sábado, 14 de agosto de 2010

LA METÁFORA, ESA AMIGA


No sé si será verdad que la metáfora es la elocuencia del mundo, o si es un disimulo de siglos anteriores, si será cierto lo que decía Umbral que escribir eran unas cuantas metáforas y poco más, pero siempre en mi escritura fui amigo de ellas, y ahora estos días como queriendo hacer un punto y aparte necesario e inevitable, os voy a ir contando lo que veo, pero disimulando con una magnitud en las comparaciones, con letra grande cuando haga falta, insertando todo aquello que nada menos me causó estupor. Del estupor se puede vivir, altera el ritmo cardíaco pero luego te das cuenta que eso es la inspiración, tu música interior, tu deseo casi suicida por un atardecer que es capaz de enloquecerte como haría una mujer sin querer, sin proponérselo. Hoy he sido capaz de escribirle a alguien, eres como una pasión, no sé, no te lo puedo explicar.


Indudablemente antes había un punto y aparte. Luego tiene que haberlo también. Porque creo que doy lo que tengo. Mi duda es mi pasión y mi pasión es mi misión por la vida.



A fin de cuentas todo esto es nada más que una resaca, como una de esas pocas veces que llego hasta la playa y allí noto hasta lo carnal que tiene el agua por las muchas mujeres que se han mojado del todo; porque yo mira que he dicho verdades y mentiras sobre la misma arena -un pedazo que siempre teníamos acotado para nosotros- junto a este mar donde se han hecho mis hijos, hijos; he vivido al llegar tantos fines de semana estresado, sinsabores de quienes me mandaban mal en el trabajo aunque sabían que acabaría dejándolo tan bien hecho que todavía ahora, entre esos mismos despachos, se nota la huella de mi apellido literario; allí yo era ese “romero” de León Felipe que creaba caminos nuevos. Por eso he sabido enseñar a mucha gente que el trabajo es el trabajo, ahora y siempre para el que lo quiera, para el que lo quiere.


También me acuerdo que aquí siempre se hacía el amor despacio, con un orgullo que superaba a la ternura, con una mirada que amaba y liberaba, le entregaba al otro todo y se ponía a su dulce disposición olvidando cualquier carencia. Hacíamos el amor en camas más pequeñas pero como si fueran cumbres repartidas para el uno y para el otro. Hacíamos el amor contándonos metáforas sin el áspero roce de las sábanas y con la exigencia que tienen las noches de verano. Hacíamos el amor bien desnudos.


Para acordarme de todas estas cosas, para hacer punto y aparte, me he quedado un día, con la excusa de una comida fuera y que no todos cabíamos en el coche, sólo por el Mareny, hablando con la gente que he encontrado, comprando un bocadillo para comérmelo luego que convirtiera con un chico informático los videos de la tableta gráfica de Adobe CS5, colgados en la red, para poder pintar luego como los clásicos.


Porque algo clásico soy aquí después de más de treinta años comprando mi primer apartamento con el miedo de no poder pagarlo, a medida que lo iban construyendo. Soy un clásico aquí con el que he conseguido que mi cuerpo viva a punto de cualquier obscenidad con tal de no sentir dolor, obstinado, insobornable, pero empeñado en tener ese soplo de vida que me aferra a la vida como si fuera la metáfora más bella que he encontrado a la hora de decirla: amar ese lado de las cosas insistente cuando se están terminando y queda poco rato para poder elegir.


Puesto a ello, tendré derecho a decir que estoy deseando que llegue Septiembre como a la espera de un sosiego maduro, igual que aquel que veía en casa de mis padres, en los adornos de los metales dorados. Pero mientras llega Septiembre pues haré como Julián Barnés en El loro de Flaubert” que decía: “Para pintar el vino, el amor, las mujeres o la gloria, es necesario no ser borracho ni amante ni marido ni soldado raso. Entremezclado con la vida, es difícil verla correctamente, la sufres o la gozas demasiado.”


Pues da lo mismo, voy a seguir sufriéndola o gozándola aunque sea demasiado.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca la vida es suficiente Fran querido, cuando se tiene memoria para las palabras permanentes, aunque los polvos robados sean sufrientes y el amor esquivo. Aunque el mar no tenga respuestas, deberemos conformarnos vivir entre las ruinas de un goce lejano y sentido, más siempre nos quedará un horizonte de esperanza, para volver otro día, a lo mejor mañana.

En el siempre, mí abrazo,

María

Fran dijo...

Cada día vuelvo a ese mar, María, busco su sentir, su respuesta y allí está, en efecto.

Y necesito tu abrazo como tú el mío.

Besos

Anónimo dijo...

He pasado horas y horas, en busca de ver en el horizonte el amor q se esconde en esa rayita, q ni està dentro ni fuera, pero queremos q estè ahi, como cuando sentimos en el corazòn q nos roban un gran hueco, pero q dificil, llegar a verlo, se esconde entre las olas o el cielo q costando trabajo, imaginamos donde termina y empieza. Solo q hay veces q no està o no estuvo y jamas volvera a ser lo q era, porq se trunco el amor junto a su vida.
Tu tienes parcela, yo ni se donde
porq la vida es un ir y venir a ciegas.
Disfruta el tiempo q aun te queda, para q septiembre cubra el resto.
Besos maria dolores.

Fran dijo...

Tu comentario es excelente. Hay que buscar en efecto esa "rayita". No es tarea fácil, dentro o fuera, dífícil para mi María Dolores, porque tengo una buena capacidad, un agujero enorme.

En Septiembre me viene mucha disposición. Estoy seguro que tú también tendrás la tuya.

Besos

Anónimo dijo...

En el mar de tus metáforas me sumerjo cada vez que vengo hasta esta playa cubierta de un arenal de palabras, de alegorías, de esa fuerza poderosa que tienes para contar el significado de la vida, las causas y los fines, incluso los efectos colaterales que supone vivir con pasión, tan desde dentro, tan intensamente, sabiendo que en cada frase tuya, tan tuya, encuentro parte de mi misma, de lo que yo también soy, siento y vivo.

Eres un mago de la vida, porque pones magia a las horas y segundos a las pasiones, y asi, mi queridísimo, mi dulce Fran, es la mejor forma de poner un horizonte entre el cielo y el mar de nuestras emociones más íntimas.

Me gusta venir y dejarme llevar por las olas de tu mar. ¿Puedo?

Un beso tamizado de mi cielo, para ti.

Bolboreta

Fran dijo...

Mi mar es tuyo, Bolboreta, igual que yo sueño con tu cielo que hace poco vi y disfruté.

Hablas con ese cariño que te desborda de lo que llamas el mar de mis metáforas, con ellas se me enredan las palabras, princesa gallega, y lo que sí tengo que admitirte es que sin las pasiones no podría vivir. Son -me vas a dejar decírtelo- como una especie de orgasmo de valor ensalivado de palabras, las tuyas y las mías, por ejemplo. Son una lentitud que tenemos, una escena propia para los dos, traslúcida, empañada del propio vaho de los labios.

Tú lo ves, amada Bolboreta, como es fácil y poderoso el lazo que podemos crearnos. Sabes lo que eres: la mejor literatura que he leído en mi vida, con un índice al que le quitaría los límites.

Yo poco he tamizado entre los besos. Lo voy diciendo todo entero, como me viene al leerte.

Anónimo dijo...

No puedo más que leerte y desear pronto el siguiente Post, en cada respuesta que das, en cada línea que trazas con esa magnifica pluma llena de sentimientos, soñador de sueños, Fran admirado, no puedo decirte que la la admiración la llevo puesta, pues un día al conocerte se quedo conmigo. Si hay un hombre que sabe de la ternura, que sabe mirar a los ojos, y coger la mano eres tú Fran. ¡Vive Dios! Permíteme una grosería, leerte es mojarse las bragas.


Besos calurosos, soleados y claros de esos de tocar el cielo.

María

Anónimo dijo...

Hoy he entrado para asomar sentimientos: Definiendo lo indefinible EL SUEÑO

Cae la noche, cae la sombras grises...un rayo de luna va zigzagueando en la oscuridad hasta tomar la formas sin formas del espacio...

Queda el segundo, los minutos tal vez en que el día es noche y la conciencia se diluye hasta quedar sombras entre las sombras y sueño entre los sueños.

Es el instante donde lo real se desvanece y lo invisible, lo intangible se transforma en sueño y fantasías.

Nunca sé , cuando quedo presa , cuando doy el paso, cuando entro al mundo impalpable de los sueños...

Pero entro...cada noche..cuando el reloj marca esa hora que no veo...que no existe...que se amalgama lo de afuera y lo de adentro y entro...como en tinieblas sin brisa y sin viento que mueva mis hojas.

No siento el cuerpo y no tengo piel. Ni sensaciones, pierdo las emociones.
Siento que el camino se estrecha....

Y de pronto estallan los colores, las formas, las voces...y las emociones.

Comienza el vuelo, el vuelo de los ángeles y ya adentro de ese espacio sin formas, sin reloj, sin horas, tejo con hilos invisibles la historia que contaré feliz por la mañana.

Besitos Fran, de sueño bañados de manto azul y de brisa marina....ANA

Fran dijo...

Pues me dan ganas inminentes, querida María, de colgar ya el siguiente post. No te vayas lejos, me sobrará ternura y tus sensaciones jamás serán groseras.

Las mismas que noto yo de otra manera cuando leo tu comentario, que más que tal, me permitirás el término, es una respuesta mojada y cálida.

Los besos míos se parecen bastante como cuentas que son los tuyos.

Fran dijo...

Cada uno, Ana, tiene una forma de notar los sueños. Me ha gustado mucho la “entrada”: sin hora en el reloj, amalgamado lo de dentro y lo de fuera...

Tienes una forma de vuelo envidiable y propia, me la quedo, si me lo permites: formas, voces, emociones. ¿Quién no las tiene? Pero el paso del comienzo a mí también me ha llevado dentro.

Pues mis besos son casi, casi idénticos: azules y marinos.