lunes, 6 de octubre de 2008

Con el pelo eróticamente suelto o recogido


Así me imagino a una mujer tantas veces, cada amanecer de momento incomprensible, cada rato malo en que ya no sé qué deciros, pero necesito deciros lo que sé. Así me la imagino, pero mientras, me quedo antes con mi edad que me pesa, con las ganas siempre de leer, pase lo que pase -es lo único que no se me va de la conciencia, -erótica también las misma veces, que va haciendo escuela diferente en mi lenguaje. Aunque me quede -según me dicen, en la primaria, como la axila permanente de una mujer -que hace mucho tiempo que no se la veo a hurtadillas cada tarde, pero que aprovecha un santoral a los que no les debe quedar santos para decirme nunca te he soltado, nunca te soltaré.

Eso quiero como hombre, a pesar que hubo un punto final que ha resultado algo continuo, profundamente erógeno por su insistencia como dos rodillas descubiertas -sutileza en su atractivo, estilizado y fino, que me decía que lo importante no es ser el primero, sino quedarse el último, el último con punto y seguido. A la vez la duda, la benévola duda que provoque la mujer porque hay un erotismo insalvable en la necesaria infidelidad que debe de tener. Nunca engaña, -salvo que inevitablemente lo consientas, es un rumor para tener más ganas e imaginártela somnolienta y desnuda como la mejor manera de dormir.

Eso vengo pensando porque me vienen los pensamientos cuando siempre voy a tener edad para tenerlos, y sin embargo la insistencia, el deseo de una mujer entera que en cada momento se me enrede entre el verbo para hablarle del vacío que me fabrico adrede. Tampoco cambio a posta, se me borra intencionalmente el pasado por brillante que fuera para ser también infiel y promiscuo; sigo estando en vigilia permanente sobre todo en los ratos peores donde pienso que ya casi no queda hombre.

Me han ido destruyendo los momentos que la naturaleza tiene, una capacidad para enfrentarme, un coraje, una raza culta y despiadada que me dieron los libros hasta revolcarme con ellos por el suelo. Nunca quise el éxito, me importó la dedicación, la pasión, la manera de emprender las cosas, de llamar a una mujer y quedarme con ella. Recuerdo aquella voz, sensual hasta una atrocidad inusual que me decía tiernamente, qué bien haces queriéndome pero nunca me vas a tener. Había una dominación y una hermosa sumisión luego, una forma de placer anotada en la escuela de la mujer, adorando ese omnímodo e imaginario post coito, siendo el hombre como un animal que siente así la absoluta liberación ante el amor que da la sumisión.

Lo escribí muchas veces en una página con nombre de literatura en la sobrecubierta y cuando me lo aceptaron sentí cumplir así esa dedicación, esa pasión que siempre procuro poner a la búsqueda del mejor momento que venga luego, que me traiga alguien de verdad, poderosamente, sin miedo para poder imaginarme ese pelo eróticamente recogido o tal vez suelto para con ellos hacer un rito, un rito inventado y escalofriante para estar con una mujer, o sin estar con ella encontrar el destino geométrico que tenemos cualquier hombre.

Necesito urgentemente un beso adherente a la ternura de cada pausa en la escritura, adquirir así el hábito que he perdido de gobernar las viejas dificultades que tiene la vida. Siento ya insultantes en las manos las oscuras manchas que tiene la vejez, pero a cambio pido y ofrezco compartir ese instante de sensación verdadera que estoy siempre pidiéndole a la vida.

Estos días miraba con temor y cuidado una vieja cicatriz de hace veinte años. Se parecía un poco a la que un día se inventó Umbral: “el carmín de una mujer doliéndome toda la noche como una cicatriz.” Pues de momento he decidido salir de mirar la cicatriz ya que me gusta escribir como quién sale de una frase. Ni me importa parecer viejo porque al fin y al cabo Borges reescribía lo viejo. El otro día le leía a alguien que ya dijo de él “que sólo se ama lo que no se posee totalmente”.

Pues me quedaré con lo que tenga aunque sea el recuerdo de un pelo eróticamente mal recogido o un santoral que me trajo nunca te he soltado y nunca te soltaré. Yo tampoco.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Fran, tarde y agotada pero después de leerle, es difícil pasar si acudir a ese beso urgente, aunque yo, siempre le pediré permiso, mañana volveré a darle las gracias por tenernos siempre en cuanta, por dedicarnos tanto tiempo y elogios, pues ahí va ese beso y esas felicitaciones por compartir la belleza de sus textos y lo aprendido cada día.
Ley.

Anónimo dijo...

Con tu lectura selecta, llegas a tropezar con la mujer peinada o sin peinar, como salida de la cama despues de una noche trotando con sus sueños, sin quedarte atras de sus sueños.....compartiendo a hurtadillas los secretos de su melena ¿ serà su color natural? y solo la imaginaciòn nos lleva a ese trance. Porq todos cumplimos años, y cada uno lo malgasta en un decir o leer lo q aùn nos espera. El ultimo q rie, lo hace con plena carcajada y lleno de satiscacciòn, llegue, llegue, sin intentar abandonarse en los recuerdos.La lectura es femenina..... y tantas pasaròn por tus manos, q ahi el revolcarse locamente enamorado, dan para mucho o toda una vida mejor dicho.
No pienso q sea sumiso el hombre, si q espera la sumisiòn de la mujer y cuando sin saber porq, aùnq seguro fuè por falta de abonar ese amor, la pierde o al menos la vè ojeando otros pasajes se siente revelde y quiere alargar la mano para q solos sea suya, sin reconocer sus errores, y lo triste es q es tal la ofensa q mal interpreta y da paso a una ruptura.....olvidando cuanto amor le ofrecieron, sin estar con ella..... porq de haberlo estado, no se sentiria solo echando en cara lo q no fuè y dio lugar a ello.
Mirò solo su cicatriz del pasado olvidando la herida con sus dudas.... q costarà años en q no se aprecie.
¿Cuesta tanto amar lo q no se poesee?¿ q precio hay q pagar?.
Besos maria dolores.
Mañana màs.

Anónimo dijo...

Fran querido, eres diferente en ideas y trato, eso siempre enriquece las conversaciones, colorea y diversifica las muchas tardes tristes que a veces nos acompaña en nuestra soledad. Leerte es saber qué eres todo un privilegio para cualquier lector y un orgullo sentirse mujer a tu lado.

Mi beso de siempre,
María

Fran dijo...

Ley, yo siempre pido los besos con urgencia, es la manera que se queden definitivamente en la boca. Búscalo en un diccioanario, en alguna boca.

Pues un beso

Fran dijo...

Qué bien sabes decir las cosas que pienso o como las quisiera decir, María Dolores. Nunca me quiero quedar detrás de los sueños de una mujer, por eso como sea, a hurtadillas si es preciso, me enredo en su melena.

No he sido el último con quién sin embargo sé-aunque aquí no tenga sus palabras, que no me ha soltado ni nunca me soltará. No he sido el último -tuve el aviso previo, pero permaneceré.

La sumisión del hombre, de la que dudas, puede ser muy hermosa porque termina en un amor inagotable.

Por amar lo que no se posee -basados en Borges, yo pagaría, ¿tu no?

Mañana me dices.

Y gracias por entender que con la lectura a la que bien le pusiste género femenino, pasaron por mis manos los libros o las mujeres. Respeto nunca me faltó.

Besos

Fran dijo...

María, cariño, no quiero que tengas tardes tristes y que en todo caso cultives tu soledad enriqueciéndola. Siempre supiste hacerlo.

Te mereces un hombre que te ame con locura. Sabrías administrarla.

Mi beso y mi cariño también eternos.

Anónimo dijo...

Nunca te solté,nunca te soltaré, lo sabes...

Precioso tu escrito y todo lo que entre líneas soy capaz de vislumbrar.

Un beso

Bolboreta

Fran dijo...

Yo también lo sé, Bolboreta, porque la pura verdad es que jamás me soltaste y jamás me soltarás, aunque pasen los días sin que crucemos una sola línea.

Supiste mejor que nadie quién te escribía cada vez, a quién tenías delante y tus respuestas las tengo en las estrías más profundas de mi alma.

Quizá habrá que hacer uso de la metáfora de Umbral, pero te la cambiaré un poco: me duele cada noche recordar la belleza imposible de tus ojos.

Los beso

Anónimo dijo...

No hay un mañana, sin el instante de unas letras, de un recuerdo, del trance de decidir q hay tras la ventana, por miedo abrir la puerta, con la duda tras el cristal, enredando la melena en los brazos invisibles del tiempo, q no distingue el color con q vive la esperanza y el disfrute de esos momentos poniendose una cinta al pelo hasta descubrir la imagèn, los rasgos de una cara limpia, sin nada de maquillaje con q ocultar sus arrugas.
No ocultes tu sentir, seria como querer vivir de una mentira, y no hay mentiras piadosas, son la mascara de apariencias y verdades ocultas.
Besos maria dolores.

Fran dijo...

¡Qué bello y qué sencillo tu primer párrafo, María Dolores!

Jamás oculté mi sentir, ni lo haré, al contrario lo hecho muchas veces y ahora ha sido por una circunstancia concreta. Si echas la vista atrás verás en este escritorio, hace ya varios meses, verás que lo que te digo es cierto, pero a veces las personas sin soltarse, tienen que quedarse así, unidas pero sinmanifestarse.

Y las mentiras piadosas nunca las utilicé. Cuando ofrezco o devuelvo una amistad o un cariño, lo siento así. Sino no lo diría. No tiene nada que ver el pasado. Vivo el presente.

Besos