miércoles, 24 de marzo de 2010

"TANTOS AÑOS, TANTAS TARDES, TANTAS PALABRAS"


La expresión es de un magnífico periodista, Juan Cruz, de su libro de memorias “Egos revueltos”, escritas escuchando “el mar tronante de Tenerife.” El añadido propio: PARA NADA. Cubriendo donde las puse esos episodios de vida mal contados, pero sentidos con la intención de una recepción noble que eliminara imperfecciones propias, cualquier tipo de desaliento y me provocara el entusiasmo como un espectáculo de futuro todavía.



Pero no me ocurrió así. Hasta en mi última intervención pública, rodeado de excelentes escritores ya lo dije: primero mi titulación, lector, de esa vida que como dice Juan “se lee y se queda, es como una piel que se te adhiere”. Yo la traje aquí, la fui contando con las páginas de cada libro, desde el suelo si hizo falta como la imagen que encabeza este suelto, con manos hacia arriba que no tuvieron duración verdadera, fueron gestos al aire, una postdata al final del propio texto de las que me había olvidado.


Ya lo sé que estoy insistiendo: nunca fue como quise para poder decir luego “era”, aunque quizá la verdadera cuestión es si debía haber un era, si aporté lo suficiente, si no di la imagen de amordazado yo mismo antes de alzarme por no tener –más allá del oficio de la lectura-  otro signo de vida más hermoso, una continuidad de comportamientos, un trazo limpio y entendido para cubrir cualquier espacio incómodo, utilizando los órganos más útiles.


Hablamos otra ocasión de ellos –y me repito- quizá porque yo mismo noto mis carencias, los huecos que tengo, cómo los fui contando y sin ser escritor, me atreví a veces a escribirlos y la propia escritura “manda y hiere”. Me fue ordenando lo que os he ido contando desde “inventándome la vida” que puse como título a mi primer blog, hasta este presunto “mi privilegio” que ya por mucho que lo busque, nada responde a su nombre, sino rutina, insistencia, como una queja monótona derivada de años, tardes y palabras.


Con estos años, ¿qué he hecho? Ni siquiera la dignidad del envejecimiento, mi edad del tiempo, las manchas de mi cuerpo y hasta opiáceos que van destruyendo el cerebro. No son medicamentos, son acompañamientos para hacerte peor viejo, con ellos. Para poder vencer las madrugadas, llegar al fin a ese sitio de la mañana que siempre será mi único válido espacio donde sentirme hombre leyendo, poder así enterarme de cómo eran los demás, llego ya por senderos que me traen malos recuerdos al ser yo mismo ahora quien se encargue de repetirlos.


No poder dormir, no poder emplear el pedazo de descanso que me queda cada noche, recorrer yo solo los espacios de una casa vacía y fría, sin los 21 grados a que le obligo de día; terminar en la cocina que han dejado ya limpia y buscar cualquier intento de comida con el único objetivo de volver luego a la cama como si viniera del final del día. Y si continúa la manía de no poder dormirse, remediarlo ya mal. Me lo callo, no sea caso que me estropee la mañana que viene algún día. Se me ha escapado demasiado contarlo.


Para qué si los años que aquí he puesto hace más de veinte años ha sido como contar los sueños de estar donde no estábamos. Me gustaría el borrón casi completo, empezar a contar otra vez los años pero no por vivir más tiempo, sino por hacerlo mejor y por procurar que ahora, “tantos años, tantas tardes, tantas palabras” me hubieran servido aquí para algo.


Ya que le he robado a Juan Cruz el título para meter aquí estos pensamientos, de sus excelentes “Egos revueltos”, compartiré con él su entusiasmo por ciertos libros que también he leído con la pasión de leer apasionado: “Tres tristes tigres” de Cabrera Infante, dice en su primera página lo que afirma Lewis Carol: “me gustaría saber de qué color es la luz de una vela cuando está apagada.” Digo yo: ¿De qué color será la propia vela?

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Nacemos para un oficio determinado, como para compartir una ilusiòn,la lucha constante y los resultados, dificiles como la de acertar, la primitiva, el euromillòn o la bonoloto., es empezar al saber los resultados, una aventura,volver a empezar.
Pero nunca baja el listòn de lo productivo q se hizo asumiendo las consecuencias.
La sensaciòn en las desveladas, de recorrer eso caminos tortuosos, nos oprime y dejamos esas horas con un tè relajante a la espera de unos minutos de sueño y descanso.
Si todos contaramos lo q en los desvelos esas horas en total silencio y soledad los errores vividos, no dejariamos de preguntarno, valio la pena? lo merecio? queriendo aun destruirnos, solo me queda el consuelo cada uno recoge lo q siembra y hasta ahora solo fue amar demasiado.
Buena pregunta, de que color serà la llama de mi vela cuando desaparezca.
Besos maria dolores.

Fran dijo...

María Dolores, me quedaré esta vez con lo más hermoso y lo que más me conviene de tu comentario: ¿valió la pena? Sabes sobre todo lo que hice y tengo el honor y la dignidad de decirlo con todos mis desperfectos: amar demasiado.

Miraremos el color de nuestras velas, no padezcas.

Un beso

Anónimo dijo...

Siempre vale la pena, Fran, incluso nuestros errores valen la pena porque de ellos aprendemos que no somos infalibles, que por mucha dedicación que ponemos en eso que queremos ser o como queremos estar, se nos escapa de un control que presumimos nuestro pero que nos viene condicionado por todos esos avatares que la vida va poniendo a nuestro paso.
Somos humanos, seres imperfectos y semiacabados a los que han puesto un código de mercado y nos han soltado en un mundo del que, a veces, queremos huir y es ahí donde nuestra búsqueda se convierte en obsesión.

Si, vale la pena, todo y uno se lleva su maleta llena o semivacía, pero con nuestro recuerdo, las emociones vividas, las aspiraciones logradas y las que se han quedado en el camino, eso es la vida, y tú, mi queridísimo, mi fiel y honesto Fran, has sido lo que has querido ser: titulación lector empedernido, amante de prosas ajenas y conversor de historias en tu propia historia.

Tu maleta va llena, de eso si eres culpable.

Y además los que conocemos ese interior tuyo, nos sentimos orgullosos de adorarte, como yo te adoro.

Un beso

Bolboreta

Fran dijo...

Primero enseñas,como siempre has hecho, Bolboreta, cuando te acercas a mí, sobre la vida y el difícil entorno que todos tenemos a veces.

Llegas en esos momentos en que "parece" que no vale la pena, y tú haces que valga, que a mi me valga siempre.

Vuelas sobre tu casa -porque este "taller de privilegio" es tanto tuyo como mío ya que lo creamos juntos-. Tú aportas el "privilegio"- y dejas esa nota tan difícil que es querer y admirar a un ser humano y hacerlo con una fidelidad que no encontré jamás.

Contigo tuve lo mejor, contigo llené especialmente así esa maleta de la que hablas.

Me abrazo a ti y no me soltaré jamás. Ayudas nada menos que a amar y a vivir.

Cada vez que vuelas sobre mí, es un motivo de orgullo haberte conocido. Lo tuyo, dices que es adoración, lo mío, en este momento es la más hermosa emoción hacia una persona que proporciona el sentimiento.

Logan y Lory dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Eres mi ángel de ensueño el que con
su amor me elevo a lo infinito del cielo.Sólo tú haces volar mis,pensamientos y me elevas a un sueño eterno.
Como siempre,un placer volver a leerte.
Ana

Fran dijo...

De verdad ya me gustaría, Ana, ser para tí ese ser, esa persona que cuentas. En ese sueño eterno me gustaría estar y escribir, hasta esperar que me leyeras.

Un neso

Anónimo dijo...

Tienes muchos ángeles velando por ti, Fran, eso es que se te quiere.

Mi mano y mi cariño, no faltarán nunca...

Un beso

Bolboreta

Anónimo dijo...

La ternura que me invade
abruma cada una de mis horas
dulce remanso de paz
que tus palabras me provocan .
Me alegro ver tu presencia Bolboreta,mi cariño hoy es sin fronteras.
Ana

Anónimo dijo...

Qué puedo añadir a todas las bellas palabras que leo aquí, conmovedoras todas ellas, llenas de cariño, de amor por ti... ¿qué palabra nueva inventaré para decirte? Quizás en lenguaje quechua, tan rico, tan lleno de acentos... te diré muchay una y otra vez, muchay, kuyay Fran

Fran dijo...

Gracias Baolboreta, necesito al menos una felicidad humilde y única y para ello necesito cariño y apoyo nada menos.

El tuyo está aquí y quiero que permanezca siempre. Ya viste, además,que personas que me quieren también se alegran de tu cariño.

Fran dijo...

Eso, Ana, es un triunfo en la vida propia y de los demás. No le pongas nunca fonteras al cariño.

Un beso

Fran dijo...

Cualquier palabra dirigida a decirle a una persona te quiero es vaída y suficiente.

No hace falta inventar más.

Gracias y un beso

Anónimo dijo...

Yo también me alegro mucho de leerte, Ana y de saber que sigues con tus palabras de cariño hacia Fran, él se las merece todas.

Siempre me tendrás, y lo sabes, Fran.

Un beso para cada uno...

Bolboreta

Fran dijo...

Claro que lo sé y el día que no me lo dieras lo reclamaría como fuera.

Un beso