lunes, 9 de febrero de 2009

Romance completo, hasta sexual

No se sabe muy bien en qué consiste o yo me lo he preguntado muchas veces y algunas me he quedado sin respuesta. Primero –es obvio- hay que tener el romance, luego incluso cuando llegas a lo sexual, puedes hasta decir: ya está, no es la gran cosa.

El romance hay que arreglarlo bien desde su comienzo porque querer a una mujer cuando lo aprendí la primera vez, desde entonces, lo repaso a diario en el María Moliner para poder saber qué es lo que no hago como debe de ser. Bien llevado como una amistad de antigüedad del colegio –sólo de chicos, naturalmente- te puede permitir pasar la vida entera con alguien que te lea en voz alta los párrafos de los últimos versos hasta en la hora del café; cuando estás en su cama tantos días, alguno te permite hacerlo como si estuvieras de visita –curioso en cama ajena- y resulta que es la propia y esas noches hacer el amor tiene un especial privilegio: te fijas en lo sexual con detalle, como aprendiendo.

Una tarde como si no quisieras, escribes en el correo electrónico las mieles de todas las indecencias que a lo mejor no le explicaste nunca a esa mujer porque se trataba de un romance y no te habías dado cuenta, ella lo había entendido por el lado literario y tú te acababas de dejar la esencia entera. Pero sí, si que te entendió porque luego medio desnuda como si estuviera cruzando la pasarela de la ópera te fue repitiendo las obscenidades en voz alta, prodigiosamente impúdica.

Tú en esas ocasiones ni se te ocurre darle consejos porque ella sabe más, tiene más lujuria y nadie escucha consejos con el cuerpo enardecido, busca otra cosa. En esas ocasiones fue donde aprendiste y supiste enseñar el romance más completo, eras capaz de llorar sin tener que dar explicaciones porque hay una forma de llorar tan solemne que no las requiere: llorar de gozo, llorar por alguien, con la boca, con el pecho, con el sexo hecho un ovillo, con las manos crispadas y las rodillas suplicantes, la sede umbilical descompuesta. ¿Lo habéis probado? Es doctrina del romance, es un previo del paso sexual.

Pero quiero adoctrinar de verdad, de lo poco que vengo aprendiendo, cómo se forma el romance completo, hasta en lo sexual y empezaré por decir que el sexo va a pasar, acabas yendo a yoga, te masturbas, engordas un poco bebiendo lo mismo, pero sin embargo queda, queda permanentemente, años de conversación, ya lo expliqué una vez, que eso no se suple, para eso no existe ni doctrina ni remedio.

El final del romance para que se quede quieto en los pliegues más hermosos de los muslos de ella, aunque se hayan arrugado ni se les note la playa, al final es una mezcla de desventura y de calma, de los ojos y la voz que le cuentan cosas a otra persona, abrazándola a veces con la dejadez implacable de los brazos. Esa forma de mirar y hablarle y de atreverte, ¡ah, pues era eso, no era para tanto!, cuando no sabes si los pechos los tiene firmes o a ti te lo parece, pero notas los sentimientos poderosos e imbatibles, y se hace el amanecer mirándose a los ojos como un desafío a la contundencia que tienen todas las otras cosas.

Eso es un romance completo, de alma húmeda hasta en lo sexual, hablando entre los dos con una inteligencia razonable repartida como si fuéramos a llorar ya sin remedio por lo bien que lo habíamos hecho tantas veces, con algo que antes y después de quitarse la ropa, llamábamos anhelo.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi queridísimo Fran, hacer el amor con el tacto, con la mirada, con destellos de corazón, tocarnos con el deseo, que ese deseo nos toque la piel y el sentimiento, aunque sea un amor viajero, no verse y amarse como un ciego, ese el amor que quiero en el recuerdo de haber conocido tu mano, tu mirada y tus palabras.

Siempre, siempre tus palabras elevan, invitan a la ensoñación hombre tierno.

María

Fran dijo...

Sí, María supiste de mi mano, era simplemente mi mejor tacto, honesto pero verdadero para saber de ti entonces, la importante mujer que había dentro.

No fue un amor viajero porque sabes que nos encontramos y que te quiero. Prueba de ello es que mucho tiempo después has vuelto a buscar la honradez que siempre tuvieron mis palabras.

Sueña, porque tierno lo seré siempre. Sin la ternura no sé hacerlo.

La de la ventana dijo...

Confieso que cada vez me da más pudor entrar en este sitio, y no digamos asomar la nariz a los comentarios. Me siento como una intrusa, una mirona que está escondida detrás de la cortina, escuchando lo que no debe. Espiando conversaciones ya no privadas, sino íntimas.

Os dejo solos.

Fran dijo...

Asómate siempre. Esta es una ventana de par abierta como la tuya. Quienes acuden a lo mejor tuvieron la oportunidad del encuentro.

Pero a tus líneas siempre habrá hueco para ellas con placer.

Besos a la vista

Anónimo dijo...

Bueno , sabes tantas cosas del deseo que por c.... te debes haber pasado la vida amando...
me gusta mucho cómo lo cuentas.
Si las lectoras fuéramos como los hombres, sin duda el teclado se elevaría misteriosamente por encima del nivel del mar.

Besos.

Lila dijo...

Querer, amar, desear… Tantas sensaciones. Sin embargo, para mi el sexo y el amor no necesariamente deben ir juntos, es cierto sí, se complementan. Pero el sexo es una necesidad, instinto puro, ganas, hambre, es verdad que todos enamorados o no comemos movidos por el hambre. Visto así, el amor es el precio que a veces pagamos por rozar nuestras carnes deliciosamente, saciando un apetito.

Besos.

Anónimo dijo...

Muchas cosas........... plural...........solo q ya hay q ir separandolas, para en verdad disfrutar de los momentos.
Te debo una visita. llegarà.
Besos maria dolores.

Fran dijo...

Estoy aprendiendo, Reyes, y las lectoras siendo mujeres también formas manifestantes de sus sensaciones.

Cuando aprenda del todo te lo contaré en tu blog que es una delicia.

Fran dijo...

Siempre tienes, razón, che. El sexo y el amor no deben ir siempre juntos, Esperanza. Pero alguna vez tienen que saciar ese apetito.

Yo empleo mucho tiempo en el amor, en las palabras que son deseo porque resulta que lo otro total, va y era eso.

Besos y palabras

Fran dijo...

He tomado nota, tengo el calendario en B
blanco para María Dolores.

Esta vez no te escaparás.

Besos

Bambú Blanco dijo...

Fran, una intensa descripción de un romance con mayúsculas y por lo que se ve, un romance duradero...

Fran dijo...

Así lo es, y a lo mejor, tú mejor que nadie lo supieste leer.

A veces yo me pierdo y hago perderse a los demás en mis palabras, pero no hace mucho hablaba de la felicidad de muchos años de conversación. De su valor, de su sugestión.

Besos

Anónimo dijo...

El romance es amor, o como el amor, que nos hacemos mil preguntas pero nunca sabemos del todo, la respuesta.
Después de este fragmento, me doy cuenta que he de ponerme al día de muchas cosas, es bueno repasar que se hace bien o mal, sobre el comportamiento del día a adía pero caminamos tan deprisa, que olvidamos los detalles más importantes.
Al final, querido Fran, todo se entiende pero es mejor no dar demasiada importancia y así, siempre queda algo por descubrir, algo de ese encanto del escritor, de sus letras.
A veces me haces un lío, Fran, con esta forma tan personal de la interpretación, yo no suelo dar consejo pero sí, mi opinión y llorar, no sé si lo hago con o sin motivos pero me encanta llorar, creo que a veces, lo hago por capricho, pero me encanta y si las lagrimas son provocadas por un romances ummm que dulces jeje de esa doctrina hemos aprendido todos, o casi todos.
Siempre deja usted a la mujer, en buen lugar, nunca se olvida los honores al paso del tiempo, es bello leerlo casi en poesía, la edad, sólo estropea la piel, engrandece el alma y la experiencia nos deja ventaja, ante los jóvenes.
Precioso final, como siempre de protagonista, dándose o no cuenta, vive sus letras, se mete en el personaje, mis más sinceras felicitaciones y un besote con permiso.
Ley.

Fran dijo...

Ley, nadie mejor que tú, especialmente para interpretar mis finales, para sacar conclusiones a pesar del "lio" que dices hacerte.

Nadie mejor que tú para entrar de lleno en ese mundo de "permisos" que tienen tus escritos hasta para los besos.

Demonoslo siempre.