jueves, 22 de enero de 2009

Ocho horas de un tirón


Esa es la libertad que quiero porque la noche es mucho más antigua que el día y así luego, de día, podría parecer más joven. Pero considero que voy a hacer el ridículo, porque como dice Renard, hay que buscarlo en todo porque siempre lo encuentras.

Nunca pensé que añorara un día dormir ocho horas de un tirón. En esos años en los que pienso ahora, estaba en mi elección: por eso optaba demasiadas veces por aquellas veladas con el mundo de la farándula que me había llevado a ese rincón del infierno en mi propia librería, cuando habían terminado su trabajo. Era mi elección: lo más parecido al vicio con los libros por en medio, un descanso prolongado y desmedido que no tenía amanecer sino ya mediodía. Ahora nunca elijo, me viene concedido, casi siempre sin nada de vicio.

Hay razones mundanas que no lo permiten: frente a las ocho horas de un tirón, un vigilante que lo impide: el dolor físico. Hasta cuando lo soportamos bien, no acabamos de entender que es eso, dolor simplemente. Y hasta no existe ni remedio ni medicamento porque prevalece su entidad y su prestigio, la confianza que tiene con nosotros. Es almohada de nuestra almohada, vigilia, insomnio, pero nunca ocho horas de un tirón.

Ahora ya no puedo atarme a desear ese descanso que no tengo, debía hacerlo de tal manera que me fuera hasta casi indiferente pensar en un romanticismo romántico, un volver a nacer cada mañana y que diera lo mismo no nacer por lo vivido.

Quizá he estado demasiado atado a la crisálida imposible de los libros porque al final es una especie de sentimiento que cura a los flojos y lava a los malvados. ¿Qué hago pues si no me siento flojo ni malvado?

Me aumentaron la edad en esos sitios que no recomiendo, me rompieron la salud que traía intacta, bien llevada y me fueron a dar de lleno en lo más superficial y lo más propio, lo elegido por mí: no corras tanto que andarás poco luego. Pero si era mi desahogo, mi manera de ser, pues bueno. No sirven en esos momentos las excusas: que corran otros. La salud da muchas vueltas para que no tengas ocho horas de un tirón, es perversa, desordenada y perversa.

Ya voy necesitando sitios en donde se respire espacio en lugar de aire. Aire ya tengo acumulado en los pulmones, me falta sólo tiempo, porque manera de emplearlo podrían acumulárseme las clases a vientre descubierto. Todo eso se obtiene, con ocho horas de un tirón sin un solo pensamiento. Uno aprende lo que es la vida, justo cuando se le está acabando.

Necesito recuperar el equilibrio de la edad insolente, pero atemperada con la experiencia acumulada, casi recapitulando la antigüedad de cualquier noche pagana: unos precisos y preciosos pechos; un pelo de miel quemada; los altos simbolismos de su sexo donde siempre fui generoso dejando lo mejor de mi; unos ojos cargados de miradas en mi ojos.

Ojala de nuevo la fiesta de la piel, el pintalabios del día, la salud del cuerpo y sus placeres, eso, poder decirle a alguien lo maravilloso de ti es que te gusta dar placer porque quererme ya desbordaste antes tu capacidad de hacerlo; el amor sin palabras, aunque sea sólo con tentativas. Necesito, otra vez, contar al menos lo mejor de mí en estos escritos, una soledad tan concurrida que pude organizarla.

Luego vendrá lo que pueda elegir: con las palabras, mis propias incertidumbres, los centímetros cuadrados favoritos de la vida, mi zozobra o mi descanso, ocho horas de un tirón

14 comentarios:

Josué Ramón Ascencio dijo...

Siertos momentos nos combiene ser un poco egoistas y dedicarnos a nosotros mismos, aunque mucho con ese pretexto se vuelven flojos y desinteresados por sus asustos, pero no esta de mas de ves en cuando, espero que logres dormir tus ocho horas pronto.

La de la ventana dijo...

Nunca fui ave nocturna, no pude elegir: pierdo fuelle con el crepúsculo, y mi mejor momento son las primeras horas del día, cuando todo es posible. Aunque luego no ocurra nada. Pero sigo pensando que puede ser. La noche me mima, me permite zambullirme en ella como un bebé, sin preocupaciones.

Sé que soy una privilegiada: pocas cosas consiguen quitarme el sueño.

Anónimo dijo...

Suenas melancólico, desairado , tristón.
Me gustaría mandarte un beso de buenas noches , de ésos que te dan en la frente cuando eres chico y te vas a dormir tan feliz , como si al día siguiente fueras a estrenar el mundo.
Ojalá que te llegue así.
Y que descanses, aunque si no puedes dormir, estaré aquí para entretenerte .
Abrazos.

Fran dijo...

Gracias Josué Ramón por tus deseos. Las ocho horas en realidad me importan un pimiento, mejor el pretexto, que dices.

Gracias por tus buenos deseos.

Fran dijo...

Teresa, yo no sé si es eso del fuelle que dices, pero aunque estoy ahora contestando el blog, no valgo nada de noche.

Y, sin embargo, no me canso de estrenar mañanas.

Un beso

Fran dijo...

Gracias, Reyes, siempre tengo el ordenador encendido, todo el día, estoy horas con él, leo mucho y la página web me da curro. Al acostarme lo miro.

Tu beso me lo llevo, no lo soltaré, porque es demasiado hermoso, porque además soy más niño de lo que parece. No te preocupe, no son mis mejores días, por ir a sitios que no se debe de ir –todos de blanco- pero que no hacen como mi padre, que quién acudía a él, siempre salía mejor del piso de arriba al menos.

Cuando le preguntaban por mí, decía el pequeño lee yo le contestaba, joder, que yo también voy a la Facultad y respondía, sí, pero poco.

Voy a leer un buen rato, acostado, a la Busquets, que luego de muchos años de editora ha publicado su primera novela.

No te preocupes, soy fuerte, duro, he corrido maratones y la próxima vez escribiré con mejor tono POR TU CULPA.

Abrazado estoy.

Anónimo dijo...

La noche se hizo para muchas cosas......... sin enumerar. pero si q recorforta el hacerlo de un tiròn las 8 horas, pero me pregunto valio la pena esas ocho horas seguidas? ya las arrugas se tornan como plisado de maquina.asi q mejor dejarlas al menos airearse de 4 en 4 horas, no soy apegada a los libros para desvelarme. pero hay cosas q dejas a medias y vale la pena retornar...........
Nunca volver la vista atras, eso nos da otro futuro o ganas de seguir pensando q habrà tras la cortina, con la ventana al descubierto por aquello si se asoma el fresco.
besos maria dolores.
No hay mañana màs.......... porq me es imposible, cuando vuelva a casa, seguro.

Fran dijo...

Buena pregunta María Dolores, realmente en lo de las arrugas no había pensado y en retomar, ya retomo pero a veces vale la pena…descansar y pasárselo al sueño.

Ya sabes que yo siempre miro hacia adelante normalmente, pero la normalidad me ha de acompañar y saber lo que haya detrás de la cortina, buena tentación.

Un beso, viajera de lujo.

Bambú Blanco dijo...

Hola Fran:

8 horas del tirón e incluso más los fines de semana... ¿por qué se perderá el sueño? y si es así no vale buscarlo por megafonía, ni debajo de la alfombra... ¿a dónde va? ¿se lleva algo de nosotros? ¿qué?

Fran dijo...

Se pierde el sueño o se estanca, Bambú, y claro que se leva algo de nosotros.

Y mira que me gusta poco dormir, pero menos, no poder dormir.

Un beso

Maga h dijo...

Me gustó mucho. Equilibrado, atemperado por la experiencia.
Un placer leerte.

Un abrazo y ya me pongo entre tus seguidores.

Fran dijo...

La experiencia, Magah, me sirvió para saber que el amor es una experiencia calmada y una pasión terrible.

Y también -y soy muy sincero al decirlo- siempre he creído que toda mujer nace con más experiencia innata que toda la que un hombre puede adquirir a lo largo de la vida.

Te seguiré también, por supuesto.

Un beso

Anónimo dijo...

Que bien suena, querido amigo, dormir ocho horas de un tirón sería fundamental pero pocas veces dormimos esas horas de un tirón, yo soy animal diurno pero no estaría más disfrutar un poco el embrujo de la noche, vos que puede escoger disfrute un poco de la noche.
Bueno vicios, siempre tenemos algunos o caprichos como le llamo yo, los recuerdos se convierten en un capricho, ya que no podemos volver atrás, al menos agarradnos a esos buenos recuerdos e intentar dejar dormir a los malos, aunque siguen siendo parte de nosotros, tanto los unos, como los otros.
Jolín, con perdón, ¡si la almohada hablase! Ella si que sabe de nuestras largas noches pero la verdad que a veces nos ayuda a soportarla mejor, mientras pasemos buenas y malas noches, es señal que estamos aquí, disfrutemos cuanto podamos.
Pues claro, querido Fran, el amaneces, siempre será un nuevo día y con él llega siempre una esperanza, mientras se está vivo, no debemos aparcar los sueños, por que ellos nos transportan a nuestra juventud.
Pues si no se siente ni flojo ni malvado, lo mejor es seguir leyendo, luchando y soñando, así nosotros podremos seguir sus huellas mucho tiempo y a la vez, disfrutar del bello paisaje que nos dejó esa pluma malvada.
Fran, la salud es caprichosa e invade sin permiso nuestro cuerpo pero no debemos arrepentirnos de nada que hicimos, o podríamos haber hecho, eso no es más que un lamento que no lleva a ninguna parte, disfrutamos mientras hacemos deporte o trabajamos más de lo debido pero es algo personal y cada uno de nosotros pagaremos esos excesos pero de nada sirven los lamentos, Fran, de nada.
Cuanta razón tiene usted, siempre nos damos cuenta tarde pero no cree usted, que si nos diésemos cuanta antes sería muy triste? Yo pienso que en el fondo nos damos cuenta pero no queremos admitir la dureza de la vida, es una defensa del ser humano, por que de lo contrario, sería demasiado triste.
Eso sí, quizás debiera recuperar esa persona que le trae esos lindos recuerdos y con ello volverían las ganas de luchar, que nunca dudaría que le faltan cada día nos demuestra sus ganas de luchar, su fuerza, querido Fran, a veces tenemos mala racha pero todo pasa, sigamos soñando para que se haga más corto el camino.
Volverá de nuevo esa fiesta, esas miradas, esas palabras, por que todo vuele, Fran, cuando menos lo esperamos aparece esa sonrisa, que un día nos dio la vida.
“Luego vendrá lo que pueda elegir: con las palabras, mis propias incertidumbres, los centímetros cuadrados favoritos de la vida, mi zozobra o mi descanso, ocho horas de un tirón” luego vendrá todo esto y más, por que vos sabe donde está la clave.
Besote con permiso, ánimos y felicitaciones.
Ley.

Fran dijo...

Ley querida, seguiré leyendo como preámbulo y destino para que esas largas y beneficiosas ocho horas que no terminan por venir juntas en el sueño ya, aparezcan de nuevo.

Y buscaré en cada amanecer la alegría para cubrir así los fallos que aporte nuestro físico.

Sí, espero y necesito tener junto a mí esa fiesta y esas miradas y esas palabras porque, efectivamente, todo vuelve. A ver si de paso vuelves a quererme más, ésa es la clave y sabes que tienes permiso siempre.

Beso y abrazo