domingo, 11 de enero de 2009

Elijo el placer


Sí, y ya para siempre, aunque sea en sentido contrario a lo que me va tocando vivir; elijo el placer en cada esquina de la vida, prefiero como alguien me calificó -¡ojala que así fuera!- la loca vida de andar siempre pendiente en la búsqueda de cualquier sensación de beneficio.

Le lucho a la dureza de la vida, y así le puedo a la vida. Me atraen favores –ya lo sabéis- quizá al menos 180 minutos diarios colgado de algún libro; la sensación favorable que me une a la mujer porque nunca fue el sexo opuesto, fue el más querido, casi venerado; la compañía necesaria en cualquier acto de mi vida: lo puede ser escribiendo un correo enamorado, la mirada de complacencia de quién tenga cerca, el mismo sueño de estas cuartillas para que las lea alguien, el recuerdo y la necesidad de una cercanía que siempre se me nota entre estas mismas líneas.

Para practicar esa elección, lo primero son las ganas, sentirse confortado con sólo tenerlas como si fueran el contenido más bello de una charla entre amigos donde el punto central sea inevitablemente una mujer porque así lo quise siempre, son la mitad de la humanidad, esa parte de humanidad que prefiero, esa anatomía mezclada entre esa charla de que hablaba, o quizá más tarde compartiendo la misma almohada, preguntándole qué haces, para compartir lo que quiero hacer.

Todo eso es placer para mí y me viene siempre muy bien como forma para combatir el temor y el dolor. Teme uno muchas cosas ya a estas alturas, y del amigo el dolor, te enteras de una vez que cualquiera que sea, va coger la suficiente confianza para anclarse en tu cuerpo para siempre. El joven se lo quita de encima, eso no es nada, ni le importa saberlo, la derrota del dolor al hombre maduro, sigue haciendo daño sin respuesta.

Me enfrento así a una verdad que le he leído a Fadanelli: “es falso que uno se pudra lentamente, lo haces de cuatro o cinco golpes que además siempre te sorprenden.” De repente, sin pregunta y sin que uno pueda dar respuesta, por eso mi forma de apartarme, de que no me coja desprevenido, de no estar en el lado amargo y duro, es elegir cada vez, cada mañana mi forma de placer. Escribirla es como acariciarla, como desearla más, que alguien me la conteste la hace entrar en los mejores niveles.

Dentro de ese orden del placer, para todo y para siempre, a mí me gustan las caricias, ellas prefieren que sepas destinarlas; yo amo locamente el verbo y de mi prefieren la boca amada, hablada. Me urge cada mirada para poder sentir el placer de poder perturbar; la mujer prefiere estrenar siempre sus ganas -¿verdad?- yo gozarlas, cumplirlas, pagar el peaje del placer conmigo mismo y contra alguien.

Algo así quiero que sea mi vida ahora, pretextos para el placer inmediato de existir. Quiero tener por dentro o por fuera la sonrisa siempre despierta. Ya lo sé que eso que tanto me gusta, la lectura, a menudo es un placer que cuesta, aunque sólo sea porque supone aislamiento, concentración, esfuerzo, además de esclarecer o asumir incertidumbres, cosa que siendo placentera es también problemática. Pero es una excitación lenta y segura, me hace sentirme casi igual que los que están mejor.

No voy a aplazar el placer aunque sé que es el verdadero erotismo. Quiero no tener nunca bastante para lucharle a los golpes que me vengan y así ver el efecto cada momento en mi propio cuerpo, poder averiguarlo, al igual que nunca sabes el efecto que provocan tus manos en la mujer acariciada.

Son razones suficientes para preferir el placer y con él la carne. Si el destino de Dios era hacerse carne, el nuestro es salir por ella.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Fran querido, placer es empezar el año con la prolongación de tus palabras, siempre la palabra, la que nos unen, acercan y hasta abrazan, luego de esa lectura el recuerdo hará el resto.

Mi cariño,
María

Fran dijo...

María, te recuerdo precisamente con placer, eras placer y calidad de mujer y tus contestaciones, ¿sabes qué tienen?, encanto y cariño.

La palabras, como bien dices nos une y nos unirán siempre.

Me quedo esperando el resto, enariñado.

Anónimo dijo...

En la suavidad de la noche
desprovista de misterios
me apodero del solfeo de tus palabras,siempre tan lleno de amor y ternura.
Un abrazo Fran.
Ana

Fran dijo...

es la dulzura de tu verso, diría yo, es claridad de expresar lo que siento, es la satisfacción que tu recogerás con tu abrazo mis palabras y las llenarás de ternura."

Anónimo dijo...

Nunca falta tu recuerdo, para q predecir el futuro, ¡hay dolor?.No creas q todo reluce como el sol de primavera,solo q sin querer tomar en cuenta, saltamos la cuerda a la espera de quien te crees amar de una respuesta. positiva o negativa, pero respuesta al fin. Si solo pensamos en el dolor fisico, q hueso no se resiente?.Pero nunca anotamos e4sos dolores, sí, el del q imprevista te coge y te da la patada, con escusas mal logradas, ahi si q está el dolor!! solo queda el pensar q el año se avecina con buen augurio, y la mirada al frente esperando esa sonrisa, la q sea, con tal q nos alegre esos momentos.
Besos maria dolores.
El lunes más.

Anónimo dijo...

Querido Fran, me alegra que se de cuenta a tiempo que hay que quedarse con lo mejor de la vida, sabes en todo momento lo que nos hace, un poco más feliz.
No es fácil cogerle las vueltas a la vida pero mientras podamos ganarles el pulso, hemos de seguir luchando, sea con la mirada, con la pluma o simplemente contemplando la mañana.
Que entre su elección se encuentre la mujer, esa forma tan singular de valorarla, es de agradecer, yo, en la parte que me toca lo agradezco, aunque no lo vea como vos, me agrada dejarlo para los que me rodean, lo importante es sacar el mayor partido a esos años que nos regala la vida.
Fran es cierto que tememos al dolor, no sólo físico, a veces los hay más fuerte e incurables, que son los de el alma, la única forma de aliviarlos es no rendirse jamás, siempre digo que la el camino de la vida es como una guerra interminables, que al final todos perdemos pero mientras llegamos, no bajaremos la guardia.
Las sorpresas, siempre asechan y nunca se está preparado, a veces se superan y otras nos acompañan hasta el final, encontrar esa ayuda, ese placer que vos encuentra en sus libros le es de gran ayuda y si lo comparte, también lo disfrutamos los demás.
Pues paguemos ese peaje, siempre que sea para complacer nuestros caprichos, llenar esos huequitos, adelante, no paremos la marcha.
Todo cuesta, todo desgasta pero si sus caprichos le llenan, también hace feliz a cuantos le rodean, a los que le leemos, a demás, es un ejemplo para los que seguimos los pasos de su pluma.
Querido Fran, el tacto de las manos siempre resulta cálido pero expresado con esa calidez, esa prosa tan singular, parece distinto y es que la magia de las letras, transforma lo real.
“Son razones suficientes para preferir el placer y con él la carne. Si el destino de Dios era hacerse carne, el nuestro es salir por ella” creo que yo no podría poner mejor final que vos, siempre repetiré lo mismo, en sus últimas frases se encuentra la respuesta, la más correcta.
Mis felicitaciones y mis besos, siempre con su permiso.
Ley.

Fran dijo...

Eso es suficiente, volver a leerte. No sé si tienes sol de primavera, yo lo tengo demasiado inalcanzable para como lo quisiera y hace tiempo que salté la cuerda de la espera, que cuentas.

El dolor físico poco importa ya, María Dolores, porque ni a los huesos les otorgo nombre y el cambio de guarismo de año, y a ese “auguri” que me pasé toda la noche del 31 escuchando, le doy poco valor. Mira, ya en mi propia introducción de la página de libros lo advierto que no me gusta ese tránsito y prefiero el simple rango de un nuevo día.

Al final lo mejor, lo tuyo –me da lo mismo el lunes que otra fecha- “mañana más”. Como ves no se me ha olvidado.

Besos de Fran

Fran dijo...

Me tienes tiempo, querida Ley, esperándote, como en una estación más de la vida luego de decir de alguna manera a quienes me leéis, ven.

Capacidad de lucha –de esa que hablas y que todos necesitamos- nunca me faltó, pro a veces me va viniendo el cansancio, la lentitud porque aunque siempre me considero híper activo, me hago más lento.

Con la mujer –poco tengo que explicar- la quiero, la admiro, la admito, nunca como sexo opuesto como la historia la ha marcado, sino como complemento imprescindible de la carne hasta la carne, de la mirada hasta cada pausa en la mirada. Una necesidad que muchos hombres niegan.

Quiero llenar esos huequitos que dices - aunque me cuesten, me satisfacen, la mar-. Necesito los libros, el tacto y esa prosa que dices que tengo tan singular, en efecto no tiene plurales, son siempre primeras personas del singular. Es la que llevo puesta hasta en un simple diálogo simple y banal.

Dices que te gustan mis finales: es que es así, se me escapan, porque no me negarás que es muy cierto que de carne salimos y a la carne le debemos ese respeto porque el esquema lo hizo así Dios. Luego, con la nuestra la buscamos de nuevo. Eso es, más o menos, enamorarse, la sugestión, la búsqueda.

Gracias por tus palabras y tu beso siempre permitido y devuelto.

Josué Ramón Ascencio dijo...

Hay que ricooooooo, placer, placer, sentir es vivir.

Anónimo dijo...

Fran , vengo a tu blog, me ha gustado mucho lo que cuentas, espero que sigas convenciéndome de la necesidad de placer que tenemos los humanos, aunque no signifiquen más nada.
Besos.

Fran dijo...

Josué Ramón, me alegro que te guste este pequeño rincón de escritura.

Gracias

Fran dijo...

Reyes, el placer siempre cubre retazos, momentos de la vida. Seguiré intentándote convenciéndote, más bien te convenceré.

¡Bienvendida! Un beso

Fran