sábado, 15 de noviembre de 2008

MORIR DE AMOR

Por “Limón Ceutí”
Para Fran que dio asilo a mis escritos

“Lo único que me preocupa de morir es que no sea de amor” -le oí decir a mi padre al envejecer. Y fue justamente por entonces, recién terminados mis estudios, que tuve conocimiento de una leyenda ubicada en una aldea próxima a Mosul, en el Kurdistán, sobre una mujer, madre de una sola hija, quien le devolvió el favor de haber nacido dándole ocho nietos. Al último en venir -que se demoró 12 años del parto anterior, se le puso por nombre Gabriel, que significa “esposo divino”, en tanto que fue este el Ángel de la Anunciación y la Concepción. La abuela decía que Gabriel no era de este mundo, sino un enviado del más allá. Y así fue que se le fue tan pronto, como los elegidos, florecido recién.

En el Kurdistán iraquí es compulsivo incinerar los cadáveres y aventar sus cenizas en lugar de libre elección. Pero la abuela logró rescatar las de su nieto a tiempo, las disolvió en vino y se las bebió, enterrándose viva acto seguido. No encontró urna funeraria más adecuada para depositar lo poco que quedó de su Dios.
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En el reino animal supe después de la existencia del calamón, o porfirio, ave de la familia de los rapaces susceptible de domesticar y habitar entre los humanos y al que se tenía por celador y celoso del débito conyugal; de modo que, acogido en lugar ocupado por mujer que sale ventanera y no lo guarda, lo denuncia quitándose la vida. Se le conoce como el pet suicida.

Vivíamos entonces en Kirkuk -fronteriza con Irán y, puerta con puerta, habitaba una familia ucraniana que tenía un calamón. Empezó a mostrar éste signos de alteración de la conducta, descartándose de inmediato cualquier referencia a la santa esposa -mujer de vida monacal y todo un antídoto de la lujuria. Las sospechas recayeron en el vástago, por la más tierna edad que andaba, que escribía torcido y apuntaba hacia sendas que llevan al despeño y precipicio. Una mañana de domingo, cuando la madre entró a despertar al niño, encontró al pájaro -que dormía con él, inerte, cosido al pecho a picotazos y sin una gota de sangre en su interior. A lo visto no halló manera mejor de poner sobre aviso del peligro que corría el hijo de su señor.
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La historia de Nashibia es la de un amor de estrellas cruzadas, judía ella, palestino aquel por el que deliraba. Ocupaba el chico con su familia una tienda en Uasef -un acentamiento de refugiados árabes en el Líbano. Se veían al anochecer y a escondidas, sin ocultar el muchacho su condición, en tanto portaba siempre la jaifa en bandolera en sus encuentros con ella.

En un bombardeo judío de represalia, el acentamiento palestino quedó reducido a pavesas, sin que Nashibia pudiera siquiera guardar como reliquia rastro alguno de su enamorado.

Pasaron los días, los años. Y una mañana, temprano, cuando todo parecía haber quedado en olvido, la chica se encaminó, como de costumbre hacia el mercado de Benalua, tras haberse demorado más de lo común en el ajuste de su corpiño.
Se dirigió al lugar que sabía frecuentado por soldados israelíes en licencia y dónde se vendía droga. Y sin dar motivo ni preámbulo de especie alguna, rompió a llorar. Su porte candoroso movió la curiosidad de los militares judíos, que se acercaron a indagar. Y en el momento se vio rodeada por ellos, introdujo su única mano libre en el pecho y arrancó de un tirón la horqulla de la granada que portaba encorsetada, volando en pedazos junto a ella el corro íntegro de soldados.

Aún con el paso del tiempo -que dicen que arregla las cosas y trae las rosas, Nashibia no fue capaz de olvidar a su enamorado.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

De amor, qué hermosa manera de morir. ¡Y de vivir!
Me permito citar a Bukowski: "Si lo intentas, debes llegar hasta el final, si no, no merece la pena"

Un abrazo.
María (de segundo nombre)

Anónimo dijo...

Todo con un tono de tristeza, relatos q no dudo de su veracidad, pero con tanto amor q parece irreal.Quizàs sea q me sienta inacapaz.
Besos maria dolores.

Anónimo dijo...

Querido amigo, sus historias sean o no reales, a mi, me lo parecen, siempre nos tare algo nuevo, algo diferente y eso hace que nos apuntemos al carro de sus letras, de su experiencia. Esperamos que siga usted compartiendo con todos nosotros, esas imágenes, esas historias.
Pd/ hoy no es mi mejor día pero me encanta esta canción y siempre que le leo me viene a la memoria, se la regalo con todo cariño, junto con mis más sinceras felicitaciones.

El final, se acerca ya lo esperare serenamente
ya ves yo he sido así te lo diré sinceramente
viví la inmensidad, sin conocer jamás fronteras
jugué sin descansar y a mi manera

Jamás viví un amor que para mi fuera importante
corte solo una flor y lo mejor de cada instante
viaje y disfrute, no se si mas que otro cualquiera
si bien todo esto fue a mi manera

Tal vez llore o tal vez reí, tal vez gane o tal vez perdí
ahora se que fui feliz, que si llore también ame
puedo seguir hasta el final.. A mi manera

Quizá también llore cuando yo mas me divertía
quizá yo desprecie aquello que no comprendía
hoy se que firme fui y que afronte ser como era
y así logre vivir pero a mi manera

Porque sabrás que un hombre al fin conocerás por su vivir
no hay porque hablar, ni que decir
ni recordar, ni que fingir
puedo seguir hasta el final
a mi manera.

Con cariño, Ley.

Anónimo dijo...

De las tres historias, Ley, la tercera es real, la segunda mi imaginación y la primera leyenda.

En las imágenes, Fran tiene la última palabra -de modo que hay algo siempre suyo.

Limón Ceutí

Anónimo dijo...

Las personas que nos agrada derramar tinta, solemos mezclar la realidad con las fantasías, ¡que no decaiga la creatividad! No pudo ponerle uno de mis humildes lienzos, este espacio es cerrado a su propietario pero a mi, también me agrada derramar tinta, en este caso pintura, aunque las estampa que le pone Fran, son inmejorables.

Un besote y mi cariño