lunes, 1 de marzo de 2010

SOY UN HOMBRE CÁLIDO QUE BUSCA REFUGIO


Lo dije el otro día en una respuesta a un comentario, enviando a alguien besos. Podría aplicarlo ahora porque tengo todavía una comarca vacía donde buscar ese refugio. Han pasado los años y ya no me quedan respuestas contundentes y totales, tan sólo saber que hubo un momento en que debí conservar la más pura esencia de la dignidad que tiene detrás el propio lenguaje y no lo hice, quizá porque me quedé demasiado rato. Pero hay que seguir desde cualquier parte.



He buscado refugio a veces en las propias palabras y cuando yo he escrito de amor, de pasión, en estas páginas nunca fueron palabras con destino concreto, era cómo definir los sentimientos, cómo ponerles un lenguaje propio con una intencionalidad sana y hambrienta. Era oír a Bach o a Wagner y saber que eso era la música; o como hace un rato en la voz de Serrat la poesía imprescindible de Miguel Hernández que le dice a su esposa: “eres la medianoche de la sombra culminante/donde culmina el sueño, donde el amor culmina.”


Porque debe haber una especie de sitio, de culminación, igual que la mañana con el café y los libros donde uno sea el mediodía para la gente de bien, para quien de verdad quiera saber cómo me siento. Y el porqué de esta propia estancia, aquí, entre los silencios del ordenador abierto, mi caminar incierto, inseguro, doloroso pero con una gravedad en los gestos obscenos, nobles y generosos que debieron servirme y tampoco me sirvieron.


Estaré equivocado, habré preguntado las cosas a destiempo pero traje seguro como entre dientes de las propias palabras una imborrable educación, en mi caso, heredada y conquistada. Me ha pasado como a ese personaje, “Pumuky”, que Lucía Etxebarría ha construido en la red de Facebook durante años y del cual ha derivado su última novela “Lo verdadero es un momento de lo falso”, que explica claramente como “uno no se hace adicto a una sustancia o a una persona: se hace adicto a una conducta.”


Yo llevaba, como todos, la conducta puesta y me fueron apareciendo las adicciones: una tan hermosa como es la del amor esa “negra tormenta que se desencadena en estación equivocada.” (Etxebarría) Otra fue quizá la de contar las cosas con esa obligación que me he creado de necesitar las palabras pero con una gramática del miedo, de no poder escribir nunca todos los versos que tengo dentro; las palabras con el lenguaje del cuerpo que debe haber detrás. Y cuando me callaba, ¿sabéis qué me pasaba?: que estaba buscando más palabras.


Todo para qué: para tener ese refugio y esconderme allí dentro, saber de algún cariño honesto y tierno done hacerme viejo, de un espacio clandestino pero honesto que tiene la propia cama. Todo para poder luchar como hice al principio desde cuando tenía tan solo cincuenta años con esa especie de sufrimiento que se nos viene a la cabeza, que no está ni en los huesos ni en las cosas que nos van apareciendo. Es verdad, la mente no te engaña: estás mal cuando te empeñas en estar mal.


Y no encuentro ese refugio para este animal cálido con formas quebradizas de niño, porque eso soy, me lo dijo un médico famoso que fue humano y grandioso hasta el último instante de su vida; se lo dijo mi hermano Antonio a la mujer con la que me voy a terminar mis días: cuídalo, que es un chico muy bueno y muy frágil.


Da lo mismo, sin refugio, seguiré ofreciendo cada vez que escriba frente al néctar de una flor nocturna la claridad que tiene el día; me empeñaré en decirle bien pronto a la gente: “que tengas un buen día”, para quedarme aunque sea con poco porcentaje de oído pero mucho para escucharlo, esperando eso, que me digan lo mismo.


Pues aquí estoy, sin refugio, da lo mismo, pero recuerdo haber estado antes, a lo mejor sólo quiero sentir una mirada encima de la mía.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca falta un refugio, a veces pensamos que lo hemos agotado todo, que ya no vale la pena intentarlo de nuevo, no es así, con mis humildes conocimientos le puedo asegurar que siempre un refugio cálido, limpio de malicias, lo que suelo llamar un abrazo sin pedir nada a cambio.
El mío, siempre lo tendrás y el de alguien que se lo ofrece en cada escrito, alguien que no nombraré porque sin nombrarla sabe que la adoro.
Un besote y un cariño, para valencia y para Almería
De ley.

Fran dijo...

Sé que tú sabes hacerlo, "limpio de malicias sin pedir nada a cambio" porque lo hiciste. A veces no es tan fácil.

Un beso cálido. El del Almería que mandas debe ser para algún novio que te has echado allí.

Gracias una vez más por tu calidad humana.

Anónimo dijo...

Si yo pudiera brindarte todas las palabras convertidas en abrazos o besos para llenaar esa comarca vacía donde quieres refugiarte,
si yo pudiera, desde esta distancia, que solo salvan las palabras, te las diera todas, nuevas, inventadas, nunca pronunciadas, todas para ti.
Siempre

Dol dijo...

Como cálido eres , refugio eres tú también para otros que llevan frío en el alma.
Besos, Fran.

Fran dijo...

Pues con esa pasión que pones en tu escrito, las palabras eliminan las distancias. Me las quedo nuevas, las iré estrenando poco a poco.

Gracias

Fran dijo...

No pases frio, Reyes, cálido soy, es cierto, no dejes de comprobarlo.

Besos

Anónimo dijo...

Fran, que curioso es este medio, que yo sepa de Almería y que le responda en cada escrito, sólo puede ser María dolores, no escribiré mi sonrisa, sé que usted es muy serio.

Un besote y una sonrisa

Fran dijo...

Me quedo con la sonrisa, no sabía que María Dolores era de Almería.

Besos

Anónimo dijo...

No puede caer la tarde si el encuentro es en la oscuridad con la compañía de los recuerdos, intentando alcanzar los despojos de la tarde, cuando la noche se cubre de luces parpadeantes, los ojos frívolos de la oscuridad esperando sean palpados uno a uno con la tibia mano, hasta sentir el amor, abrigando la soledad.
Que sentimientos tan nobles encierras en tus silencios.
Un abrazo fran.
Ana

Fran dijo...

De lleno acertaste, Ana, como si me llevaras leyendo toda la vida. Tengo, efectivamente, los silencios llenos de sentimientos para compartir.

Un enorme y silencioso beso

Anónimo dijo...

Es que ,te acompaño desde que descubrí tu océano de sentimientos y tu universo de letras.
Año 2004 sentí la eternidad creciendo poniendo a los días tu blog y tu nombre.
Ana

Fran dijo...

Ana, es el comentario más hermoso que me han escrito jamás. Sin cruzar un correo, sin saber nada uno del otro, con la verdad y la necesidad de las palabras.

Gracias

Anónimo dijo...

La calidez hay quien sabe borrarla, o no entiede q se puede abrazar sin pedir nada a cambio.Son felices asì?. No sè, quizas solo tienen una vida llena de oscuridad y no hayan el refugio q ellos mismos ponen una verja una red , creyendo q somos parasitos de la sociedad. No quiero juzgar, porq si no lo conocemos aun pasando años intercambiando, escritos, conversando, para q decir, las palabras vuelan y las letras parecen silabas malsonantes.
Tu refugio es interpretar el amor, esperar q todos asi lo entendamos, sin dedicarlo a persona determinada, porq ya cada uno tiene su refugio, en un espacio sin limites.
besos maria dolores.