domingo, 22 de agosto de 2010

LEO PARA BUSCAR EL LÍMITE

Por eso lo único que necesito es más tiempo para seguir leyendo. Y no lo encuentro, ni en la mejor biblioteca de la tierra, ni en el campo, ni en la playa, ni en el vientre de una mujer, ni en un polvo caliente, despacio, abierto. Leo libros buenos, me los compro sufriendo porque no tengo bastante dinero para todos los que quiero, los elijo con tiento, sé antes de ellos cómo son, qué tienen, mis libreras conocen qué me gustará, hasta a veces me preguntan -adivinando un problema- ¿qué buscas? y me lo encuentran y eso que antes le he avisado a la chica que lleva el vaquero más hermoso de la tierra, gastado y viejo, lleva cuidado, porque si eres capaz de encontrarme un buen libro de cuentos que sea el primero que haya escrito su autor, soy capaz de besarte de tal manera que sea una forma inequívoca de habértelo agradecido luego.



Hay otro apartado, y es descubrir autores nuevos, buena literatura que anda esperando su punto de salida, es un blog “con la boca abierta y derrotada” como en “Los recuerdos para Olga” de Lara Moreno, por ejemplo: un post con las uñas de ella amenazándome, para acabar luego derrotado una vez leído, y decir ya no escribo más, porque así voy a tener más tiempo para leer, voy a encontrar el límite y podré morirme luego. Con los recuerdos aparte porque vienen solos luego, por todos los orificios del cuerpo. Por ejemplo, los del cuento de Lara cuando pierde él una tarde el equilibrio: “para que la follara sin ruido y sin prisas, y sin tripas, y yo lo hice, -dice- me dejé llevar por su vientre, que me atrapó y me masticó el sexo.” Ese es otro apartado que por mucho que lea a mí nadie me ha masticado el sexo ni me ha follado con la boca abierta y derrotada. Es un fallo, por eso necesito para todo más tiempo.


A Inés Mendoza le leía que “la fantasía es un lugar donde llueve.” A mí me llueve cada vez más esa fantasía pero necesito la más estricta honestidad de quién la lea y si no la tengo quiero que el menos me recuerde siempre bien. Dice Eloy Tizón que hacen falta las palabras para decir la pena y para inventar la vida, pues eso me pasa, escribo cuando algo me pena porque la felicidad no da para la escritura, escribo cuando busco, invento la vida que me queda que va siendo ya poca.


Y aquí he sabido ofrecerme como el hombre más entero que tengo dentro. Necesito a tope como una metáfora urgente y necesaria, la calidad de la mujer más tierna, es la literatura más rica que pude haber leído y que necesito leer todavía. El libro es mi delirio, mi sueño obsceno, la manera de prolongar esto. Quizá por eso este mes dedicándome de lleno al mejor cuento joven de la literatura española del siglo XXI, me he sentido feliz, lleno; así, si me venía una derrota me iba a pillar menos cansado, más preparado. Hace días comentaba con un corredor de fondo amigo, de los dolores que sentía y me trajo a la mesa en donde estábamos hablando aquella frase de un buen corredor: “el dolor es inevitable, el sufrimiento opcional”, el que quieras, hasta donde estés dispuesto a tolerar, a sufrir.


Tengo niveles, pero da la casualidad que me falta tiempo para el más rico empeño, lo que ha dado siempre vida a mi vida: tiempo para leer. No insistas, me dijo un día Josefina Aldecoa, nunca leerás un ápice de lo que quieres leer. Ni un ápice, ¡qué cruel y exacta fuiste! mientras te notaba en la boca los cientos de cuentos de Ignacio antes de morirse, porque él mismo hizo por morirse.


Al menos, pues, hasta donde llegue, nadie añadirá más derrota a mis derrotas. Las leeré antes en las páginas del libro que ando leyendo; ni sacará lo peor de mí para obtener su beneficio. ¡Ya hubo bastantes! Entregas gratuitas ninguna, todo previo limpio pago de una caricia sana, de un gesto que no admita la peor forma de situarse.


De momento ahora, me quedaré, buscando el límite, con el delirio de un libro que añada más delirio, más sueño, detrás de mi gesto más honesto. Lo que tiene de bueno buscar el límite al libro es que resulta al fin como una pasión, y las pasiones te las tiene que palpar alguien hasta que terminen verdaderamente apasionándote. Sin remedio, para percibir por ejemplo el eterno misterio femenino que siempre tienen ellas intacto como un “canalillo profundo y firme” que diría Andreu Martín. Aunque uno va notando ya gastada su elegancia o que de tanto darle vueltas a los sentimientos, el cerebro va teniendo poco que hacer.


Sigo librando mi propia batalla aunque de otra manera, siempre prácticamente desde el libro. Desde su límite, o el mío propio leyendo.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido lector eterno de tus lecturas trazas palabras necesarias que son consuelo para el alma, que llevan la nostalgia pegada, en el recuerdo existe una sonrisa, querido. Sigue leyendo, sigue absorbiendo la vida y haz de ella un punto y seguido en lo mejor que te puede acompañar la palabra. Delicia para los sentidos.

Prendida y encandilada siempre de ti,

María

Anónimo dijo...

Veo q todas tus ansiedad, son plasmadas en los libros, de cada autor te haces un traje a la medida. y si asi es tus deseos porq no disfrutarlos, limites tenemos todos, solo q a veces corremos un tupido velo, para quedarnos con los fueros q nos dan la fuerza para seguir cubriendo esos huecos insaciables, pero q al final patamos como sea o esperamos la oportunidad de q llegue la perfecta( q no existe) pero en nuestra mente està ocupando su lugar.
Besos maria dolores.

BB dijo...

Y yo pienso, Fran, que te estás convirtiendo en esos libros que lees, que son tu comida, bebida, razón de vivir. A veces, me preocupa pensar, qué serías sin ellos. Emergerías del fondo de ellos? Podrías ser tú, el que eres, o el que quieres ser o el que te inventas, cada vez.
Y tienes tú un caudal de sentimientos, tuyos, hermosos, que nos enamoran, que nos mesmerizan...
Esos son los que me hacen venir una y otra vez aquí, a esperar tu palabra, tu bella palabra...
Un beso, Fran
BB

Fran dijo...

Querida María, lectora mía, porque la mujer que me lee es un poco mía, sino de qué manera seguiría el tono o la sequía a veces.

Si te prendes de mi por mi palabra, pues chica sigue, prendido quedaré yo luego de ti por leerme.

Fran dijo...

No sería nada, María Dolores, sin esos libros que leo, sin mi disfrute al contarlo luego.

Cierto, todo tenemos que correr un tupido velo a veces para tapar nuestros huecos. Como sea seguimos ¿vale? hasta que llegue la "perfecta" que dices aunque sea en la mente solamente y fruto de los libros.

Un beso

Fran dijo...

¿Crees BB, encanto oculto más allá de los mares, que ese alimento de los libros que leo en el fondo son mi persona?

Puede ser, pero me alegra infinito que sepas ver en lo que escribo "un caudal de sentimientos", que llegan hasta a enamorar.

Si es así, además, no dejes de venir, de asomarte, de estar aquí, tú eres trigo limpio y hermoso.

Un beso

Anónimo dijo...

Yo sin embargo creo que no se deben buscar límites a las pasiones porque en la propia pasión está la vida. Tu la tienes en tus libros, en tus lecturas, extraes de ellos la savia que necesitas para cada instante de tu propia vida, luego la reviertes de nuevo poniendo en tu hacer, en tus exigencias contigo mismo,en esa elegancia que dices gastada, que por supuesto no lo está, y en la profundidad de tus sentimientos y la trascendencia que de ellos parte la esencia de tu persona, salpicándonos como si fueras esas gotas de rocio que a primera hora de cada mañana riega las praderas para que florezcan. Soy parte de esa alfombra tuya, salpicada por todo eso que de manera magistral logras perpetuar en quien viene aqui a leerte y a arrancar una de esas páginas que del libro de tu vida me apetece guardar.

Soy como pequeña protagonista de la novela "La ladrona de libros", que para sobrevivir a sus frustraciones, para afrontar la dureza de la vida se sumerge en la pasión de la lectura. Yo no robo libros, robo páginas de tu vida y me quedo con ellas.

Un beso de ladrona, para tí.

Bolboreta

Fran dijo...

No sé, mi Bolboreta, si será la pasión, lo que sí que es cierto es que aquello que cuento, en lo que leo está la vida, está mi vida. Es muy cierto que busco en ello lo que necesito, hasta eso que llamas exigencias propias.

La elegancia me queda escasa, me la noto gastada ya, de verdad. ¿Sabes dónde la tengo? Desde donde todavía estoy escribiendo, frente a un mar que es preciso que fotografie y cuelgue con mis palabras y mis silencios en la red. Y la noto sobre todo a esa primera hora de la mañana a que haces referencia.

Me alegra notarte a ti también, aunque sea sensillamente cuando me lees, porque no sentirte me lo impidería mi más hondo sentimiento. Te veo volar cada mañana, pararte a ratos, robar mis libros, leerlos un rato juntos.

Ahora estamos robando unos bellos cuentos del Siglo XXI. Lee, sueña conmigo porque con un sólo sueño que sea para siempre no hace más, ladrona mía.

Dicen que para encontrar lo valioso hace falta sólo señalar. Yo además necesito besar.