, o me hartaré de dar giros o terminaré por estudiar una inmovilidad gratificante que me sirva con cualquiera, dónde estoy, cómo estoy.

En lugar de vivir de los conceptos y de las opiniones, prefiero las posiciones, cuando rozamos partes tiernas y propias, cuando abrazarse es hábito pero cálido y diferente cada vez. Todo ello para quedarme con las sensaciones, porque la vida es tan sólo eso: un cúmulo de sensaciones y una vez tengo esas sensaciones todo es una cuestión de contraer los músculos, mirar los mismos ojos que mirabas y quedarte dónde estabas.

Pero todo esto lleva consigo que se me junta con cosas que no quería: la madurez de una tarde alargada; tiempo de sobra, que es mentira porque luego me falta para las ilusiones; cosas prestadas o que no vienen a cuento. Y sobre todo un cansancio que ya tengo en la sangre a la que respirar ya le cuesta trabajo. Hoy me lo explicaban, es que un parche pegado en la piel va directo a la sangre.

Y yo vengo poniéndole ya demasiados parches a la formas de la vida. Necesito que me vayan encontrando las cosas bien, que me digan a la vez que no quiero marcharme de dónde estoy, quedarme, con una especie de frecuencia marcada por segundos, a ese espacio de tiempo llego, no me lo fiéis más largo por si acaso.

Necesito confirmaciones de inmediato, de todos a quienes me atreví a preguntarle. Anda uno ya por una edad en que está dispuesto a comprar a cualquier precio una certeza para poder quedarse en ella, para estarse quieto, ajeno a la velocidad de los demás, al atractivo desmesurado incluso de poder abrazarse desnudo, negativa de Dios, pues entonces no me gusta a mí Dios.

Donde estoy para un último intento: saber de las mujeres ya que nunca se muestran del todo como son. Poder, por ejemplo, hacer el amor con la dureza final de no volverlo a hacer. Sin moverme como una estaca quieta admirando a la vez de las cosas lo que hay detrás de ellas, analizar el paso de mi tiempo que ya no me regresa. Se me ocurre el símil de unas caderas suaves y los pechos cayéndose sin prisa.
No, no vengamos con prisas, desde dónde estoy, prefiero el instante. No me pienso mover. Aquí me agotaré con el secreto silencioso de las personas que no envejecen, todavía me queda una difícil memoria sin decoro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No te muevas ,ese es tu sitio, donde el recuerdo toma textura y cuerpo. La felicidad existe para aquellos que lloran,que les duele el cuerpo y alma.Para ti que ,has buscado,tropezado;y aprecias a las personas te te aprecian.
Quiero animarte,aunque comprendo que, el dolor razona con retraso.Es dificil comprender ese diálogo seco,intenso ,mudo,que tiene el dolor . No tengas ya temor, la noche acaba.Esperemos juntos un nuevo día,cargado de esperanzas.
Percibes la alegría de mi amistad
escucha de mi alma el susurro....Estoy contigo Fran.
ANA

Fran dijo...

Sí, aquí estoy a gusto, aquí lo voy exponiendo todo, se me va notando todo: felicidades, tropiezos, momentos únicos luego y en cuanto al mundo del dolor no es que me de temor, es que en su diálogo muchas veces pienso si me limitará más aún.

Esperemos, pues, que cada noche se vaya acabando y el día me vaya trayendo alegrías y tu buena compañía.

Un beso en ella.