domingo, 21 de octubre de 2007

No puedo cambiar de formato


A veces viene bien alterar costumbres de movimiento: tras mi hábito de madrugar, mi insistencia en el café y mi lectura prolongada hasta que en la mañana la propia casa empieza a ser y moverse como es habitual, establece un agradable lindero de lo que viene después. Hoy lo alteré, no sé por qué, quizá fue a la vez endocrino y cultural.
Hasta mi carne decadente, ilustre pero cansada ya hace tiempo, me permitió hoy salir muy de mañana a la calle con mi propia soledad sin pretensiones ni abandonos a buscar la mañana de un domingo con las calles vacías, recorrer ese pedacito de ciudad que me he aprendido demasiado, corto, entrañable, y repartir así, en la calle, aunque luego no pueda evitarlo hacerlo aquí también un silencio de escribir sin palabras, a mi modo, sin depender apenas de la sintaxis.

He paseado sometido a la calle, la gran diferencia de edad de los viandantes me permitía eso, hasta intentar cambiar los sueños y los recuerdos. En el exquisito “chocolat” compré unos cruasanes justificados de su contenido, en una mesa una pareja conversaba tibiamente, ella apuntó al verme entrar la mirada, inexacta pero interesante, se la devolví sin más vergüenza que mis propios pasos cuando me alejara. No consigo evitarlo, llevo mejor las arrugas del contorno de los ojos.

Me detuve, cómo no, en el escaparate de mi entrañable casa de los libros, esos que a veces convierto en virtuales pero que son lo mejor que he tenido en mi vida. A la vista el libro de poemas Olvido García Valdés, Premio Nacional de Poesía bien reciente:…”Buscaba/ yo/ otra cosa/y cerré sin ruido comprobando/que ya no tenía voz. Todo/aguardaba bajo formas/de sueño”…

Quizá por eso me ido sin ruido tan temprano, he leído –cosa rara- en plena madrugada algún rato en la habitación de al lado, como una manera discreta de buscar el sueño, sin la química del sueño, con la ilusión de lo que “buscaba”, “otra cosa” y nunca podré tener.

Mi posterior recorrido fue la compra de un periódico que hoy ha cambiado de formato, no he querido el reloj que regalaban, prefiero que el tiempo se me quede quieto. Y yo porque así lo pienso no puedo cambiar de formato, seguiré teniendo el mismo: en la pasión amorosa, como dice Manuel Vicent, “siempre hay un amo y un vasallo” y me quedo corto de pasiones, sea cual sea mi lugar: la metáfora, la mujer y algún libro.

Con el mismo formato, con la música que escucho cuando me siento más solo, boca arriba en la cama, no dejándome mis huesos el espectáculo de estando boca abajo ya creértelo todo. Forma y orden idénticos a base de paciencia, de poesía de un hombre despojado, amando aquello que no se posee por completo, con rigores de silencio, los ojos todavía abiertos a las procesiones del recuerdo, las reiteraciones, todo en su lugar, con la boca muda, tan solo contar esta escapada a la costumbre, al rito que adquieren las casas y las cosas cuando las haces cada día.

Pero en el fondo. Idéntico formato. No me puedo cambiar como el periódico, deseando y necesitando una gloria que no me merezco, acumulando tiempos muertos en las horas de sueño cuando no tengo sueño, callando muchas veces los recuerdos, callando en definitiva casi todo, aunque escriba en el acto porque lo más importante nunca se cuenta, pensando en el pasado, en el propio formato de hace tiempo y el pasado no sólo es fugaz como decía Proust –releyéndolo ahora, ¡qué placer!- es que no se mueve de sitio.

Pues seguiré sin moverme de sitio, reescribiré lo viejo aunque alguna mañana salga a comprar un periódico que ha cambiado de formato, todo es modificable menos el ser humano, siempre con las mismas sensaciones.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Desnudándome de toda mi necesidad,
vistiéndome en la piel de las emociones cotidianas ,me entrego por el bien de los demás a la dicha sublime de ser feliz en la felicidad de los que me rodean.Trabajo en una ONG que aunque solo sea un poco de mi tiempo tengo que darlo.Es la mayor satisfacción que me llevo a casa,cuando vuelvo ;manantial infinito de todos mis sentidos;
este íntimo deseo de compartir toda la vida con los mas necesitados.
Leo poca prensa-apenas tengo tiempo-pero la vida presente de los que me rodean es literatura que no se vende.
En ese deseo de compartir mi todo ....
Ana

Anónimo dijo...

Como siempre,tu texto magnífico, lleno de esos sentimientos que te son tan propios, que te definen, que han hecho nido en tu alma para dejarlos salir a flote,depositándolos sobre la conciencia de los que te leemos, como si de gotas de rocio sobre un prado al amanecer se tratara, para dar vida a los que de alguna manera vivimos con la emoción a modo de paraguas.

Eres la vida misma.Sigue dibujándola en cada uno de tus renglones.

Un beso.



El tuyo Ana, es un canto a la solidaridad... Precioso.
Un abrazo para ti...

Anónimo dijo...

Me alegro tanto bolboreta ,al verte de nuevo por aquí.Gracias por tus breves palabras,siempre es,gratificante, recibir un saludo.
Recibe mi gratitud.
Ana

Fran dijo...

Estoy seguro Ana ue harás una excelente labor en esa ONG. Transmitirás tu calidad humana y recogerás, lo que tú misma dices, esa literatura que no se vende.

Un beso

Fran dijo...

Mi texto es sincero pero siempre tiene la carga de emoción que siente mi corazón y más ésta noche, especialmente ésta noche.

Tú si que eres la vida misma, lo sé muy bien, eres un regalo para todos los que tenemos la dicha de quererte con locura.

Gracias y mi mejor abrazo