viernes, 29 de agosto de 2008

La barrera de los diez centímetros


Necesito cada vez que vuelvo a mi sitio, como una especie garantizada de buen éxito, hacer míos con quienes quieran compartirlos los diez centímetros de cercanía. No debe haber dogmas porque entre cuatro palabras que pienso seguir escribiendo puede estar –de hecho está, el orgasmo más largo de la vida de uno.

Me hace falta el consentimiento pleno, sin cambiar ni de ética ni de edad, pero lo suficiente para que esa exacta medida de diez centímetros entre la ropa usada y las ilusiones intactas, ese tope, me consientan que no sea tope. He demostrado en un fondo de cultura mutua –y a eso le puedo llamar hasta caricia, cómo soy capaz de llegar a ese tacto de diez centímetros de cercanía. Para mí, como una especie de dogma que no supieron enseñarnos, Dios existe porque ha creado una determinada mujer.

Ya voy ganando ese terreno, ya me siento cómodo dentro de él, nada más llegar a mi escritorio privado y único pero descaradamente público. Lo vengo pregonando mucho tiempo que en un hombre maduro caben sueltas por asignar muchas ramas de ternura. Quien la tuvo sabe que me abstendré de juzgar nada de nadie, soy sentencia absolutoria segura porque la necesito propia. Entre líneas se escapan cosas intimas mientras lo que ocultas es lo que más te define; acepto y pierdo, tanto da si ha habido momentos en que no existieron esos diez centímetros, todo era cercanía. Cuando pedí una caricia, gestionada entre los libros leídos, a mí me faltaban, a ella destinarlas; a mí me gustaba el verbo y a ella la boca amada y hablada; a ella estrenar las ganas y a mí el deseo de gozarlas.

Para todo ello sobran los diez centímetros, es dar rienda suelta –como vengo haciendo, como amenazo seguir haciendo, porque en el ser humano hay una disposición inaudita e inauditamente resuelta, a tocarse, acariciarse, abrazarse, a hablar. Hasta lo sacaré fuera de aquí para contarlo aquí, que cuando una bella y anónima mujer sostiene mi mirada en la calle, aún puedo acariciar la idea de que la vida es como un árbol con su entramado de posibilidades, de caminos que podía haber recorrido y voy a recorrer aunque se me haga tarde.

En qué enredo me he metido por dejar el mar ahí, casi a mi lado, pero me he quedado solo -los libros que no he leído me recriminan mi lamento, sólo con mis silencios deseados para llenarlos lo más posible; sólo a lo mejor con poco tiempo para sacarle partido a un abrazo; sólo cuando vuelvo a acordarme en el instante que le dije a alguien, tú no te puedes morir, que te he inventado yo. Y vuela como una mariposa.

Pues enredado estoy de nuevo con las palabras que me propician a lo mejor muchos caminos nuevos porque convencido estoy que vivimos una sociedad con una minusvalía emocional muy poderosa. Pero hacer lo contrario lleva mucho trabajo. Me quedo con el descaro del belga Beigbeder “¿Crees que me amarás algún día? Es largo –fue la respuesta, el amor es un trabajo.”

Un trabajo dispuesto a admitirlo pero para el que hace falta que no existan ni un centímetro que no sea capaz de suprimir la barrera de cercanía. El remedio: amar hasta la asfixia y contarlo luego. Y ya que empieza el invierno necesito como un apetito insaciable, estupefacto, nuevo. Así de transpuesto me he quedado frente a un montón de libros nuevos, las cosas que tendré que contaros, ver que no puedo envejecer en un mundo en que si sabes hacerlo, está prohibido envejecer.

Esta cita ya es repetida, como su autor, Beigbeder: “"Las mujeres son mi sacerdocio. Quiero conquistarlas como un continente.” Pero un continente en que una vez en él será atañer para su aval y su defensa. Un continente amplio, poderoso, tierno.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Una vida placentera en ese lugar,"tu sitio", ofertando compartir esos momentos q lleno de letras dan lugar al orgasmo màs largo, porq no saben de tiempo. aunq si de medida.Pero si un escritorio danzando ofertas y demandas, donde tu muy bien sabes poner los puntos y comas en su lugar.Llamemos. caricias de mujer o pretensiones a describir lo q sentimos al pasar la berrera de 0 a 10 centímetros. Con la ternura de esa sonrisa socavona esperando ver màs allà de lo q la vista alcanza y la respuesta de unos ojos q no se apartan, porq no tienen porq reprimir los deseos de ser acariciada. Sin calcular tiempo ni lugar, apartando los q no saben sentir q quiere esa mirada.
Besos maria dolores.

Mañana màs.

Anónimo dijo...

Mi querido Fran; No dejes nunca de volver a éste rincón de los sentidos, en compañía del mar, de los sueños, entre palabras de ida y vuelta, entre libros y poemas. Yo no puedo decirte cuanta distancia en centímetros nos separan, sólo tengo la certeza que te quedaste un día dentro de mí, ese es mi privilegio.

Mi beso de siempre, siempre

María

Fran dijo...

Pero mañana más, maría dolores –te copio las minúsculas de tu nombre porque me parece un centímetro menos de los diez.

Ya lo ves en mi sitio tengo la osadía de ese sitio porque me lo inventé yo y mis ofertas y mis demandas me hacen falta, me hacen espantosamente falta. Además siempre fue un derecho.

Borraré los diez centímetros cada vez, miraré hasta dónde pueda o dónde me dejen –además de derecho es necesidad, es urgencia, con quién pueda, con quién me deje. Como pueda, cómo me dejen. ¡Benditas cacofonías!

Y cálculo no haré ninguno porque soy de letras, porque mañana debe haber más.

Besos de Fran

Fran dijo...

Cercana María, no sufras porque este rincón de los sentidos como llamas o como nombro, yo no lo puedo dejar, Es una apoyo, un acortamiento de distancias.

Estar dentro de una mujer, en efecto, es lo más bello que puede hacer un hombre.

Sigue escribiendo sola como me prometiste, calidades no te faltan y supiste, lo recuerdas, cómo entonarte, que tu círculo personal fuera impecable.

También siempre mi beso.

Fran dijo...

A mi respuesta anterior, María, tendría que añadir que el respeto y atraccción que siento hacia las mujeres en mis escritos, pasa necesartiamente, siempre, siempre, por el que queda en lo que ya forma parte de mi vida.

Nunca lo he alterado.

Un beso

Anónimo dijo...

Creo y afirmo q tienes el consentimiento pleno, q corazòn no late al leer tus pretensiones? la verdad q me encuentro atrapado,¿por serà? Quizás la necesidad como muer, compañera y amiga, escuchar halagos y al mismo tiempo descifrar el mensaje. ya nos destapamos y porq no un revolcón en esas metàforas, conjugando el verbo Quiero....y sus consecuencias, cuesta tan poco, y màs no sabiendo de medidas....las caricias brotan como
cualquier planta q quiere ofrecer su flor, colorido. Se q no te alejas de la mar...ella nos atrapo nos aporta la inquietud q zarandea nuestro cuerpo al adentrarnos en ella. acariciando la piel con su espuma.
Estàs en un compás de espera..............corcheas.. semicorcheas, con esa tonalidad q las manos dan en el instrumento, definiendo los tiempos q ya superaron los dogmas de fe.....sintiendo q existen otros a aùn faltan por entender. Somos pobres en expresar sin miedo cuanta necesidad..... cuanta falta de amor.
Hoy empecé el día con la alegria de compartir la feria familiar y de amigos, colaborando en el plato mundialmente degustado.La paella y para el están de los niños la tortilla de patatas, ellos ofertan sus dulces todos participamos con algo.ya te contarè cuanto nos juntamos.. pero seguro pasan de 60.
Seguimos mañana? la verdad no llegue a leer completo tus afirmaciones.... tus letras da para mucho.
Besos maria dolores.

Anónimo dijo...

Mi Fran queridísimo, lo sé me consta, conocerte y aprenderte fue un privilegio, del cual sólo me he adjudicado el papel de tus palabras, pues si de alguna forma o fondo he aprendido a usarlas, a darles el valor que tienen, y las he procurado vestir de fiesta, es por qué siempre he tenido un espejo en que mirarme, y ese no ha sido más que tú, la ternura que empleas, tu dulzura, y tu admiración siempre a las mujeres derechas, ha hecho de mi una simple aspirante a aprenderte.

Y ahora sin más dilación sólo decirte que te quiero hombre de bien.

María

Fran dijo...

Pues que lata lo de tu corazón porque pretendo y es muy simple y necesario lo que quiero –como dices nos vamos conociendo, destaparme, revolcarme con mis propias metáforas pero que si alguien con capacidades sueltas no saben entenderlas, no me sirve, maría dolores. Y tú sí que sabes.

Cierto que estoy en un compás de espera, que se alargue lo que sea, no me importa porque qué precisa eres diciendo que se superaron los dogmas de fe. Tengo falta de amor porque es tal mi avaricia que en cuanto me lo dan necesito más. Soy como un niño enamorado del amor antes de hacerse viejo.

Que disfrutes tu paella y los niños la tortilla de patatas. Cuando estuve en Italia hace unas fechas, aquella “mamma” nos hacía pasta por las noches hasta para 18.

Seguimos mañana

Besos de Fran

Fran dijo...

Eres divina, María, entendiste mis dos respuestas, sabes por qué, porque son ciertas y porque me quieres.

Has sabido y sabrás siempre usar mis palabras y a ti nunca te faltarán.

Gracias. Un beso hoy especial.

Anónimo dijo...

Fran, querido, sus sentimientos nunca hallarán barrera, son libres y ya se encuentra en su lugar preferidos, donde deja volar su imaginación y le salen textos como este, incomparable!!!!

Mis felicitaciones y un besote con su permiso

Ley.

Fran dijo...

No creas, querida Ley, los sentimientos son menos libres de lo que te parece y barreras siempre hay o sino distancias por pequeñas que sean.

Gracias por tu buen deseo.

Un beso