miércoles, 12 de septiembre de 2007

Ayudas para instalaciones y desinstalaciones


Todos los que utilizamos programas informáticos necesitamos muchas veces ese menú de ayuda de instalaciones y desinstalaciones. Aplicaciones que tenemos en la red hay muchas ocasiones que no sabemos del todo bien cómo utilizarlas. O terminada su función, saber dejar el hueco blanco como un tiempo pasado, ya sin resistencia, de la que queda en nuestro ordenador como una nostalgia antigua de cómo funcionaba.

Pues en la vida, nos ocurre lo mismo, ese menú de ayuda lo buscamos y lo necesitamos insistentemente: lo que haga falta antes que elegir el fracaso, la obligada lucha que en soledad nos derrumba y por eso hacen falta las ayudas. Hay trances que es el recurso de asignarle al amor palabras para amar o escucharlas y saber así de su complacencia.

Hay como errores de casting, algo funcionó mal, en el estrecho mundo de la química entre las personas, algo se nos hubiera ido al traste si no hubiéramos tenido una voz amiga al lado, la preciosa sensación de un silencio en la facultad de aprendizaje; recuperar la confianza en unas fuerzas ya gastadas pero que son las nuestras y con ellas hemos de guisar este alimento de la vida diaria.

Por eso, hay que tener muy a mano, ese menú de ayuda que quizá no conozca nadie, una ayuda para tomarse el tiempo y las palabras que hagan falta, un forma de apoyo en materia de sufrimiento que te lo hace más leve y un tono de sonrisas, válido hasta para cuando estés a solas.

No me basta la emoción pagana que extraigo de los libros, necesito esa ayuda para cuando no veo la cima o tenga el riesgo o la nada cerca. En todo caso extraigo de los libros el deseo de cercanía hacia la gente, que me crezca como un tumor de amor, insistente y maligno con el que voy a morir con él. Las ayudas, las ayudas ocultas que no sabe nadie son mi salvavidas siempre disponible para seguir queriendo, con el tacto al fin, obsceno pero nunca tardío, con el que cada noche aprendo qué es un abrazo.

Ese es únicamente el secreto que no cuento, no estoy solo, porque si estuviera tan solo no podría aguantar la inaguantable soledad de cada noche. Me hago fuerte así ayudado, pinchando ese menú de la ayudas como un F1 permanente que no requiere más que un clic y una sombra detrás y que exige a cambio que uno pueda ser feliz todos esos ratos.

Puede tener muchas formas esa clase de ayuda: el penúltimo verso de todos los versos que llevo pensando; la victoria sobre la insidia del tiempo y de la edad, el insomnio cuando tengo insomnio; el miedo a llegar a los límites y tenerlo casi todo por hacer; la necesidad de una elegancia que me ha dado la vida pareja a la generosidad como una canción de la propia vida que me he aprendido bien; un aprendizaje para los besos cuando sientes necesidad de los besos; la humildad de contar estas cosas y que alguien las lea con respeto pero sin distancia.

Menú de ayuda también para las desinstalaciones porque hay momentos en que lo que hiciste debes de dejar de hacerlo, ya no te queda derecho a seguir haciéndolo y hasta para quitarte de la vida, los huecos, los espacios míticos que hicieron soñar los sueños necesitas ayuda para desinstalarlos.

Así pues no tuve más remedio que contarlo: no se me escapa ni una sola mirada porque si no estoy perdido, no renuncio a nada y mucho menos a pedir y valorar esa ayuda. Un ineludible menú para seguir viviendo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué bella forma de expresar que tu botón de ayuda siempre está ahí, para que tú lo pulses una vez necesitas actualizar pasiones, emoción, caricias y besos o para desinstalar los programas que nos han fallado, las palabras que han caído en vacio o los desencuentros, las necesidades insatisfechas o los propios miedos.

Dichoso tu, que sabes que siempre tendrás un menu de ayuda que muchas veces está ahí, sin que importe demasiado, pero que sabes que haces "clic" la respuesta te llegará del otro lado.

Todos tenemos un menú de ayuda,pero muy pocos reconocemos que lo utilizamos.

Desde esta barra de herramientas permítime pulsar esa que activa los abrazos.

Un beso, te lo has ganado...

Fran dijo...

Siempre tengo ese botón de ayuda, siempre, porque no podría vivir con mis solos recursos. Y cuando en épocas difícles puedo pulsarlo, me dejan hacerlo, luego me pasa una cosa muy simple, soy feliz.

A la vez también lo ofrezco porque ese es un principio mínimo de generosidad cuando alguien me lo pide, lo necesita y quiero a esa persona.

Ahí tienes en tus últimas palabras el resumen, me activas la herramienta de abrazos y dices que me merezco el beso.

Pregúntate a ti misma quien me ha dado y me da muchas veces esa ayuda.

Yo el beso te lo doy como bebiendo unos ojos que conozco y admiro.

Anónimo dijo...

El punto clave para instalar o para desinstalar es:Ser tu mismo ,transparente y reconocer que, sin la ayuda de los demás ,no somos nada.
Para Rousseau la voz de las letras tiene que ver con la forma de ser un individuo cuando entra en relación con los demás para actuar y vivir. Cuando descubres que has pasado por cosas malas para aprender de eso y, para poder ayudar a los demás en el futuro, te hace sentir que tu misión en la vida, te llena de la satisfacción más grande que se pueda sentir.
Tu lo estas haciendo,las letras enamoran el alma ,ayudan al comportamiento mutuo,y si he de decir la verdad....nos aferramos a esa ayuda ,ya sea material o espiritual para,seguir viviendo.
enhorabuena Fran,porque has descubierto que,tras un clic,te llega inmediatamenta la ayuda...
Con todo cariño te leo y admiro.
ANA

Fran dijo...

Cierto, sin la ayuda ajena no somos nada o muy poco al menos. Me gusta la cita de Rousseau porque es algo que cuido y cultivo ya que me sale de dentro: la voz de las letras.

He pasado por cosas demasiado duras y obviamente he aprendido de ellas para ayudar a los demás en situaciones duras que la vida siempre trae, más pronto o más tarde, pero siempre.

Yo es que sin las letras no puedo vivir y naturalmente soy consciente que las letras enamoran el alma. En cada libro que leo, las busco, sé hasta donde alcanzan, algo así como todas las mujeres que saben hasta donde les llega la falda siempre. Y esas palabras las he utilizado toda mi vida.

Gracias por tu admiración y tu cariño al leerme.

Un beso