sábado, 28 de agosto de 2010

SIEMPRE HAY UN ACTIVO Y UN PASIVO


Es lo que pienso escribiendo una última mañana del verano frente a este mar, desde esta terraza. ¿Último con relación a qué? ¿Tan solo a una estación de un año? ¿Última mañana, sin saber cuántas me van a quedar? No está nada claro que cualquier fragmento de nuestra vida sea precisamente una historia cerrada con un principio y un final. Quizá esto que siento ahora, mirando al mar, sea tan solo un gesto, un temor a cualquier final, como si hubiera pasado este verano con unos cuantos días, una docena de aguardientes y un millón de palabras por decir.
Me vengo callando muchas adrede, por eso en familia valgo tan poco, me notan más los de fuera, los que se dan cuenta de mi necesidad de comprar un libro, de mirar obscenamente a una amiga para no terminar nunca con la obscenidad en mis entrañas, con mi voz precipitada que no se entiende bien adrede. De ahí mis silencios gratuitos pero hermosos y propios, cuando todos van demostrando así cuánto más saben, que atrás me voy quedando.
Tengo, no obstante, la lengua húmeda y caliente, la infinita riqueza del lenguaje de los sentimientos con su registro, con las sutiles señales de la carne, del intento. Pero dije muy poco este verano, viví como siempre la barata felicidad diaria que me voy construyendo a base de mañanas como esta, desde aquí, mirando lo propio, viviendo la verdadera libertad, que es sin duda alguna eximirse de las obligaciones que a uno le atan en la vida, le implican necesariamente. De ahí mi desprestigio colectivo y mis antojos de hacerme la vida a la medida del libro que tengo entre las manos. Hasta, es curioso, cuando se habla de libros, me callo, me los leo yo solo, los cuento en Internet o hasta a sus propios autores, finjo como que no me interesa el tema, que no sé apenas nada, qué más da que salga en la conversación el poco valor del cuento que suele darle la gente, cuando llevo años enamorado de ellos y este mes próximo todas las páginas de mi propia página van a estar dedicadas totalmente a su cultivo.
Como con eso, me pasa con muchas cosas. Ya luché por mis razones mucho tiempo, ahora paso la palabra al que me sigue, asuma la posible ignorancia de muchas cosas que todos tenemos y prefiero mi sitio de silencio elegido, que ese sea mi pasivo, porque mi activo ya lo puse con todas mis capacidades en el foro difícil de la vida muchos años, cuando la estuve construyendo para aquellos que vinieran detrás por razón de vida, tuvieran así su comienzo, arrancaran más fácil, encontraran más puertas abiertas.
Aquí y ahora si hago cuentas del activo y el pasivo que tenemos todos no sé si me salen bien o mal, prefiero no hacerlas, ya dije muchas veces que soy hombre de letras, que se me dan mal los números y si se trata de entender las conductas, ahí puede que durante muchos tiempo no haya salido peor parado. Activo y pasivo, por si no tengo ocasión de volver a plateármelo en otro periodo, hoy es la última mañana, el penúltimo mar al menos que me queda por mirar porque justo antes de irme lo miraré de nuevo. Me llevo el aroma de su tiempo, su humedad hermosa, mi dolor insistente de huesos, el cansancio que produce la resistencia a hacerse viejo, mi ética de lector todo el verano, mi "engagement" moral con los libros, mi sonrisa contenida con que he sabido siempre responder a la ternura que notaba en cualquier mujer madura que fue mi amiga tantas veces, tantos veranos.
Ayer, os confesaré, me devolvieron un piropo, luego de mirar insistentemente a los ojos: -te quiero ver el verano que viene, le dije, siempre me harás falta. Antes de su respuesta, surgió un abrazo espontáneo, sincero y la lentitud con que supo responderme: -tampoco faltes tú y ni una sola palabra de las que dices a una mujer.
¿Será cierto que los buenos propósitos detienen a la muerte? Eso opina “El bailarín ruso de Montecarlo” del cubano Abilio Estévez.  No lo sé, la muerte no debe poner fin a la vida, debe darle conformidad a todos esos propósitos que tuvimos, debe hacerlos ciertos, con su activo y su pasivo, el que me llevo a a casa hoy mismo para seguir construyéndolo de nuevo sin tener este mar delante. Vuelvo a casa porque además se hace más corto ya el día, me tarda en llegar la mañana y al contrario la noche viene antes y me admira, me asusta.
Además la belleza del mar que tengo tan cerca, su riqueza, la siento más cuando no puedo verlo en la ciudad, como si fuera la seguridad de la orilla.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Magnífico Post. Sí, Fran querido, como bien dices habrá que despedirse del mar, aunque lo tengamos casi al lado, ir a él cuando necesitemos juntar soledades solas, cuando busquemos sus respuestas, porque la vida es con alguien, y el mar sabe lo que es un amante amado, no te preocupes querido Fran, iremos a sentir su abrazo, su cobijo, y allí en el horizonte nos ofrecerá un guiño de amor, enamorado. Es nuestro tesoro.

No dejo de abrazarte,

María

Fran dijo...

Eres mujer del mar, María, y siempre lo serás. Lo sentí en tus ojos, en tu cintura, en tu tacto. (A nadie le puedo decir eso más que a ti)

Es cierto que nos servirá -entre despedida y despedida- para juntar a veces nuestras soledades, para sentir su rito, su llamada.

Si dices que es bueno mi post, María, ¿sabes qué lo hace mejor? Que no dejes de abrazarte como yo a ti. Ya lo hemos hecho mejor.

Anónimo dijo...

A veces escucho y me doy por sorda, no me interesa lo q ellos tengan entre manos, y si se hace asi, ellos se dan por satisfechosa, a veces no quieren compartir sus intimidades y yo las respeto, porq quiero ser respetada. Quieren ordenar mi vida, te puedes figurar q caso hago, si yo no soy capaz de hacerlo, quien puede conmigo.Tampoco entro en las suyas, pero q poco se dan cuenta de ello.

Cuando visitamos el mar, le preguntamos tantas cosas , ese si saca cuenta de los comentarios y luchamos, por ver lo q ya es imposible dislumbrar, ( tendre q volver Finisterra)disfrutar de esa puesta de sol y enterrar con ella los sinsabores como fin del mundo.La soledad jamàs nos dejarà.
Fram... es el vestido como la piel q nos cubre el cuerpo....ahora q el alma no es capaz de llegar a cubrir, quiere pero no puede, como el q pasa por tu vera y cree q estas sordo, porq das paso a su falsa vida.
Pero no juzguemos es todo un supuesto en plural.
Regresa con amor a ese rincòn de tu hogar.
besos maria dolores.

Anónimo dijo...

Hoy me quedo con esa fotografía que se que es tuya, de tu propia cámara, porque desde el balcón de esa terraza se distintigue un horizonte maravilloso que se abre a la vida, a los anhelos y al mañana. No se si contar los activos o los pasivos nos sirve para hacer balance de lo vivido porque siempre te he dicho que nunca miro atrás, que la vida es ahora, este preciso instante, que el pasado se fue y el futuro es una quimera, así que ese horizonte se que será tu referncia, que el punto de fuga que los dibujantes trazan para imaginar lineas infinitas de una perspectiva gráfica, en tu caso se convierte ese voy a disfrutar de mi ahora para esperar a mañana.

Yo no he tenido la suerte de Maria, no me has tocado, no has pasado tus manos sobre mi cintura, ni te has balanceado en mi retira, pero he conseguido algo muy importante que siempre estará conmigo, he robado un trocito de tu alma y eso forma parte de mis activos.

Cuídate mucho, te dejo en buenísimas manos, las mejores creo, porque tienes aqui gente que te quiere, asi que me voy tranquila hasta mi regreso.

Un beso desde esa parcela de mi alma que también es tuya, por derecho propio.

Bolboreta

Fran dijo...

Es curioso, al leerte, María Dolores, que tengas reacciones muy similares a las mías: silencio ante los demás, un orden propio, una soledad inevitable.

Sí, ya lo ves, regreso a mi sitio, me siento mejor, pero no creas hay presencias permanentes y exclusivas que me faltan. Pretendo ser así de poderoso en el momento en que yo también entrego el alma.

Quizá no me entiendas, da lo mismo, yo a ti sí.

Y te mando un beso.

Fran dijo...

Hace tiempo, ya hace tiempo, que te vengo entregando no sólo esa imagen con la que te quedas, sino muchas más cosas que no le he dado jamás a nadie. En mi caso contigo, sólo habría activo: lo que te di, lo que te sigo dando, lo que soy capaz de hacer hasta en zonas que no son sólo tuyas. Creo que nadie lo haría. Por ti soy capaz de hacerlo.

Hablas, y es cierto -aunque la vida da muchas vueltas y quizás un día puedas venir hacia este sitio en lugar de ir a otros o hacerlo yo- que no has sentido mi abrazo, ni mis manos en tu cintura ni mis ojos en tu retina. Hablas que te has quedado con un trocito de mi alma, pues calculaste mal al buscarla, porque en este terreno tan gustoso para los dos, te la pudiste llevar todo entera, a cambio simplemenete que me entregaras la misma integridad tuya.

Es cierto que hay gente que me quiere y más que nadie quien conmigo convive, pero yo sé que tú tienes lo mismo y a lo mejor a veces más cerca, más compartido. Esas palabras que cruzamos fuera de aquí, únicamente lo hago contigo. Únicamente. Y en ellas pongo cada vez lo mejor que tengo y siento.

Sé feliz, te lo mereces. Y si hemos de cruzar besos, déjame más parcela, bolboreta, hasta tengo la pretensión de que fuera toda mía.