lunes, 26 de enero de 2009

Libre de vez en cuando


Para enfrentarme así a que entre cada mañana la edad por la ventana; libre pero con una atadura que me inventé: la forma de amar con una mujer apoyada entre la pared de mis sueños. Así lo escribí un día así lo repito porque ya no la tengo, tan solo apenas como la imagen de su mano, su recuerdo: la quise aquí entre estas líneas o cuando me estaba inventando la vida, compatible con la urgencia de los enamorados, como dándome ella casi sin notarlo las cavidades de su cuerpo, sus salientes, la manera de hacer que no me importara, entonces, que entrara cada mañana, la edad por la ventana.

Sigo haciendo las tentativas de siempre: la tozudez de las costumbres para disfrutar como sabe poca gente; la urgencia del café insistente inmediatamente del pie en tierra; la hora temprana con 202 metros libres; como música de fondo puse esta mañana el Adagietto de Albinoni; para leer, unos versos de Pere Gimferrer en que explica muy bien la psicología del abrazo y “Tú, mi tú” de esa danesa que no sé cómo me va poder explicar su erotismo sin fronteras junto a su anhelo de poder existir.

Pero eso ya lo sé, eso ya lo hago siempre, quiero amar otra vez, cínico, insomne, generoso. Quiero amar otra vez una concreta anatomía, saltarme los lazos de los años, la puta vejez o como dice el tango que siempre leo en las novelas argentinas de Anagrama, “veinte años no es nada.” Quiero amar otra vez con toda la energía, sin el espectáculo de la vida que ese me lo enseñaron de niño, para nada, probablemente para nada.

Amar para ser libre de vez en cuando con la importancia y la tozudez de la carne, besar una boca imperiosa y honda, sentirla encima o ponerme encima, sin turno ni maneras, seguir el sexo con la vida, que no se me termine en la cama, o a lo mejor tener una mirada, porque puede que el amor sea sólo eso: una mirada, dos o tres palabras.

Sé que entre dos pechos se entiende mejor la sucesión de las noches a los días, la llegada de la vejez como si fuera una impertinencia mal pagada, sé que hay un aprendizaje de la soledad sin tener que dar las gracias, que no basta esa soledad que me dan los libros sino que ellos me pueden dar al mismo tiempo, la libertad de vez en cuando.

Pero todo esto debe ser un horizonte de cultura que debo haberme montado. Terminaré de escribir donde estoy escribiendo, acudiré enseguida esta mañana, a mis reductos de siempre: un estante propio de mis libros en una librería pública, con la gente comprando y yo entre ellas, mis libreras, detrás del mostrador, riéndome.

-¿Cuándo dejas al novio?
-Ya sabes que no hace falta, Fran. Tienes plaza abierta.

Recomendaré en voz alta la última novela que pondré el mes que viene en la página. Alguien que estaba comprando un best seller me mirará extrañado.

Terminaré la mañana paseando por la playa de la Malvarrosa, miraré el mar que siempre tengo cerca pero al que hay que ir adrede, sentado luego dentro del coche, recordando toda esta historia que quiero amar de nuevo que me vino a la mente, justo antes de levantarme. De 6 a 7, más o mnos. Pondré en marcha el limpia parabrisas del coche para que no se me note que estoy llorando, libre, suelto, casi sin deseo por esa parte de la vida osada, trascendente, pero tan a mano siempre.

12 comentarios:

Maga h dijo...

Fran:
Claro que me has desafiado, al punto también de comenzar mi mañana leyéndote.
Que bello deseo
amar "cinico,insome, generoso".
Profundo. Tener el mar a tu lado, mientras buscas un amante.

Un placer Fran.

Anónimo dijo...

Una cosa está clara;
me envuelves.
Lo haces y cuando me suelto, no sé si de verdad me has echado ese polvo literario, si te lamentas por una pérdida o si justificas la vida en las manos del sexo, el caso es que al final es fácil acabar llorando contigo.
Mil besos, Fran .

Fran dijo...

Te he desafiado y te he provocado, Magah porque tu poesía no la he podido aguantar.

De tus palabras al lenguaje propio, a un hueco entre mujeres y luego al mar.

Siempre busco el placer

Fran dijo...

¡Ay qué bien, Reyes, envolverte! El polvo literario todos los que escribimos tenemos la obligación de echarlo.

La pérdida, está ya muy perdida: me queda el recuerdo de una axila insultante, pero ya no puedo aguantar que me lea y calle.

Sí, Reyes, bien te enteraste: el sexo me pone, pero también la tristeza que tuve esta mañana. Primero soñando con volver a amar, luego siempre dejo los libros abiertos -en casa hay hasta por el suelo- y me voy al mar a llorar.

De verdad, me hacía falta, Reyes, no te vayas.

Besado y besada

Anónimo dijo...

Paseo q con frecuencia hago siempre q estoy en Valencia,acercarme a la Malvarrosa, solo 10 minutos caminando para poderla disfrutar , caminar por su orilla pantalon remangado q al final siempre se moja, pero es la vida q nos aporta sin dejar de escibir ese nombre q nunca se aparta de mi mente, pero q se q la mar lo borra, porq nunca serà mio.aun buscando en el horizonte su silueta no deja de ser una imaginaciòn q nos hace llorar.............con un restregon de manga las borro, porq no tengo otro parabrisa.retirandome con pesadumbre, cuando tan agusto se disfruta del sol, la brisa y esas miradas q una no deja parar, por si acaso.Pero si q el tiempo q trascurre no tiene minutero, me digo, quien me espera?, nadie ,q el reloj se sienta cansado sin màs.
Besos maria dolores.
Ese mañana màs, llegarà.

Josué Ramón Ascencio dijo...

Cito:

-¿Cuándo dejas al novio?
-Ya sabes que no hace falta, Fran. Tienes plaza abierta.

esto me dejo intrigado y me sono a aventura, y a mi me gustaria hacer lo del mar nunca se me ha dado la ocasion, me puso melancolico

Fran dijo...

Ya sé, María Dolores, que te conoces esta ciudad porque has vivido en ella. La Malvarrosa la han convertido un poco en la playa de los menos ricos y si voy a donde tengo fijo un hueco propio, allí sí que son ricos y no sé si no los puedo resistir o no me resisten a mí ellos.

Está lleno de gente que me dice que va a ver cómo mata la tarde y yo le contesto, ¡imbécil, si te quedan cuatro telediarios! Por eso debe ser que no caigo demasiado bien.

En la Malvarrosa puedo poner en marcha el limpia parabrisas del coche, puedo llorar con vocación, con disciplina –no es tan fácil, no creas-. Si a ti ya no te esperan déjalo estar, no mires el reloj, te explicaré que tener compañía no significa que lo esperen siempre a uno.

Espera, te daré un beso

Fran dijo...

No te intrigues, Josué Ramón, las aventuras yo las dejo para los que tienen aventuras.

Yo en el caso que te cuento, prefiero simplemente, apartar el libro y sentir su mano. Con la mano en la mano, le digo, ¡qué rollo que tenemos!

El mar lo necsito, mi ciudad está en él, es ciudad de mar, pero hay que ir normalmente hasta ahí. Yo lo hago de vez en cuando, casi el coche va solo. Y hasta tengo un mar propio, en una casa propia, pequeña: sólo se puede dormir y follar.

Anónimo dijo...

Fran queridísimo, bajo el limpio resplandor de la mañana busco tus palabras, tu enamorada soledad humana, la junto con la mía, allá en el horizonte el mar nos mira, nos rozamos el alma.

De tu tacto al mío,

María

Fran dijo...

Ese mar que nos mira, María, lo hemos visto juntos. Yo no sé si te tenía cogido de la mano o empezaste tú primero, pero todo es cuestión de tacto.

Siempre que me escribes te lo pregunto: ¿todavía tienes esa maravilla de piernas?

Tenían un palpar de seda, pero qué poco me las dejaste tocar. Nos enrollamos a hablar y a pagarlo, Fran, pero entendiste perfectamente mi tremenda soledad.

Un beso de tacto

Anónimo dijo...

Querido Fran, la edad no es fácil que entre por la ventana pero cuando tenemos una ilusión y en este caso, usted parecía tenerla, es fácil sentirse joven y lleno de vida, aunque muchas veces sólo es un espejismo, una ilusión, un capricho pero es señal que se está vivo, Fran, el amor a través de las letras puede ser igual o tan fuerte como el de dos adolescentes.
Que agradable amanecer, un café y buna música, así es difícil olvidar los buenos recuerdos y entre ellos, la buena poesía, yo digo que la poesía nos hace un poco mejor persona o al menos, nos amplia el alma.
Pues amar se dijo, quién dice que para amar se necesita una edad determinada, que tontería, creo que con la edad crece la sensibilidad y con ella, la facilidad para amar.
Que lindo, eso de que el amor puede ser una mirada, una palabra, creo que vos lo expresa de mil manera y parece que podamos entenderlo pero el amar es tan bello y a la vez, tan complicado.
Los libros dan mucho pero también hay otras cosas que dan libertad, Fran, yo no entiendo la vejez como algo terrible, como dice un amigo, se puede entender como un triunfo, una meta a la cual, por desgracia, no puede llegar todo el mundo, nadie queremos llegar pero en el fondo tampoco queremos marchar, la vida tiene muchas cosas malas pero a la vez, es muy amable.
Al final, siempre se vuelve y si no son sólo los libros jeje es normal que se aferre a esos buenos momentos, esos paseo casi obligatorio, esa libreras tan amables, todo no puede ser malo, si tenemos mala racha, crearemos un mondo de papel para seguir viviendo.
Wawwwww esa pregunta tiene mucho trasfondo jeje pero la respuesta es perfecta para soñar y mas, cuando se está aferrado a un capricho, a una ilusión.
Leeré encantada esa página.
A la playita, me apunto pero si le veo llorar le no le invitaré a sentarse en la arena y contemplar el rugir de las olas, el canto de la sirenas ni la línea que abraza el cielo con el mar, esa, esa línea donde muere el día y nacen los besos.
Hablando de besos, unos cuantos, con su permiso, claro.
Ley.

Fran dijo...

Mejor, pues, tanto de tu texto como del mío que nos quedemos con el amor sin edad posible.

A la vejez hemos de procurar llegar, pero luego que nos la cuenten los demás. Yo, en cambio, prefiero mis mañanas, mis paseos, el mar muy cerca hasta con el llanto puesto.

Besos siempre