lunes, 20 de abril de 2009

Son cosas que pasan antes y después

De la felicidad que uno no tiene, en una búsqueda idéntica a la soledad de la mía. Da lo mismo el mecanismo, cada vez me voy a ir aproximando más al silencio, a ir leyendo, perdonándonos con cualquiera los vicios, desprendiéndonos la ropa, quedándonos con la huella de los libros que tengo bien marcada desde el día que más o menos me dejaron quieto. Desde entonces me he hecho viejo, cuido mi futuro como un criado lento y fiel, con los párpados que no duermen y no lloran, casi sin tiempo, en plena prórroga, pero tengo –os lo puedo asegurar- una energía antigua, una fuerza contenida en mi interior que debe proceder de lo que estuve leyendo.

Del lenguaje siempre me gustaba el latín: bonito el dativo, teatral el vocativo, esencial el ablativo. Fue un tiempo mi estudio del lenguaje, la única forma de decir la verdad y de soportarla a la vez; y sigue sin importarme, siempre hay un gran hueco, tengas la edad que tengas, entre el conocimiento y el lenguaje. Mirar si no es verdad lo que digo: cuando nos acercamos a alguien lo hacemos más aún que con la mano y el sexo, amamos porque tenemos nada menos que el lenguaje, es como una química anhelante y quieta.

Todo esto para qué, porque vienen empujándome, porque de cualquier día que tuve la felicidad, aún me quedan los restos, las cosas que pasan después, hasta empeñarme a veces en querer a una mujer porque sin querer yo no soy nadie, no me queda ni el resto, se me acaba el tiempo. Y pienso cada vez en la hermosura del sexo, ser dueño de las vísceras de alguien, de su obscuridad con los ojos abiertos sin ver nada, como si tuvieran que ser así cada acometida. Yo insistía cuando hacía el amor en hacer el amor, hay una disciplina, un rigor, una rama histórica que tienes que saber buscarla en la mujer. Ella se deja tomar nada menos, uno es como el polen que obedece dentro.

No lo puedo evitar, pero se me está acabando todo esto. He sido el mejor porque siempre quise ser el mejor, tuve esa humildad, lo contrario que parece una especie de orgullo; escuché y fui trayendo ramas de silencio, maneras de hacer siempre feliz a una mujer; de quitarle un mal sueño, casi igual que le quitaba la ropa, un disgusto, una lágrima que se le hacía vieja con dos besos exactos, bajo de esa lágrima. Tomaba y me dejaba tomar, no sabíamos el orden.

Jamás olvidaba la felicidad al día siguiente, empeñaba el derecho de haber sido causante y la fortaleza de no poder perderla. Ahora, sin embargo, luego de leer tres veces los versos de la Vaccaro “la vida tiene un ritmo muy extraño” yo no sé tampoco relajarme, ni escuchar, ni bailar “este baile raro que nos pone a vivir”, sin volverlos a leer una y otra vez, yo no sé para qué hablé de apartarme, de que me dolían los huesos. Sin embargo necesito otra vez, cada día, las palabras, los besos y los versos, qué bonita la rima parecida a la necesidad que tengo de gozar cantidades de cariño como una propiedad particular, mis pies delgados solos de dibujo y caminata.

Ahora me importa cada vez menos el día siguiente, quiero este presente higiénico a ver si consigo ir arreglándolo y manteniéndolo, con las cosas que pasan antes y después de aquello que debe ser la felicidad. Alan Wats decía -ya lo he contado- que la gente que va con prisa pierde la capacidad de sentir. Pues sabéis que os digo, yo ando cada vez más despacio, afilo las presencias, lo que me cuentan, sustento algún pedazo de amor para poder compartirlo.

No gozo una promiscuidad al pedir a la gente que me quiera, se trata de una rebeldía meditada y consciente; me gusta la presencia del sexo, la cercanía del amor perezoso e inquieto, sin prejuicios y si alguien me pregunta, ¿es que usted no tiene principios?, le han dicho ya dos o tres veces te quiero. Me pongo muy serio, claro que los tengo, largos y quietos, lo que ocurre es que tengo una neurótica necesidad de ser querido, de querer sin preguntas, para que me quieran sin respuestas, me dejen que se formen recuerdos que no se pueden explicar luego.

Mientras más profundo llego, más me convenzo que son uno el hombre y su recuerdo.




12 comentarios:

Anónimo dijo...

Ser uno con los propios recuerdos, por una conclusión como ésa mucha gente mataría , pero eso sólo lo puede saber/sentir quien como tú, va cada vez más despacio , y en la lentitud está la capacidad de fijarse en las cosas.
Aun nostálgico y todo, me gusta tu añoranza.
A qué principios te refieres...?
Besos.

Fran dijo...

Voy a la velocidad que puedo, Reyes, a veces la cambiaría pero no puedo, le saco el lado bueno.

Mis principios son muy simples: en la vida real formé una familia y la he conservado a base de fidelidad, comprensión y tolerancia. A lo mejor suena a antiguo.

Y cuando me asomo a la red pongo ilusión, cariño, y en muchas ocasiones, ayuda y generosidad en todos los sentidos. Es muy cierto lo que digo. Todo ello con el DNI por delante.

A quién no le gusta como soy, lo entiendo, también es un principio.

Besos

Lila dijo...

sin querer yo no soy nadie, no me queda ni el resto, se me acaba el tiempo. Y pienso cada vez en la hermosura del sexo, ser dueño de las vísceras de alguien, de su obscuridad con los ojos abiertos sin ver nada, como si tuvieran que ser así cada acometida.

Coincido contigo en este principio. No coincido, con tu afán de quitarte fuerzas y poderes amatorios, a estas alturas cuando hemos evolucionado tanto...

También me han gustado mucho los cambios de letra, se lee con más gusto y frescura. Será porque viniste del mar bien amado?


Muchos besos Fran, cuídate.

Fran dijo...

Amar es conocer las vísceras de la persona amada, Esperanza, tocar fondo en cada acometida. No es difícil si amas, creo que me entiendes muy bien porque por lo te he leído y así concido, debes ser una amante maravillosa.

A lo mejor llevas razón: ¿sabes cuándo mejor me siento? Cuando amo a alguien. Lo necesito. Es, a lo mejor, uno de mis mejores principios.

Gracias por tus palabras aqui, merecen el mejor beso.

Lyendo y escribiendo estoy bien y me cuidaré conservando amistades y cariños.

Anónimo dijo...

Mí admirado Fran sí porque sin admiración no hay amor, y tu me enseñaste entre cada palabra la admiración. Sé que el insomnio devasta los años y entrenebran el día, mientras tanto te ofrezco mi mano cierta.

Je T’Adore,
María

Fran dijo...

Admirar a alguien, María, es sinónimo de tener y ofrecer grandeza. Estuve admirándote mucho tiempo y lo sigo haciendo. Por eso tomo tu mano y te devuelvo tu adoración.

Josué Ramón Ascencio dijo...

"lo que ocurre es que tengo una neurótica necesidad de ser querido" yo tambien jejeje,
pues eso eso de vivir despacio, tambien lo practico yo pero la verdad esque nunca he andado a las carreras asi qeu no lo habia notado, pero si me gusta disfrutar las cosas despacio...

Fran dijo...

Mi necesidad de ser querido Josué, sabes cómo acaba. Perdona la rotundez: en yo ser siempre el promiscuo hijo de puta mientras soporto y aguanto lo indecible. Hasta la mala educación a veces y que me qiete el sueño sólo lo que tiene derecho la salud.

Pero siempre leerás en este blog, gente que hace tiempo me lee y me quiere y me respeta.

Sí, disfruta las cosas despacio, pero sólo las que valgan la pena.

Un saludo

Anónimo dijo...

Palabras desde lejos
decir en el silencio
un secreto ni mio quisieran.

Una voz tranquila
cascada de nostalgia,
satura la alta noche
oscura y sin estrellas.

Un silencio también comunica,
bien lo sabes Fran.
Te leo y recuerdo en mis malos momentos,que son mucho.
Aquí estoy para mandarte un fuerte beso.
Ana

Fran dijo...

Bien lo sé, Ana, desde los años que llevas leyéndome los malos momentos que estás pasando aunque no crucemos ni una línea.

Más valor tienen para mí todavía tus versos que no son palabras desde lejos, las siento aquí dentro, Ana. Esas son las que más valen.

Te mando un beso y el mejor deseo para ti. Tus palabras aquí siempre me harán falta.

Anónimo dijo...

La soledad se apodera del silencio, ganando el aprecio de la intimidad, " desprendiendonos la ropa" identificandose con los vicios dejando la huella de lo vivido, con la firmeza , de jamàs seremos viejos, todo se renueva al amanecer y las preguntas q nos hacemos a cubrir nuestro cuerpo dandonos respuestas a la inquietud........." quiero seguir amando"Todo el amor cuando los ojos miran inquietante.
Besos maria dolores.

Fran dijo...

María Dolores, tus palabras son tan bellas, tan reclamables su propiedad por quién las lea, que eso hago yo. Y tu comprensión por lo escrito.

Los vicios dejando la huella de lo vivido y ese amnecer que me construyo cada día, es lo que me mantiene y me facilita seguir amamndo.

GRACIAS y un beso.