martes, 2 de diciembre de 2008

Necesito un diseño frívolo cada día


También puede ser una razón por la que duermo siempre con las persianas subidas para que entre la vida que me queda tan bien. No sé si me va realmente bien pero busco en cada amanecer el estilo perfecto de la novedad, esa frívola razón -alguna tendré que seguir contando- que me hace sonreír al menos en busca de un humor que nunca tuve, siendo como es la más admirable cortesía entre los humanos.
Me defiendo con la frivolidad, con mi manera de comunicarme que sé que atrae, que produce a veces hasta un gesto sensual, una intención suelta que en ocasiones me vale la pena explicárselo a aquel con quién estoy. Porque a mí nada me va a sorprender, le voy a sacar todo el partido posible hasta el beso en un saludo o el deseo en mi despedida de que pase un buen día quién está un momento conmigo. Casi parece como una invitación a que lo pasemos juntos.

Le saco partido, disfruto cualquier instante porque lo necesito desde bien temprano, recién amanecido, voy así en busca de mi paraíso: la otra mañana cuando en mi reino de una papelería de barrio, le desordenaba los bolígrafos y los lápices para ocultar mi nerviosismo a quién con una sutileza y un belleza extraordinaria por dentro y por fuera, dibujaba la dedicatoria de un cuento diseñado por ella, que le compré para mi gente más pequeña. No tuve beso de llegada y despedida, lo supe substituir entrelazando las manos. Ya sabéis es mi defensa para que no se me quede el tacto viejo: seguir sabiendo de la piel de una mujer.

Esos instantes dan la fuerza, la terquedad para que tengas un cierto paraíso cada día, una frivolidad llena de vida que parece que no viene a cuento, pero que sirve para que me digan luego: ¿te quedas? Y palpo entre las palabras como buscando una nueva cintura porque la vida tuvo siempre para mí forma de cintura de mujer. Es una manera infalible de estrenar cada día como si fuera a ser tu mejor día, que te iba a traer sueños que no te trajo nunca, una resistencia a que la vejez fuera una derrota. No renuncio a nada, a nada que no pueda, sin comprobarlo muy bien antes y preguntándoselo, sobre todo a cada amanecer sin persianas en la ventana del cuarto para que quepa todo.

Sino la felicidad, un cierto nerviosismo por tenerla hasta el último segundo que puede que venga. Dará lo mismo que me equivoque otra vez, lo importante será el poder elegir: ya que hablaba el otro día del abrazo, abrazarse desnudos para enriquecer la piel; volver a mirar a una mujer como si no la hubiera visto nunca y quisiera saberlo todo de ella; hacer el amor asumiendo hasta la dureza del final, otra vez las caderas suaves y los pechos sin prisa; abolir todas las fronteras y apuntarse a la fiesta de los amantes adultos; que el amor sirva para eso, para saber cómo va a venir el día, volver a aprenderse la vida boca a boca hasta que vuelvan de nuevo las nostalgias de las biografías y el silencio.

Eso quiero que me traiga el diseño frívolo de cada día para tener así los centímetros cuadrados favoritos
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14 comentarios:

Anónimo dijo...

Nadie te lee como yo, aún en la sombra, aún a pesar de los años pasados, y cada vez siempre admirada ante la belleza del atardecer de tus palabras, como una primavera, a la luz del otoño frío, tus palabras arropan, cada vez que te miro y siento tu cariño en forma de sueño, eres único. Igual que ayer. Siempre.

María

Fran dijo...

Y cuento siempre con que tú me leas, María y que mis palabras hagan eso, te arropen porque sobra cariño ya de antiguo.

Y tú siempre, también, no lo olvides.

Anónimo dijo...

El tacto no envejece...

A mí también me gusta aguardar el día con impaciencia, poner los pies descalzos en el suelo ¡y celebrarlo!
Y leerte... todas las veces... aunque no diga nada.

Un abrazo cálido, para este día frío. Bello y frío.

J. María o María de segundo nombre, como tú quieras.

Fran dijo...

Da lo mismo poner tu primer o segundo nombre, J.María ó María nunca a solas.

Porque Fran, como le lees -y yo también gozo el placer de andar descalzo sobre el parket- te espero, te leo, necesito.

Besos, Fran

Anónimo dijo...

Ahi està la sensaciòn de q empezamos una nueva singladura, q seria de ello si la monotonia embargara nuestra vida,el amanecer o cuando se abren los ojos decimos, contra pereza diligencia y pie a tierra. q sorpresas nos darà el dia? sin dejar de pensar q comerè. las frivolidades son esquisitas. el estomago lo anima y las q pasan por la mente ayudan a ver el cielo de distintas tonalidades.
Besos maria dolores.

Fran dijo...

Que tu nueva singladura sea muy bella, María Dolores, no cierres ningún camino y date con fervor a cualquier tipo de frivolidades.

Ya sabes que ello te traerá la tonalidad exquista del placer. Anteponlo a todo lo demás.

Besos de Fran

Anónimo dijo...

No, Fran. Aunque tú digas que me esperas, me lees y necesitas, soy yo la que necesita venir.
Gracias, Fran, por este sitio.
Un beso
J.María

Fran dijo...

Claro que te necesito, J. María, y más de lo que tú crees. Y aquí, siempre que te lo diga, ¿sabes qué tendrás?: lo que en mi existencia, de los demás es decivo, y casi me urge.

Besos de Fran

Anónimo dijo...

Gracias.
Me encanta este lugar para aplacarnos urgencias...
Escribiendo y leyendo.
Es un taller hermoso, Fran.
Seguimos.
¡Besos!
J.María

Anónimo dijo...

Si vos encontró la manera más bella de comunicarse, hace bien con agotar su experiencia, compartirla y a laves sentirse pleno, ha logrado algo casi imposible pero conocemos su esfuerzo, ese tesón que nos falta a muchas personas, el humor, querido amigo es algo que no todas las personas lo tienen o no encuentran el momento de sacarlo pero lo importante es el corazón, el comportamiento.
Si le saca partido, con eso es suficiente, hay aficiones que entretienen pero no enriquecen, su afición es la más completa, su tacto, nunca morirá, es tan especial que supera la mirada, el gesto.
Mientras se encuentra el sabor de cada amanecer, no se es mayor, Fran, sólo tenemos muchos años pero la vejez llega con la derrota y no creo que jamás de rinda, la rendición para los que no sueñan.
Que bello, este último fragmento, siempre busco el final, querido amigo a la mujer no se le conoce nunca jeje bueno al hombre tampoco pero si eso que ve usted en ella le hace feliz, a mí, me encanta leerle, busco ese piropo, esa visión tan personal de la mujer, ese tacto para con ellas, hace que busquemos sus letras.
“Eso quiero que me traiga el diseño frívolo de cada día para tener así los centímetros cuadrados favoritos”
¿Cómo puede negarle la mañana ese diseño frívolo? Al fin es un capricho abstracto para seguir viviendo.
Mis más sinceras felicitaciones y mi beso, con su permiso, claro
Ley.

Fran dijo...

Bueba definición, J.María: sitio donde "aplacar urgencias". Pues hazte a la idea que en este escritorio puedo muchas veces rozar tu mano.

Besos de Fran

Fran dijo...

Sí, Ley, querida Ley, aquí hay muchos comportamientos, modos para que la vida no agobie, señales de corazón.

Lees bien mis escritos, los lees con cariño, es indudable, y con paciencia. Amanezco como cuento, pliego la almohada igual y eso elimina derrotas y me sirven igualmente leer respuestas como la tuya.

Haces bien, chica, en buscar el final. Ahí siempre intento, más que una frase bella -y si lo es, mejor- tampoco un piropo, un respeto, una forma definitiva para que te creas que hasta en esas frivolidades que necesito, detrás está la búsqueda como digo de los centímetros favoritos.

Habría que saber en tus respuestas cuáles son los tuyos. Serán hermosos, no lo dudo porque eres un buen ser.

Besos desautorizados y bellos, no lo dudes. Los tuyos y los míos.

Anónimo dijo...

Había en el aire un frío helado que susurraba urgencias,
un adiós inevitable y también innecesario,
el deseo se aferraba a los juicios mundanos,
mi último beso jugaba a la ruleta.
Estás tan presente Fran en tu cada uno de los que visitamos tu taller, como la nada en lo ausente.
Un abrazo Ana

Fran dijo...

Si yo estoy presente en cada uno en mis escritos, qué haría yo sin tus palabras, sin su tono, sin tu cariño.

Yo te envío el mío.