miércoles, 1 de octubre de 2008

Qué gran misterio son las mujeres


Pongo siempre un beso desmesurado en cada ocasión y una intensidad concentrada para saber cómo son, en una especie de ansiedad contemporánea, y lograr así que en sus caderas jamás se ponga el sol. Porque no se puede poner, ni ocultar, se queda. Y cuando beso sus ojos y sus labios, siento cada vez que estoy besando toda una historia en lugar de a una mujer.

Empiezo cada relato intenso y breve pero al final nunca fui capaz de entender lo más hermoso que tienen de mujer. Ese beso desproporcionado para el espontáneo instante, me abre paso para aprender todo lo que me puede enseñar cada mujer. Y para ello sobre todo hace falta tiempo y calma y así poder administrar la costumbre de tenerlas siempre cerca. Te enseñan casi todo, te educan de nuevo como cuando estás sin ellas, te explican lo que es regresar a la vida, a su mundo, a la circunstancia.

Sigo, sin embargo, sin entenderlo, porque me parece una caricia que empecé antes, lenta cual un tacto que nunca estoy terminando y detrás de cada vez, luego de cada instante se pasa siempre a los momentos que tiene el cuerpo de un hombre y una mujer, dos dispositivos infalibles: el de la inercia y el del erotismo.

Nunca quise que esa mentalidad permaneciera quieta, sino consistiera en una manera de asombrarse ante cada mujer, un raro fenómeno húmedo y tranquilo delante del hombre. Conoces de verdad a una mujer cuando se siente amada. Ellas, como consecuencia viven luego del recuerdo, el hombre no, el hombre es puro instante y por eso se queda, una y otra vez sin saber bien lo qué es un mujer, dónde tiene el encanto, en qué consiste su misterio.

Me he fijado con detenimiento: hay una ley de tacto con ellas, de adoración, de respeto a la tenacidad, que no solemos tener los hombres. Ellas tienen en cambio una pose memorable, única, cada vez, cada momento; una madurez que nos cuesta cien veces más a nosotros tenerla cuando la tienen ya ellas, antes incluso de que en su mirada sobre la belleza gratuita, aunque sea a trechos. Se encienden y suenan, se encienden y huelen como si tuvieran siempre el pubis encendido.

Pienso que he explicado ya bastante lo que siento y estoy como al principio. Habría que quedarse hablando, aprendiendo porque tantas veces son adorables y proféticas. Se me acusa de mi elogio a pesar de tener el verbo triste, pero insisto, me aprenderé el gran documento de ir conociendo a una mujer y preguntarle entre sus redes, cuál es ese misterio, porque yo no puedo tenerlo, porque los hombres, callamos y perdemos. Las soñamos tantas veces desnudas desde el principio para que den sus dimensiones exactas, no ya del cuerpo, sino de esa habilidad que les proporciona su misterio. A nosotros la pasión nos entorpece, dificulta la concreción de nuestros anhelos, ellas la llevan siempre dentro, la tienen si la buscas sin tener que preguntar por ella.

No sé porque me ha salido todo este poema largo, sin maneras de poeta ni destino caso de que tuviera versos. Me quedo con la alternativa que tienen más cerebro porque tienen misterio. En mi caso no me queda más que una demanda larga, una forma de mirarlas que yo sé que les llega. Mientras, entre los verbos persiste esa constante incertidumbre que produce el porqué tiembla el alma cuando el codo roza por casualidad el brazo de una mujer que todavía es una completa desconocida.

Ya lo sé: por su misterio.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Es muy bonito, Fran.
Muchas gracias.
Un abrazo.
J.María

Anónimo dijo...

“Conoces de verdad a una mujer cuando se siente amada. Ellas, como consecuencia viven luego del recuerdo, el hombre no, el hombre es puro instante y por eso se queda, una y otra vez sin saber bien lo qué es una mujer...” Rendida ante esas palabras sólo cabe decir: Fran, eres hombre de vida, eres pasión, eres amor, eres ternura, eres abrazo, eres mano, eres tú. Yo te admiro.

María

Anónimo dijo...

Cuando se conoce al hombre?.
De q nos sirve esa madurez?.
No hay verbo triste, si se quiere amar y conjugar con los cinco sentidos.
Estamos en distinto vertice.
Còmo mujer tengo mis puntos a discutir y tù solo analizas esos momentos, aunq veo q si le das vueltas a los momentos, con la inquietud y la esperanza del proximo intento, llegar a descubrir el alma de quièn lo porta.... nunca similares en los besos,caricias y esos encuentros, sin ser encuentros, sì un lazo de uniòn para estrechar la similitud, entre el amor del hombre y la mujer.......No dejes de pensar q hay detras de una voz, una sonrisa y un, te quiero.
Lo triste tan solo ès, cuando dejes de sentir esa nube q envuelve nuestras vidas, y solo recordamos los dias, minutos ò segundos, q se evaporan por el hecho de querer entrar en la puerta q cierra el misterio o la desconfianza, matando lo mucho o poco q quedò..... convietiendolo en una aventura q destruyo la pureza del amor.
Tampoco se vive de recuerdos..... solo es cuestiòn de valorar q es lo q quedò.......
La libertad, la soledad y el amor en ese hueco tan fragil en el alma.
Besos maria dolores.
PD Mañana màs.

Fran dijo...

Siempre el que da las gracias es aquel a quien le leen, como haces tú J.Maía

Fran dijo...

No solo entiendes siempre mis palabras y el espírutu, María, que hay detrás. Sí, quiero a la vida, la pasión que está frente a cada uno cuando la queremos mirar y hacerla nuestra y quiero de ti, siempre, siempre, tus respuestas.

De mí, no lo olvides, nunca te faltará mi abrazo, mi mano, mi beso, de alguna forma mi compañía.

Yo, contigo no dejo de estar encariñado nunca.

Fran dijo...

Es verdad, podría a la inversa, María Dolores, preguntarse cada mujer cuando se conoce al hombre. Claro que estamos en distinto vértice.

Mi próximo intento no lo abandono nunca, ese mundo de abrazos, de caricias de lo mejor que tiene frente a frente un hombre y una mujer.

No dejes de sentir esa “nube”, no vayas a parar a lo que destruye y vive efectivamente de lo mejor que te quedó y que tienes en el hoy dentro de tu alma, que por lo que leo de ti no debe ser frágil.

Besos de Fran

Anónimo dijo...

En primer lugar, querido Fran, gracias por la parte que me toca, por ese beso desmesurado ¿tan misteriosas cree usted que somos? Un poco difíciles, sí jeje
Ese beso desproporcionado para el espontáneo instante, me abre paso para aprender todo lo que me puede enseñar cada mujer.
Menos mal que los escritores tienen facilidad para hacer que lo blanco negro y viceversa, este fragmento parece da fe de conocer usted, a muchas, supongo que sí pero conocernos a fondo, no es nada fácil, vos nos describe bastante bien pero con un poco de halago y se agradece.
De esos dispositivos infantiles, casi todos entendemos un poco, unos más otros menos pero es lindo leerlo como usted lo describe,
Conoces de verdad a una mujer cuando se siente amada. Ellas, como consecuencia viven luego del recuerdo, el hombre no, el hombre es puro instante y por eso se queda, una y otra vez sin saber bien lo qué es un mujer, dónde tiene el encanto, en qué consiste su misterio.

Querido amigo, siempre había pensado que el hombre no se daba cuenta de su defecto, o condición, en estas frases estoy completamente de acuerdo, la mujer lo entrega todo y después, vive del recuerdo, unas veces agradable, otras muy dolorosas y en cabio el hombre, vive el instante, mañana la mirada de desviará hacía la primera que pasee por su lado, no me agrada generalizar pero al decir el hombre o la mujer, puede parecerlo, la verdad que en algunas cosas, casi se podría generalizar pero a mi, no me agrada esa palabra, ni tampoco creo que todos los seres humanos sintamos lo mismo.
Tengo que confesarle que algunas cosas no las entiendo bien pero si es cierto que maduramos ante y somos más tenaz, más constante, querido Fran, si es su empeño en seguir intentando descubrir ese misterio, por nosotras encantada pero no se esfuerce demasiado jeje sus letras demuestran saber más de las mujeres que nosotras misma pero es cierto que somos no un misterio, por que misterio en sí, ya es la mida pero un verdadero enigma, quizás.
Mientras, entre los verbos persiste esa constante incertidumbre que produce el porqué tiembla el alma cuando el codo roza por casualidad el brazo de una mujer que todavía es una completa desconocida.
Ya lo sé: por su misterio.
Precioso, sólo por deleitarse con las frases finales, vale la pena leer cada texto, esta vez no le pediré permiso para el beso.
Ley.

Anónimo dijo...

¡Cuánta verdad dices, es cierto, nosotras estamos hechas de recuerdos, vosotros de instantes. Fran, el único misterio que poseemos, el gran misterios es esa permanente pasión que, como bien dices, llevamos dentro. Es un sentimiento de amor y entrega tan inmensos, tan grandes que lo tratamos con mimo y que nuestro exagerado celo ante su pérdida nos lleva a ocultarlo de tal manera que únicamente unos pocos privilegiados como usted son capaces de descubrir en un leve roce.

¡Cuánta verdad y belleza, cuánto sentimiento, cuánta vida en sus palabras!!
Es un auténtico placer leerle

Fran dijo...

Besos hay de muchas clases, amiga Ley, a mí los que más me gustan son los desmesurados, vamos, sin control, sin principio ni fin.

No sé si lo que escribo es blanco o negro, pero es difícil entender el misterio de una mujer, que existe, que cada una lo lleváis dentro y más cuando entramos en el capítulo del amor.

Lo del recuerdo para la mujer, y el instante para el hombre suele ser muchas veces muy cierto y si algunas cosas no entiendes es porque necesitarías, amiga, una intimidad, ese roce de codo que te ha gustado tanto su mención para entenderlas del todo.

Siempre recibo y devuelto los besos sin permiso.

Fran dijo...

Antes que nada felicitarte por el nick elegido. Anónimo siempre es más frío. “glauca-pegatina”, divino.

Y en pocas palabras -quizá por la coincidencia con las mías, dices muy bien que el origen del gran misterio que sois las mujeres, del maravilloso misterio, es mimar y conservar la pasión de una realidad o de un recuerdo.

Sentimiento sí que pongo en mis escritos, sino no los escribo y vida la saco a tomar el aire cada vez, porque es el don más preciado de hombres y mujeres.

Un beso y mi gratitud y mi respeto y mi admiración. Y eso que no rozado tu codo.

Anónimo dijo...

Tienes siempre la inquietud por llegar al fondo, sin dar pausa, sin llegar a saborear q hay tras esa mirada.
Cada mujer es una escuela...... solo q a veces no se pasa de primaria..... lo demàs llega con el roce del tiempo perdido creyendose mujer.
Tus relatos son siempre intensos y a cada una llegas a fondo...... pero con distintos matices, color, esencia y respeto.
Bièn dices, q cada una tiene una pose memoriable, pero con un fondo de amargura, por no haber podido transmitir todo................ todo. Y si pienso q lo hizo , fracaso despues de una larga singladura.
No dejes de exponer lo q piensas, o q ronda tù cabeza. quizas asi llegues al fondo de las transparencias de una mujer.
Besos maria dolores.

Fran dijo...

Tu respuesta es muy buena, María Dolores, y eso que la leo en un momento que no es el mejor. Quiero llegar al fondo efectivamente, pero no es fácil porque ando demasiado cargado de entusiasmo, a veces.

Seguiré diciendo lo que piense, es parte de mi vida. Si en algún momento me callo, espérame, volveré a este escritorio. Hasta el fondo, diciendo lo que pienso de cada mujer, de cada sentimiento.

Besos