lunes, 9 de agosto de 2010

ECHO DE MENOS CAMINAR COMO UN POEMA


Pero en el fondo he dado buen resultado. Cuando me preguntan, cómo estás, aquellos que me veían tan mal, les digo, bien, sin entrar en detalles, y algunos ya no pueden ni preguntármelo. Aquí cada año el mar se lleva de la arena como a algunos paseantes de antiguo, que mataban la tarde mientras yo les recriminaba el poco tiempo que a todos nos quedaba. Por eso digo, que en el fondo he dado buen resultado, no puedo ocultar mis menudos pasos, la exigente sensación de inseguridad, esa falta de tono regio y severo que tienen los poemas al leerlos y creértelos. Además es un aviso, adivinan la llegada de algo tierno, existe un armonía en ellos y a la vez una elegancia, que yo ya no la tengo.



Echo de menos demasiadas cosas estos días, busco esos silencios que tienen algunos ratos, durante un rato. No me acerco a la playa porque en la playa parece como si el hueso dolorido le ganase el terreno al músculo y si este ya se queja, mejor es que no se le acerque el hueso. Necesito cada vez que vuelvo de un silencio, o cuando escribo un post donde a la vez cuento que cumplo años, sentir muy cerca un mensaje tierno, sé que está escrito bajo, en los comentarios, pero lo tengo que volver a leer de nuevo: desde la que llega la primera para celebrar brillantemente, como hace siempre esa mariposa de mis sueños el polvo de permanencia o pensar -con qué precisión y belleza me lo dijeron- que en cada abrazo que le he dado a las mujeres me he ido quedando con la edad de ellas para ir dejándolas mis palabras que consideran vestidas de fiesta de gala.


Tengo hasta ganas de volver a mi sitio sin que quede verano ni para escribir porque eso puede ser la mejor señal de felicidad interior, terminar desde donde siempre los hechos acabados o no terminar ninguno. Yo lo siento, por la gente que no veo más que de tarde en tarde, pero alteran mi vida porque ponen delante la suya, paso de ser alguien a algo, detrás estará el cariño, no lo dudo, pero a lo mejor es que no sienten necesidad de decírmelo y a mí me hace mucha falta. Ahí esta el error, el más profundo error que provoca la naturaleza, por muchos polvos que le eche uno cada lunes o cualquier día de la semana a la vida: debiéramos de ser considerados igual que hace veinte o treinta o cuarenta años, provocar interés por nosotros, por lo que pensamos, porque podemos, quizá, hasta enseñarles todavía algo. Y ahora no es así, manda una naturaleza mucho más arrugada e impresentable, con formas de caminar ajenas por completo a la elegancia de un poema, con una mente que se va repetir diciendo una y otra vez las mismas cosas y por eso es mejor que a uno ya no le escuchen, ya ser algo en lugar de alguien.


Por eso me quiero ir como a mi lugar de origen, ya sé que este también lo fue durante muchos años, épocas enteras de mi vida, y que mi gente fue creciendo y aprendiendo y descansando a la orilla de este mar tranquilo, de espuma banca como una vagina marcada bajo la seda, pero necesito mi sitio, mi lugar, esa permanencia de que hablaba hace días pero más adherida a mi persona, a mis costumbres; a que el silencio -hasta con la persona más entrañable cerca- sea propio, elegante, no un descuido como intencionado que noto aquí y ahora.


Es evidente que no sé explicarlo, o no quiero o no puedo pero podría decir muchas cosas que van a vivir luego quienes quizá me las provoquen ahora, pero en el fondo me da lo mismo, al final el alma no descansa hasta dejar saldadas todas las cuentas. No es que se trate de una cuenta pendiente, me da lo mismo quién tendrá que asumir más alto pago, yo vengo pagando ya hace mucho tiempo sin que mucha gente lo sepa o se percate, aquí no aparece la casilla de saldo por ninguna parte, existe como un vacío, como una larga distancia, como si se hubiera creado ese duro muro de la maratón en el kilómetro 35, que quién lo pasa llega hasta el final. De verdad no quiero sentir tan dura la distancia, yo alargo muchas veces y de muchas maneras la mano de la concordia, pero está el hueco sin cubrir y me consta que no será por falta de cariño, pues entonces para eso existe el lenguaje que elimina los territorios escondidos, que me permitiría sentirme igual de cómodo sin mis cosas de todos los días.


Me permitirían levantar la mirada y encontrar mirada, hacer que mi propio cuerpo inagotablemente deteriorado pudiera al dar cuatro pasos parecer un poema. Que no tengan que ser los demás los que vengan a explicarme que estoy dando un buen resultado a base de muchos años de lucha y de esfuerzo. Me rompieron, me limitaron, me cortaron parte del camino desde hace ya demasiado tiempo y aquí me tienen, aquí me tenéis para darle celos a la decepción, brillo a lo que lo fue perdiendo, doy señales de un reflejo viejo y opaco pero todavía persistente.


Yo no puedo dejar de echar de menos que nadie ya escuche mi valor de ser “alguien” por lo que los demás tuvieron la posibilidad de dar luego sus brillantes pasos. Pero no quiero quedarme tan pronto tan apagado, tener que asomarme una y otra vez a la ventana de delante de Internet, ni notar la oscuridad antes de tiempo. Necesito despertar todavía el interés con las palabras propicias que tantas veces pienso que podrían servir, si tuviera respuesta en otras pupilas.

Este es el ángulo de mi verano, los días que voy pasando como trazos breves en lugar de caminar buscando un equilibrio que cada vez siento menos. Ese es mi silencio y mi estupor diario.

8 comentarios:

BB dijo...

Pues yo creo que sigues caminando como un poema, porque eres eso, un poema creíble a la primera lectura.
Quizás en esos silencios que el alma necesita y en los que te escondes, encuentres las respuestas a todas esas preguntas que parecen no tenerlas.
Y yo me quedo aquí, absorta, como si te escuchara decir todas esas palabras, cargadas de saudade, a la espera de esa mirada cómplice, de esa mirada que entienda la hermosura que trasmites.
Un beso, Fran
BB

Fran dijo...

Eres un encanto BB y has entedndido muy bien el sentido de mis palabras, como dices angelicalmente "cargadas de saudade", mi falta de respuestas.

¿Y sabes qué me gustaría ahora? Mirarte.

Anónimo dijo...

Sabes suficientemente como noto tu presencia, como siento cada una de tus emociones en tus palabras y también sabes que esta silenciosa mariposa que muchas veces se guarda para sí pensamientos, palabras e incluso mis propios silencios cuando te dice "te quiero" ahí vuelvo todo mi ser, mi respeto y mi admiración por un hombre que puede que le haya arrugado el tiempo, que su caminar ya no sea tan regio ni tan seguro pero que conservas en tí esa elegancia propia de un buen poema con esa pátina especial de la que se revisten las antigüedades y por eso resultan tan atractivas y tan caras a los ojos de quien sabe apreciarlas.

Tu eres uno de esos tesoros a quien el tiempo ha cubierto con el polvo de la vida, de la sabiduría, de un buen hacer y estar que da luz a la habitación en donde tú te encuentras.

Te entiendo tan bien que solamente voy a terminar con un corta frase: Ven, que te abrace mi niño.

Bolboreta

Anónimo dijo...

La elegancia te acompañara siempre, como la ternura que usas para desvestir las palabras haciéndolas regias. Como cada inicio de semana con polvos mágicos y expresivos que delatan los sentidos.
Buscar no es sinónimo de encontrar, a lo mejor es cuestión de quedarse quieto, recordar y reconfortarse en lo que hubo y siempre tendrás en el corazón. La palabra bella para un alma espléndida, la tuya, Fran querido.
Yo también espero que llegue septiembre, tal vez porque me gusta la soledad escogida y me abruma el murmullo de la gente playera.

Cariñosísimos,

María

Fran dijo...

Me entiendes tan bien que resultará pobre mi respuesta, debiera bastar decir, me dejo muy a gusto abrazar. Me hacían mucha falta, Bolboreta, de tus silencios cargados de un te quiero, de esas palabras tuyas.

Ya sé que hay mucha queja -quizá demasiada en las mías- pero no quiero perder precisamente la más mínima resistencia y elegancia, aunque a veces haya momentos en que uno recorra caminos que no debiera.

Pero tengo derecho a decir que he dado buen resultado y hasta fuera de mi sitio hay gente que me quiere mucho de verdad y sabe valorar mi esfuerzo como yo sé del tuyo.

Pues desde esta ventana de Internet, con “el polvo de la vida”, como dices, quiero que mis posibilidades me basten al menos para cubrir mi silencio y el estupor al leerte.

Mi te quiero y gracias.

Fran dijo...

Hay tres reseñas precisas en tus palabras, entrañable María: la ternura, la lujuria y los sentidos. Me hacen falta las tres y tú lo has vivido. Por otro lado, haces un hincapié en algo que quizá te aporte toda la razón: quedarse quieto, recordar y adueñarse así mejor con lo que tenemos en el corazón.

Esperaremos que llegue Septiembre, con esa “soledad escogida”, esperaremos hasta encontrar las más bellas palabras para nuestras almas.

Me ha encantado tu “cariñosísimos”, propio y ahora también mío.

Anónimo dijo...

Muchas veces queremos atrapar lo q en parte se nos nego en X momentos. pero no por eso se pierde la destreza se asimilar lo q nos echen encima, sin preguntarnos si estamos dispuestos a ello, la lucha es un ir y venir, no todos pueden decir ya lo mismo y asi lo comentas... mientras no te falte el humor, las ganas de luchar, amar y vivir, mejor dar un paso adelante y cerrar etapas.
Q siempre habrà quien espere con ilusiòn tus letras y quejidos.
Besos maria dolores.

Fran dijo...

Buen consejo, María Dolores, buen consejo. Y desde luego, ganas de luchar y sobre todo de amar no me van a faltar. Estoy dando el paso adelante, cerraré etapas y volveré a estar aquí con la mayor ilusión de mis letras.

Eso no me lo estropea nadie, al contrario, aquí tengo la plena satisfacción cada vez.

Besos