domingo, 12 de octubre de 2008

Este sitio donde he dejado la vida


Con una belleza acentuada y cansada, la que tienen mis libros, la que yo he puesto en ellos. Hace días de una manera que parecía inagotable, una mujer, junto a ellos les iba quitando el polvo de la vida, mientras persiste, sin embargo, la alta ebriedad perenne de los símbolos que tienen cada uno. Además, puede que contengan, que esté, lo que nunca he sido y lo que quise ser, o en verso del poeta Colinas “o acaso del que fui, o del qué aún seré.” Todo puede ser.

Es curioso y hermoso hacerlo cada año. Te das cuenta de los que prestaste y aún no te los han devuelto, ni te devolverán jamás, de aquellos que se llevaron quienes aprendieron junto a nosotros esa manía de leer, de estar muchos ratos dos personas leyendo sin más autoridad que la enseñanza y el placer que estaban ofreciendo.

Es mi título, es lo más cierto, me he dejado la vida en ellos y me la han dado a cambio, porque me fueron entregando cada vez instantes y momentos, las horas del ensueño adrede para no poder dormir. ¿Qué pasará luego? Antes de pensarlo tan siquiera, me detuve en páginas gloriosas, en primeras ediciones, en colecciones completas de algún editor romántico que se arruinó con los libros, de autores, que llegaban traducidos, ignorados hasta entonces en el país donde vivía.

He dejado mezclados estos días, la añoranza, el recuerdo de su primera compra, casi en forma de caricia, de anhelo leve de mí propio ser. Le he dado la razón definitivamente a Melania Mazzucco en “Un día perfecto”: “la literatura es lo único que permite soportar esa perversa locura que es la vida”. Fue mi embriagador perfume como si estuviera oliendo permanentemente a una mujer, que huele casi siempre a incienso y a manzana y a deseo.

Siempre se me escapa el símil: al igual que una mujer, los libros me llamaban con urgencia -podría a veces ser la misma cosa, las hojas sueltas de la existencia entera. Y era urgente porque lo mismo que en el amor, cuando se demora ya suele ser otra cosa.

Me dieron el idioma, la forma de acercarme a la gente, la fortaleza que me ha negado el cuerpo tantas veces, me contagiaron como de un humo áspero y unos versos de oro que siempre llevan los poetas puestos. Fueron mi continuidad de estar aquí hablando ahora de ellos, de haber estado quitándoles el polvo que tenían porque siempre tienen su turno y su antigüedad: o no haberlos leído, o estar ya demasiado tiempo en su sitio.

No tiene que volver lo que nunca se ha ido porque es parte de nuestra recóndita riqueza. La mía tiene forma de gratitud y de silencio, es una manera de testimoniar que estamos juntos como cuando a una mujer le he pedido -al igual que ese volumen en la estantería, que me conservara el amor de siempre, que no tuviera impaciencia porque eso siempre quedaba lejos y yo en cambio me notaba muy cerca, como lo hago junto a cada estantería.

No sé quién las vaciará un día, no tendrán tiempo de hacerlo, ni sitio para ponerlos. Ni lo pienso, les hemos ido quitando el polvo que tenían de hace un año más o menos. Al tenerlos así limpios, al haberlos pasado por las manos nuevamente, me he vuelto a enamorar de cada uno de ellos. Su olor ya viejo me ha parecido como a una mujer que le gusta que la enamoren y no sabía cómo decírselo.

No sé qué harán con ellos, da lo mismo, han sido ese sitio donde he ido dejando la vida, esa razón suficiente para seguir vivo.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

A no dudarlo en las páginas de los libros está lo mejor, me acuerdo que mis inicios en la lectura se los debo a mi madre, tan amante de la poesía ella, en las tardes de invierno me leía “Las mil mejores poesías de la lengua castellana” ahí estaba tantos autores, que luego a lo largo de mi vida siempre alguna frase me ha permitido usarla para plasmar sentimientos, consuelos tan necesarios para el espíritu, e incluso alguna sonrisa pensando que podía ser yo una de esas heroínas de amor que en ellos se cuentan.Cuando Marta aprendio a leer, mi madre le regaló su primer libro de poesía de Gloria Fuertes.

Un beso Fran, la poesía ya la pones tú.

María

Anónimo dijo...

Querido Fran, ahora me doy cuenta de donde nace ese rincón de privilegio, disfrutar esos estantes llenos de libros, es un verdadero privilegio, vos ha sido, es y será por mucho tiempo.
Leer es un placer, Fran pero no todos disponemos de ese privilegio, seguro que ha compartido muchos libros pero si comparte algunos conmigo, no espere usted que se los devuelva por que para mí, sería parte de su privilegio.
Que le han dado mucho, de eso estoy segura, y que gracias a eso, podemos disfrutar parte de esa fortuna, lo cual le agradecemos o al menos yo, hablo por la parte que me toca, Fran, de los exceso también se contrae la locura jajaja y no sabía a qué olíamos las mujeres, me quedo con el olor a manzana, el incienso me recuerda las frías iglesias y el silencio de las misas.
Con las mujeres, mejor no demorarse jajaja pero ellas bien que les agrada hacer esperar, creo que todo tiene su encanto, no? Sus libros son uno de sus tesoros más valiosos, de eso estoy segura.
Fran, el amor no tiene usted que pedirlo, ya se lo gana con su delicadeza hacía nosotras, gracias por compararnos con sus libros, a mi, nunca se me hubiese ocurrido jaja Fran, los libros son silenciosos y las mujeres nos encanta conversar jeje seguro que esos libros lo guardarán como el mejor tesoro pero si no es así, yo me apunto a depositarlo en el mejor lugar de mi casa.
Como siempre, felicidades y un besote con permiso
Ley.

Fran dijo...

Ese libro que citas, que te leía tu madre, María, fue uno especialmente querido en mis inicios de lectura también. Yo me lo leía sólo con verdadero deleite. Buena labor la de tu madre.

Y también Gloria Fuertes -sobre todo para los niños, fue una excelente autora.

Me agrada que tu respuesta sea tan literaria. Me quedo con tu beso e intentaré con mis palabras -a las que consideras poesía, devolvértelo siempre.

Fran dijo...

Ley, encanto, ese rinconcito que ves en la imagen es una pequeña parte de mi salón. Añádele un larguísimo pasillo con sus paredes desde el techo hasta el suelo cubiertas también de libros y los cuartos de trabajo de los dueños de esta casa. Ahí está nuestra vida, como he intentado explicar.

Enviarte libros a ti y a quién los necesite, es un verdadero placer y lo ha sido siempre las muchas veces que lo he hecho. Llevan como un adhesivo: “no me lo devuelvas, por favor”. No es desprecio hacia la obra, ni mucho menos, es necesidad de poder ubicarlos ya, aunque cuando decimos que no tenemos sitio, siempre queda un hueco para un libro más. Tomo nota de tu petición.

Aunque el incienso es cierta gomorresina que se quema en las ceremonias religiosas, es una manera de turificar, de adorar, de meter una vez en una metáfora a la mujer, su destinataria.

Siempre sin demorarse ni anticiparse, verdad, querida?
Un beso intolerable, esos que no son el anticipo de otras ternuras, sino el punto más alto. Vas hacia allí siempre.

Anónimo dijo...

He puesto unas letras............ pero metì la pata y se borro todo.
Mas tarde en lsa noche vuelvo.
Besos maria dolores.

Anónimo dijo...

Una se situa en una estanteria con la esperanza de q al menos una vez al año, pasar por las manos q cuida la tersura, con amor pasa sus paginas y le dejo un instante de vida, q la tuvo en su momento, pero arrinconada se la situo en un lugar no siempre privilegiado y con luz suficiente para al menos leer su titulo y porq no? el autor q puso todo su corazòn y empeño a dar la hermosura q en esos dias necesitaba expresar, dando paso a una convivencia, un compartir y sentir, q en muchos de sus momentos nos trasladamos a la pagina o usurpamos el personaje..... recitando cada una de sus frases q nos toca el sentir màs perfecto, con la pregunta latente ¿ Q pasarà luego?.Volverà a cubrirme el polvo y el olvido?.
No todos apreciàn el porq pasas el tiempo sobre relatos de color de rosa o gris, recordando aquellos de Blasco Ibañez.
Y cuando no son devueltos, queda ese hueco con la pena de haber perdido su aroma.
La vida se entrega de una manera u otra con distintas profesiones, solo q hay algunas q completaron el alma y dejaron un resquicio para el amor......
Si llueve o antes de un placido sueño, q, mejor q renovarse con la lectura, sin pasar pagina a nuestra rutinaria vida, q aquellos q percibèn o al menos buscamos titulo adecuado a esos momentos llenos de soledad con la falta de ser rellenados, con amor y transigencia te dieron todo......miralas...., aunq sea en los ratos q sabes a quien dirigir la mirada....¡¡te esperan!!.Sin preguntarte q serà de ellas ..... Los romances ahi entre estanterias..... esperando ser cubiertas de .....
Besos maria dolores.

Fran dijo...

Da mucha rabia, María Dolores, cuando se borra todo. No te preocupes, sé que me lees. Eso es mucho para mí.

Un beso

Fran dijo...

Sí, María Dolores, ese mirar y pasar las páginas, de manera bien visible una vez al año, enriquece las estantería cuando a lo largo de la casa hay tantas. Es una manera, como dices, de convivir, de compartir lo que fue nuestro y sigue siéndolo.

Es hermoso eso que has escrito:” la vida se entrega de una manera uotra”. Yo la entregué, mucho más allá de mi carrera, de mis estudios, de mis profesiones en esas filas de libros que me incitas a mirar.

Me lo dieron todo, o al menos casi todo, y tiene que ser necesariamente verdad que me esperan, con toda su belleza encubiertas, no del todo a la vista siempre.

Gracias, eso espero, y un beso.