viernes, 24 de octubre de 2008

LANCES DE LA VIDA AIRADA

Por “Haz de leña”

Cogí el tren en Morón de la Frontera, grandes líneas ahora les llaman, largo recorrido entonces, Sevilla la estación de origen y la de destino La Línea de la Concepción. Vagones con pasillo junto al ventanal y compartimentos estancos con puerta corrediza acristalada.
Me acomodé en uno que iba medio vacío, una monja de edad incierta, un anciano más muerto que vivo y el “hippy” -como antes les llamaban, desaliñado, chupao y sin afeitar; se colaba el sol a listones por la persiana tupida de la ventanilla.

Pensé equivocadamente que la monja y el hippy viajaban juntos o, al menos, se conocían. No es que les prestara atención, que a mí me la pulen los demás -estaba leyendo “Chacal” por más señas, pero oí que se hablaban. Subió de pronto el tono de la voz, parece que la monja le espetó algo, le increpó a cuenta de no sé qué, esa obsesión de la gente de hábito talar por enmendarnos la plana, iluminados que se creen siempre por la paloma. Y fue entonces que el muchacho, que ocupaba el asiento encarado a ella, se levantó airado y le cruzó la cara de un sonoro bofetón.

Pareció detenerse el reloj, nadie chistó; el anciano, medio muerto que iba, yo, soy músico y me acuesto a las ocho. El chico pasó frente a mí, de salida y le oí murmurar algo así como “ya me puedo morir tranquilo”. Debió haber sido alumno de ellas y se la tendría jurada -vé tú a saber, caja que guardó alcanfor quédale el olor. La Sor, humillada y a despecho, sacó el rosario y se puso a desgranarlo. De su breviario se deslizó una estampita, que recogí gentilmente del suelo y se la di, sin recibir ni las gracias, fue instantáneo pero me quedó grabada la imagen de un mártir, atravesado su cuerpo por una enorme estaca de madera, con la consiguiente explosión sanguinolenta. Esta gente es muy dada a estas cosas; con lo que la Hermanita convertía la humillación en goce -de un viaje dos mandados.

El tren aminoraba entonces para detenerse en “La moraleja”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido amigo, esas tierras me son familiares y esos trenes, no quiero recordarlos, algunos tenían los asientos tan duros como piedras y los largos recorridos, eran interminable, pero como éramos muchísimo más joven, digamos como la canción de Carina, cualquier tiempo pasado me parece mejor.
Interesante espectáculo el de la moja y el hippy jaja por dudo que sea el camino, siempre nos queda una anécdota en nuestra mente, querido amigo, creo que esta historia no es la única que tiene en su cabeza, esperamos abrir ese libro, que más que libro, debe ser una enciclopedia, con mojas, músicos y cadenas.

Un besote y mi cariño

Ley.

Anónimo dijo...

Yo viaje felizmente en esos trenes conversando en los pasillos por horas... y quièn no paso la noche en ellos. El catalàn q amanecia en Algeciras, pero siempre habia ese departamento oscuro q decia reservado.... y alli se dormia a solas, pero reposando los huesos sobre tan mullido tapizado de plastico.sin q el revisor tomara en cuenta si habia alguien en el departamento.''quizas la suerte de ser mujer!!.
Ya leo q por aquel entonces habia el maltrato a la mujer.... no me gusta, no lo acepto, pero ahi està. si`se educo en convento, q poco le quedo impreso en el corazòn.con melenas o sin lavarse, no dejo de ser hombre... y sì maltrato.
Cogeremos otro tren. q exista alguièn q defienda la integridad de la mujer.
Besos maria dolores.