Hasta el hueco ineludible del dolor, lo he explicado aquí muchas veces, luego no es ninguna novedad, pero pretendo traer a la vez un cansancio y una honestidad que por lo visto no se entiende siempre. Hay pesadillas que nunca nos abandonan y que envejecen con nosotros, añadiéndole al terror primigenio los temores de la edad, las heridas del amor y el dolor de la experiencia.
Ando un poco cansado, el olvido se me va creando como una necesidad urgente, quiero cambiar de acera y evitar los encuentros, lo que prefiero es cargar de futuro y cada vez que escribo se me va emponzoñando de pasado. No abro ya camino nuevo y cuando pienso haberlo creado termina en acusación, en testimonio viejo. Quisiera como el poeta Juan Gelman que los años envejezcan conmigo, que no manden más los años, sino el obsequio que tengo, la rutina del cariño. Nunca es engaño, siempre es testimonio, tienen la fuerza de los amores imaginarios.
Habrá que dejar, pues, mi hueco al hueco, al que ocupe gentes de mejor hacer que el mío, se me pierden las sílabas y entre el dolor de los huesos, hasta ahora me defendía en una especie de equilibrio. Y tendía a la vez mi rostro y mi cuerpo, y pedía que me levantaran a voces, sin rencores ajenos, porque nunca tuve intención de provocarlos. Es bastante sencillo, a veces por la calle, cultivo la caricia, el gesto bello y me basta la esquina siguiente para volver a hacerlo. Ni engañé al principio, ni lo hice luego.
Sigo amando como siempre, acercando la almohada empapada de dolor quieto, ese que nos concede una inocencia ciega, unas ganas de tenerlo todo de nuevo, de acercarse a alguien, de pedirle el ápice, el ángulo del cariño que necesitaré siempre; voy cuajando con mis palabras la felicidad que se acopla, que surge, dejármela quieta, que no me la niegue nadie o dejaré para siempre el amor, al menos el tiempo que le otorgué en la red. Se quedará mi vacío, que si tuvo vicio fue lo más parecido al vicio; todo casi a oscuras –al menos para mí- como un apagón de brillo que pedí siempre, que necesité para ver si era posible que me dolieran menos los huesos; y así un poco, entre tinieblas, tocaré a la vez fondo y la ausencia de un placer inagotable.
Nada especial, pero el cansancio de mis huesos, lo que agota ese cansancio, es más profundo que cualquier literatura, que un correo bien escrito, que un montón de años de esfuerzo para no estar aquí de mirón y aportar poco. Nada diferente, los años hacen de las suyas, obligan a dejar el paso libre, aplazan las penas, incitan a soñar con las palabras sueltas ya que soy incapaz de escribir versos métricos, como un poema verdadero.
Nada diferente, aguantarme la impaciencia y olvidarme de lo que tengo fuera, de compartir a lo mejor una alegría con una alegría ajena -¿cómo estuvo la cena, dónde fuisteis?-de que dure más tiempo lo que ya viene durando mucho tiempo, estas hojas largas donde escribo sobre el amor a veces como un ejercicio antiguo que no he dejado de saber hacerlo.
Al final pasa esto, le dices a la gente, a tu gente, los mismos versos del poeta:
…”no te quiero
en mi funeral,
te quiero
en mi cerebro,”…
En el cerebro y en el alma de la gente que quiero, para que antes me duelan menos los huesos. Me quiero morir más adulto antes también de que me echen. Dicen que el dolor fomenta más el deseo, ya lo voy comprendiendo: deseo lo mejor que pedía, lo que más necesito. Por eso quizá yo mismo me estoy engañando, ando buscando excusas, como quien le dice a una mujer, “hoy no puedo salir contigo”. No es verdad, si que puedo. Arrincono el dolor siempre que quiero. No sé si recordáis una cita que he utilizado muchas veces, una sentencia de Séneca que dice “lo mejor del dolor es que si dura no es grande, y si es grande no dura."
Puede ser, pues una excusa, se me debe de haber ido, una excusa para dejar sitio a todos aquellos que más lo merecen.
16 comentarios:
Pues a mí no me dejes sitio, que no lo quiero.
Y tú eres capaz de seguir encajando en tu silueta otros veinte años, como mínimo .
Practica eso del gesto bello, el vicio, la sonrisa y el amor en la red o fuera de ella, pero quédate un rato, hombre, si al final nos iremos todos.
Un beso , Fran.
Fran: por qué mencionas hoy
a la muerte, por qué hay tanto
pesimismo en tus palabras, tanta
renuncia?
No, ese no es el Fran que nos
conmueve cuando habla del amor,
siempre vigente, de la alegría,
de saber que sólo existe hoy.
El Fran que pelea, que no le da
tregua al dolor, físico, ni emocional.
Dices que estás cansado, que
quieres el olvido para cambiar
de acera, que necesitas de
futuros porque al escribir,
sientes que se te va
emponzoñando el pasado...
Dices querer dejarle el espacio
a quienes tienen mejor hacer
que tú.
Nadie ocupa el sitio de nadie.
Tu sitio tiene un nombre:
el tuyo.
Y el amor, lo tendrás siempre
en la medida que lo ofrezcas
y tú lo das a manos llenas.
No estés triste. La tristeza
se vuelve contagiosa. No
nos estés diciendo adiós, no
todavía, cuando aun te quedan
palabras bellas que decirnos,
que inventarnos. Sabes que nos
son necesarias, importantes.
Deja al tiempo esperando en
cualquier lugar, los años no
existen, la vida es la que
tenemos hoy. Y hoy, estás aquí
y te necesitamos. Por qué nos
dices adiós, si sabes que nos
duele tanto?
Fran, quisiera decirte tantas
cosas, pero las palabras se me
anudan, no pueden salir, no
las encuentro, pues quisiera
las más bellas, las no estrenadas
por nadie, que sólo fueran mías
para tí, Fran...
Bedel
Sí es cierto, Reyes, quu ese vicio o esa sonrisa procuraré nunca perderla durante el rato que esto dure hasta que todo nos vayamos. Me has de descontar el tiempo que ya llevo.
Por personas como tú vale la pena.
Un beso, Reyes.
En cada momento uno escribe cómo siente, Bedel, lo que siente. No hay vuelta de hoja para nadie.
Descansa querido amigo, pero descansa para renovar energias, para seguir adelante, porque todo continua siempre lo hace, date tu tiempo, deleitate en lo que mas te gusta, no te dejes morir, que no te vensa el cansancio no te dejes...
Renuevo energías, Josué Ramón, no lo dudes. Morir jamás, ni rendirme a nada.
Además por algún lado ves escrito, hay personas aquí por las que vale la pena estar.
Gracias
El dia amanecio nubladillo, pero con todo y con eso, se remonta el dia, la noche en estos dias llegan antes de lo esperado y nos da lugar a regocijarnos en los pensamientos q se renuevan, saliendo a la aventura de quien nos pueda esperar tras esa ventana. el tamaño es igual, pero si ventana, donde se refleja el cariño y el amor compartido.
Mientras sintamos el dolor, señal de q estamos ahi, y quien se libra de los malos pensamientos?.
Besos maria dolores.
Sí, es preciso que remonte el día, María Dolores, y entre una nueva aventura por esa ventana. Y además, si me duele el cuerpo entero es señal de que estoy vivo.
Gracias y un beso enorme.
Querido Fran:
Pienso que ese dolor de huesos es real y figurado al mismo tiempo. Es el dolor físico que nos recuerda y nos hace a analizar el de más adentro.
¡Ójala ese dolor de huesos disminuya con un buen día de sol como mínimo en la terraza!
Nos vemos!
Sí, puede ser Bambú, todo en la vida tiene su parte real y figurada, y si en este momento miro muy para dentro deseo seguir teniendo lo que he tenido siempre.
¡Venga, nos vemos en la terraza!
Besos
Ven, mejor, a mi terraza y
contemplarás ese mar que no
conoces, vestido con su más
esplendoroso color azul que
es maravilla, acariciado por
la suave y tibia brisa, que
sería el alivio que necesitan
tus adoloridos huesos.
Ven a mi terraza...
Fran, aquí no hay gentes que hacen mejor , sino identidades , personalidades fuertes como al tuya que de por sí tiene un sitio irremplazable.
Creo que las silabas sólo juegan alas escondidas para hacerte correr,y el equilibrio punza en los oidos como un corte profundo, pero siempre tienes una red debajo, una mano en tu hombro, una mirada cerca.
Tu sitio está ganado y con creces y el único que puede sostenerlo eres tú, nosotros lo que hacemos aquí es seguir admirándote
Te quiero
Gracias, Paola, por tus exquisitas palabras. Mi personalidad es que pongo el sentimiento en la mano, lo cultivo, me ayuda a vivir, a ser más fuerte a que me duela todo menos.
Mis palabras volverásn, no te preocupes, creo que no debo guardarlas como hago cada día.
Gracias por tu te quiero y tienes mi cariño, por supuesto.
Me imagino anónimo que esa terraza es tuya, Bambú.
Ya me gustaría contemplar desde allí el mar junto a la belleza del mismo y de tus versos.
Besos
Fran: No, la terraza es mi
terraza, al otro lado de ese
mar que no conoces y que hoy
estrenó colores insospechados...
No, la acaricia la suave y
tibia brisa que habla de galeones,
de piratas y de sueños...
Te enviaría uno de los hermosos
pelícanos que me saludan, cada
día, para que te trajera en sus
lomos en viaje rasante sobre
ese verde verdor del mar, inmenso
y profundo.
Los dos Anónimos, sin firma, son
míos.
Besos
BB
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