lunes, 23 de febrero de 2009

La liturgia del deseo

Te acuerdas, te hablé de sus ritos, de cómo puede ser algo levemente corrupto pero convertido en un deber antes que en deseo. Estábamos sentados en aquel viejo embarcadero que persistía cada verano en el trozo de playa que hacíamos tantas veces nuestro, me empeñaba, me empeñaba que estuviera porque su antigüedad era parecida a los envites del mar durante el invierno, a la propia liturgia del deseo.

Nos poníamos sobre sus tablas con los pies colgando, a veces nos llegaban las olas de la misma orilla del mar donde nos habíamos bañado, desnudos como el viento, exigentes ante miradas ajenas. Me excitaste aquella tarde cuando me diste tus explicaciones: prefiero a los amantes maduros como tú -así los hago más propios- hacen el amor más lento, prolongan el goce y cumplen, cumplen porque yo me empeño a todas horas que me cuenten lo que saben del tema. Tú cada vez –le respondí- consigues lo mejor: que el hombre acabe siempre siendo el cabrón de ella.

Dime, mi amor, te empeñabas, has de hacerme saber todo lo que tú sabes del deseo para que cuando esté con un amante maduro sea a la vez cuerda, inteligente y valiente y ¡brutalmente lasciva! La carne –fue como mi primera lección- merece ser investigada hasta la última sensación, no dejemos los restos para nadie; si la lujuria la tienes contigo en ese momento, agótala aunque te queden todavía, sin darte cuenta, como inmediatos, sus restos en tus más profundas entrañas de mujer. Una pasión desenfrenada, inextinguible, es ventajosa para el cuerpo, el placer del amor, la inevitable liturgia del deseo la tenemos siempre cerca, y resulta singularmente reparadora.

La vida son sobras que no hay que dejar escapar, son momentos en el quicio de una puerta al quitarse la ropa, son verdades y engaños, arrastra y arrasa, son tacones altos como si fuera un imperio del mandato femenino; la vida es deseo, una manera de olvidar el día, el mes, el año, el momento. En la vida hacer el amor nos deja tan quietos que pensamos que no queda nada luego, quizá tan solo hacerlo de nuevo. Esa felicidad a pedazos que nos proporciona, nos convierte de inocentes en gloriosos aprendices de la carne, tenemos así entre las manos un permanente manual de supervivencia.

Los amantes maduros, le decía –terminaba el verano y ya se acortaba el día- conseguimos como nadie acariciar tus pechos perfectos, no es nada fácil, el tacto tiene un reinado y una disciplina, a veces un instante, simplemente una forma de dejar las manos, una exigencia en el deseo y a la vez una rendición que permite que entonces la mujer encuentre con ese mismo mundo del tacto los huecos más indecentes del hombre. Viene a ser en ella como una forma de aceptación previa y una negación rotunda a la rendición después. Tenlo presente, termina siempre triunfadora cuando te toquen.

-¿Tienes fio?
-Sí, me dijo, pero no nos marchemos. Acaba por explicarme cómo podemos comernos mutuamente, habrá algún rincón desconocido y confortable para ser más hombre y más mujer. En esa liturgia del deseo, no me hablaste nada de la paciencia que hay que poner en ello, como una sagacidad, una esclavitud sin precio, un destino que nos viene de lejos. Qué fácil cuando es fácil y qué difícil debe ser más tarde. La paciencia, le explicaba manoseando su mirada y sus nalgas, ayuda mucho a la religión que existe para desnudar el cuerpo antes de lanzarse al más excitante y desvergonzado de los coitos.

Vámonos, me dijo, ya me he aprendido la disciplina del deber, del deseo y del placer. He quedado con un amante maduro, no pregunta, como tú, hace. Debe saberse toda esa liturgia antes que venga nada luego, que viene.


16 comentarios:

Anónimo dijo...

Oye Fran , una pregunta;
qué se hace con los restos del deseo?'
Para algunas mujeres de pechos imperfectos el rescoldo sigue ardiendo en forma de deseo incompleto, y es triste tragarse lo que una siente y dejarlo todo convertido en un simple "mirar para otro lado".
Lo he llegado a pasar muy mal por historias así , en la que existía una liturgia del deseo pero se me informaba pertinentemente de que no se me quería .
Entiendes?
Sé que son cosas distintas, pero toda liturgia y todo deseo conlleva un cierto amor , no?
Diseccionarlo sigue siendo muy cruel, una especie de esquizofrenia de la polla.
(con perdón ).
En fin , que viva el amor, y también el deseo.
Besos.

Fran dijo...

Tu respuesta es muy completa, Reyes, y muy sabia, como tú, que te las das de despistada. (la sabiduría oculta)

Se lo tiene uno que tragar, no queda otra, reina. Te vence el deseo, te empuja pero si el respaldo del amor no está detrás mala marcha.

Lo mío ha sido una filigrana, porque soy muy coquetón escribiendo. Sé darle la importancia al amor, más de lo crees, a la simple comunicación, pero también en cuenta que después ha de venir el incendio porque sino es incompleto, o sease falta el buen empleo de la polla.

Te lo dice tu bombero.

Besos

Lila dijo...

Después de un comentario tan magnifico como el de Reyes, me trago mis humedales con un poco de vergüenza, ya se sabe que a mi el vicio me vence pero sé estar en compañía de sabios...

Un hombre maduro es mi gran fantasía por realizar.

Besos morenos, que no negros "OJO" directamente en tus labios hombre maduro.

Bambú Blanco dijo...

Me gustaría saber qué pensabas del deseo y la liturgia cuando no eras aún "maduro" :)

Saluditos Fran.

Fran dijo...

Cualquier respuesta, Esperanza, tiene el mismo valor para mí y tuyas tengo ya varias que he guardado en mi disco duro, cosa que no suelo hacer.

Cuando escribes dices lo que piensas con una franqueza poco usual, pero tan poderosa que me pone hasta lo indecible.

Ocultar el vicio es una hipocresía. De una manera o de otra, viciosos somos todos y si te dejas vencer, dime dónde y cuándo. La sabiduría a la que generosamente aludes, no nos haría falta.

Coincidencias de la vida: soy maduro y vicioso, sino no escribiría lo que escribo y cómo lo siento.

Un beso vicioso

Fran dijo...

Bambú Blanco, pienso y he pensado siempre igual. La liturgia de los años no la puedes cambiar naturalmente, como la fortaleza, pero siempre, siempre he escrito lo que pienso, te lo creas o no.

Saludazos, perdón por el atrevimiento. No me gustan los diminutivos.

Anónimo dijo...

¿Amante maduro? ¿Cómo de maduro?, Cuando el cuerpo es decrepito, cuando nos acompaña la fealdad, cuando la estética se convierte en algo lejano es difícil la entrega. Se puede amar el intelecto, admirar, pero desear un cuerpo deteriorado no es frecuente.
Aunque no queramos reconocerlo la belleza es deseo.

Fran querido, un beso a tu alma bella.

María

Fran dijo...

Madurez no quiere decir necesariamente decrepitud, María, y se puede amar y desear a ese amante maduro que tanto puede ofrecer entre las reglas del deseo.

Te recuerdo bella y siempre lo serás, pase el tiempo que pase.

Un beso

Recomenzar dijo...

Lo perfecto lo imperfecto el ser joven con alma de viejo... el ser viejo con alma de joven... escribes como joven con experiencia de viejo....................................................................La vida son sobras que no hay que dejar escapar, son momentos en el quicio de una puerta al quitarse la ropa, son verdades y engaños, arrastra y arrasa, son tacones altos como si fuera un imperio del mandato femenino;


La vida son retazos de lo que viviste y supiste aprovechar.El resto vivelo jugando como puedes y de la mejor manera. Sin olvidar que tu momento es el NOW ..........el presente infinito que nadie entiende .


Te gusta.. me gusto... te gusto... si gustas...te gustas... y mientras jugamos a las escondidas las palabras bailan tomando vida...

Fran dijo...

Haces bien en recordarme ese "now" que no sé dónde está o hasta dónde llega.

Mientras me apoyo en las palabras porque quien detenta el lenguaje, tiene el poder de gustar y que te gusten.

Josué Ramón Ascencio dijo...

"En la vida hacer el amor nos deja tan quietos que pensamos que no queda nada luego, quizá tan solo hacerlo de nuevo"

estxo me gusto, me identifique mucho con ello proque a mi me paso, deje de ser para dar y unirme, y despues que termino quede sin ser y sin nada, me ha costado encontrame otraves, pero ya estoy en buen camino de reencontrarme sin riesgos.

Maga h dijo...

Fran, tus textos son imperdibles siempre.
El deseo es eterno, no termina y es siempre fuerte.
No hay forma de continuar vivo de no ser así. Y estar vivo no es precisamente respirar, se entiende?

Un abrazo.

Fran dijo...

Me alegra, Magha, que digas que el deseo es siempre fuerte -para quién lo tiene que amansar cada día- y que no termina nunca.

"No hay forma de continuar vivo". ¡Perfecto! Y por so no me pregunto -ya que vivo el hoy- cómo era mi deseo antes de ser maduro.

El que cuento, lo siento ahora.

Besos

Fran dijo...

Josué Ramón me gusta tu respuesta y cómo me dices que te sientes ahora después de haber pasado malos momentos.

Recuperalo todo, sigue ese camino sin riesgos.

Anónimo dijo...

Shhhh silencio.
Mirame a los ojos,asienten ,sonríen,niegan
mundo sin palabras
donde se halla la verdadera esencia de las personas,
mundo sin palabras vacías
sentir el roce de dos cuerpos
escucha mis emociones
escribo despúes los pensamientos
que me ayudan a reconocerme.

El silencio ,las palabras y el escribir
se necesitan como las nubes al sol
como la sed al agua,
el silencio tiene lenguaje de gestos posturas

Las palabras liberan el alma
respiración honda hechas palabras y silencios.
El misterio de las palabras hechas silencios
de los silencios hechos palabras.

Callar es ver y reconocer
la existencia del otro y
abrir un espacio a aquello
que solo escucha el corazón.
Hablame con las palabras
del corazón,escribeme con ellas.
Un abrazo.
Ana

Fran dijo...

Tus versos son, Ana, como un manual de supervivencia, esas palabras que liberan mi alma y esos silencios donde se apoyan.

Siempre fuiste, en ete blog, supremacía de verdades para mí. Hace años que tienes el mismo sólido cariño detrás, nada te lo hace cambiar.

Mi abrazo y mi beso más tierno