domingo, 28 de diciembre de 2008

Querer es mi código

Si me paso tiempo sin ejercer mi derecho podría convertirme en una planta que se habría muerto. Por eso mi empeño –si es que tuviera el don del lenguaje- en buscar en la intención de cada rostro, diecisiete maneras de sonrisa o un poco más y poder expresarlo. Querer es mi código para que pueda todo tener un día arreglo, o a medias o algo. En los casos en que no es del todo, queda la cicatriz de la tristeza, que bien mirada nunca tiene fondo porque es algo similar a estar muy cansado y lo estamos muchas veces.

Ejerciendo ese código, lo ideal son ciclos alternativos de obscenidad y de ternura, invirtiendo esfuerzo y tiempo. Me he rendido muchas veces diciéndolo, pidiendo a voces la respuesta adecuada a mi empeño. He gastado lenguaje propio y ajeno, salvando en vano el tiempo que se me ha ido yendo, día a día con pérdidas amargas o con ilusiones que no iban a ser mías. Qué mal he ejercido toda esta legislación entre hombres y mujeres, al menos la mía propia.

Pero me va a dar lo mismo, cuánto más tarde en decirlo va ser peor; tengo una alameda abierta de palabras para que las coja quien quiera, quien me lea, quien me quiera, quien esté dispuesto a practicar las leyes que tienen el amor y sus leyes. Ando sobrado del placer que se necesita, lo expondré con rigor y desvergüenza; veinticuatro horas sin quejarme, sin que nada me duela, veinticuatro horas alargando los brazos para tocar a alguien.

Ya va ser manía, buscaré por todas partes, por sitios habituales en que se me conoce, confortables, casi importantes, o los más oscuros con las mujeres esperando colgarse de lo que no puede tener más significado que un cuelgue: manejo sin incidencias de palabras, esos sitios del deseo –gratuitos para los deseosos- donde esperas justo el tiempo tierno y excitante y averiguas que el universo si está bien hecho anda lleno de placer ilimitado.

No me cansaré de nada que tenga los artículos del código. Ya lo sé que hasta follar cansa, que la seducción puede ser una simple manía; que me ha entrado el viento de la edad por la ventana cuando intento volver a desnudarme lentamente para corresponder así a la otra parte contratante. Una mujer desnuda es una vocación para las manos, una fiesta, un despilfarro, yo lo he leído y confirmado en algún sitio en estos últimos cincuenta años.

Ni me engañaron los libros, ni las ganas que haya sido cierto, era como una estrategia para vivirlo, aprender a escribirlo luego mientras lo estaba leyendo y nunca tenía el final lejos. Junto al código de querer a alguien, puse al lado siempre el de la lectura, la música, los cigarrillos, la cerveza y el sexo. Si se me terminaba la cerveza siempre había un buen vino o lo cataba yo o lo cataba ella para que terminara siendo cosa de dos.

Y entre mis excentricidades o mis necesidades –llámese como se llamen- siempre estuvo gritar para que se notara, relativizar lo que estaba en juego, aprovechar los huecos, la curiosidad de todos esos huecos. Conocerlos, estar dentro de ellos exige un grito, una forma de código, es cuestión de poner entusiasmo y mi propio lenguaje que no se me acababa.

Porque con mis palabras siempre pongo promesas e ilusiones, quiero sobornar con un lirismo preciso, romántico, lleno de resaca de la última vez. Y además intencionalidad, metáfora y la sacralidad de la anatomía de una mujer. Ya me imagino unos pechos erigidos en sistema, un pelo de miel quemada, sus altos simbolismos y al final los ojos cargados de mirada.

Así no lo puedo evitar, mi código es querer.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Querer, que lindo es querer, a demás es como sembrar, si se quiere, nos quieren, no podría haber código más perfecto, querido Fran, a veces las cicatrices nos enseñan a preciar lo bueno de la vida, ya que lo malo, lo aprendimos involuntariamente, es parte del camino y hemos de aceptarlo, ese cansancio, me lo conozco, por desgracia.
De eso está hecha la vida, Fran, de ciclos y no creo que halla usted ejercido mal, ni una legislación, nadie nos enseña a caminar, aprendemos solo y de ahí, que caigamos tantas veces, dicen que se aprende de las caídas, yo diría que no, por decir dicen, que el hombre tropieza tres veces en la misma piedra, yo diría, que muchas más, creo que vos, ha encontrado parte de esa recompensa pero el hombre, nunca está satisfecho del todo, si así fuese, la vida sería muy aburrida y hay que seguir caminando.
Buscaremos esa alameda de palabra, esa sombra, llena de amor y a la vez, de inconformidad, de anhelo, encontrará ese alguien y seguro le estará esperando con los brazos abiertos, se lo merece.
Bueno, yo espero no colgarme a esos lugares, soy de las que le agrada la realidad, no las fantasías, siempre hay por quien luchar, por quien amar.
Siempre consigue usted arrancarme una sonrisa, lo siento pero es así, claro que todo cansa jajaja pero el hombre nunca se cansa de seducir a las mujeres, cuando cree tenerlas a sus pies, deja de interesarse por ella, bueno, no generalizaré pero en gran parte se comportan así, será que las chicas, también les agrada ser seducidas, quien sabe?
Oh, que bonito, los libros son sus cómplices, su hombro, una escusa bella pero escusa, una afición que le proporciona libertar y sabiduría, mientras terminen siendo cosa de dos, no será una enfermedad, solo una escusa, una afición preciosa, constructiva.
Siga usted gritando, se le oye alto y claro, así logrará tapar no solo sus huecos, si no también algunos de los nuestros, entusiasmo no le falta y quienes lo animen, tampoco.
Yo seguiré persiguiendo las metáforas del último fragmento, la poesía, la prosa, los sueños, el anhelo, la fuerza de la palabra y el calor de las misma, intentaré describir ese código, nada fácil para mi, yo diría, que todo un reto.
Mis felicitaciones dobles, por su texto y por las fechas, feliz fin de año, Fran, y un besote siempre con su permiso
Ley.

Fran dijo...

Querida dama, está muy claro que entiendes lo que escribo, lo que quiero decir. Es como si te engancharas y siguieras el ritmo de un baile de palabras, párrafo a párrafo.

Apúntate –no lo dudes- a esta legislación propia que cada uno lleva dentro: la forma de querer. Al final, no hay normas, existe una especie de desparpajo, una satisfacción luego, un diálogo de sexo –porque te lo aviso- lo contaré a mí vuelta por tierras no del todo ajenas: el sexo también tiene su parte hablada.

Y grita igualmente cuando te busquen y te encuentren los huecos. No creas que yo tengo tan seguro que mi alameda de palabras –va de antiguo- siga teniendo sitio y me permita llegar al final que quiero.

Ya me quedo contento con que digas que se me oye alto y caro –eso pretendo- porque la seducción y la “confirmación” que viene luego, hay que hacerla saber, no se la puede uno callar porque si no se me revientan las metáforas –eso que tú llamas mis poemas- entre los labios, no para decirlas o escribirlas, sino para pasarlas entre boca y boca.

No sigo porque tengo muchos números todavía sueltos para satisfacer esas metáforas y ya no puedo callármelas más.

No te felicito el año y esas cosas, te deseo que al final de éste que empieza sigas en el mismo sitio esperándome.

Para darte un beso, no miro el calendario.

Anónimo dijo...

Queridísimo Fran,desearte que seas venturoso, bendecido, y esperanzado
Mi beso de siempre,

María

¡ Feliz Año 2009 para todos!

Fran dijo...

ME QUEDO CON TODO LO M%AS HERMOSO QUE TIENEN SIEMPRE TUS PALABRAS.

NUNCA OLVIDES MIS BESOS.

Anónimo dijo...

Amar es más que sentir, con el afecto no basta, se necesita pensar el amor, reubicarlo, racionalizarlo, sin que pierda esa pizca de locura simpática. Y digo simpática, no maníaca. Cuando, amamos con apego, con la incapacidad de renunciar cuando debemos hacerlo. Sufrimos cuando estamos bien, por si se acaba, o si estamos mal, por si no se acaba
Un placer leer todo lo que sientes Fran,lo expresas con ese sentimiento que ipnotiza el corazón.
Feliz entrada de año,lo pido y deseo para todos.
Ana

Fran dijo...

Tu respuesta, Ana, es un tratado sobre lo que es o debe ser el amor, esa "pizca de locura simpática" lo explica todo cuando lo escribe una poeta como tú.

Tus palabras me sirven para terminar lo que voy a colgar, me has empujado a hacerlo. No sabes la ayuda qu esto es para mí.

Perdí tu e-mail en un formateo y no te he podido enviar la carta de presentación de la página actual de "acercatealoslibros".

Un beso de mi no menos que hipnotizado corazón.