sábado, 26 de julio de 2008

Tengo la carne para la ternura

Con una ropa de distancias cortas, una aproximación a lo que me atañe y a lo que quizá no es preciso pero como no se parará el corazón nunca –víscera gratuita para los demás, todo me sigue produciendo asombro, esa categoría de la cotidianidad, de lo que parece más común, a veces la simple casualidad pero yo la interpreto apretada y tierna y la suelo contar, ya lo veis.

A veces importan más los que pasan y no los que se quedan, identificarnos con aquellos casi como una vanidad de la derrota, por eso he explicado ya en muchas ocasiones que asumí el papel de derrotado que otorga la vida y no me hace daño. Detrás siempre tengo ternura en esta vieja etapa de notar más las cosas, las cosas que se me van haciendo precisamente viejas.

Cada situación me crea una clave de lectura y tratándose de ello, leo a gusto. Tengo muy reciente, una voz que me dijo: “ven te necesito” y acudí a convivir los duros momentos del final de una vida. Me importaba, sobre todo, más allá de cualquier viviente que se extinguía en ese momento, quién me había pedido la ayuda. Genes había, pero aunque no los hubiera habido en el reclamo noté de inmediato la necesidad de un abrazo y lo aporté generosamente, hasta el final, hasta donde no me quedaron brazos.

Luego me vine a donde estoy, desde donde escribo a todos quienes me leen porque es mi orgullo tener un solo lector o unos cuantos –tanto da, junto a mí al deslizar mis más íntimas palabras frente un mar azul y quieto que nunca responde, simplemente está y es suficiente. La distancia es muy corta, el poder de su belleza enorme, tiene precisamente pinta de ternura como la de mi carne.

Es una manera de de amueblar una vida que cada vez voy sintiendo más inmóvil. Debe ser verdad lo de Joyce: “el silencio, el exilio y la astucia”. Yo me dejé la astucia fuera desde hace años o quizá nunca supe qué hacer con ella, pero vivo mis silencios desde aquí como una especie de exilio, de final, de despedida aunque haya a quien no le guste que lo escriba.

Mientras tanto voy contándolo como una especie de sacerdocio voluntario con las palabras: hace días ese abrazo por causa de posiciones póstumas de la vida; hoy, en cambio, noto más la piel, como si estuviera más cerca de una mujer. La piel del ser humano necesita un gran número de besos todos los días como un estómago su alimento, y en cambio cada vez va teniendo menos o le rozan ya apenas.

Con una carne para la ternura, echo en falta muchas veces de ese imperativo como una paranoia de la piel a la que le faltan labios porque no tenemos la droga de los cuerpos jóvenes y bellos, una mínima ración de mil besos mojados en el cuello mientras nos giramos, al buscarlos, al necesitarlos. Hay una expresión de Beigbeder que adoro: “Danos hoy nuestros besos de cada día.“ La he leído varias veces adrede, ahora la estoy leyendo para que llegue hasta la lejanía del mar que os conté que tengo tan cerca.

Enamorado, pues, estoy de la ternura, del amor, del reclamo húmedo del beso, de una pose, de un gesto, del recuerdo de unos ojos, y en estos días quietos tengo que escribir menos porque me produce placer hacerlo y para los demás podemos parecer de lo más vulgares cuando gozamos.

Hasta me he estudiado algunos trucos para la carne insistentemente tierna: morderme los labios, acercarme a la nuca de quién tiene algún beso, que uno de los dos levante los brazos, tener la boca abierta más que para el beso para verificar lo que es una mujer. Muchos trucos, que son necesidades.

Ya os cuento...

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Te leo con placer ,sosiego y ternura .Tus sentimientos riegan, los ardores de los malos momentos que nublan, los breves placeres de la vida.
Estoy aquí Fran,siempre lo he estado,ultimamente callada,eso no significa alejarme de la fuente que, siempre ha calmado mi sed.
Tus letras son necesarias para mi.
Ana

Fran dijo...

Sé los momentos que vives, Ana y no te puedo ofrecer nada más que esto, cada palabra que escribo y recuerda el cariño que puso tantas veces Bolboreta cuando se refería a ti. Ahora también con su silencio, sé de su sufrimiento.

Pero tenemos, Ana, la vida todavía, sigue leyéndome, seguiré escribiéndote en este sitio público donde me has leído y me seguirás leyendo.

Te doy lo mejor que tengo, lo único que puedo.

Anónimo dijo...

Sigo agradeciendo y admirando su ternura cotidiana.

Me gusta leerlo, Fran, sus palabras no me son ajenas.

Saludos a todos.

Un abrazo de domingo, un abrazo para la ternura.

J.María

Anónimo dijo...

Mi admirado Fran, si la antigüedad es un grado, si no se debe de afirmar lo obvio, te pido un favor qué nos sigas contando no dejes de hacerlo. Dicen por ahí que el amor concede a los demás el poder de destruirnos, yo afirmo que es imposible olvidarlo cuando lo hemos tenido entre los brazos.

En otras palabras, sujeta mi mano

María

Anónimo dijo...

La ternura viviente en tus letras..Porq eludir el amor?, si es tan bello disfrutarlo o al menos recordarlo, proyectando hacer, no se q cosas,pero todas inquietantes, hay un refràn muy acertado. El roce hace el cariño. Porq esa sensaciòn inmediata de sentirlo? Cuando aùn estamos en la primera edad y pasado la etapa crucial, seguimos sintiendo y con el deseo lleno de inquietud y desasosiego, perturbando los silencios..Donde estàn esos besos y brazos? los q cada momento señalan q hay quien nos necesita, tal como uno mismo los añora.
No dejes de ofrecer tal cual eres..sin trabas ni pesares.
La carne.......... y tu ternura.
Besos maria dolores.

Fran dijo...

J. María, mi ternura no tiene esfuerzo y me gusta compartirla. Eso sirve para todos y me siento orgulloso por lo que cuento que hice.

Pueden pasar años sin saber de una persona, genes incluídos, y si cuando te llama, acudes y le sirves, eso es ternura también.

Gracias porque te guste leerme.

Todavía es domingo cuando te contesto, me quedo el abrazo y sé devolvértelo.

Fran dijo...

Nunca te soltaré, María, te he tenido, te he sujetado físicamente. Recorrí un poquito de Mediterráneo y te encontré, y siempre me ha preocupado que fueras feliz.

No les hagas caso a los que te dicen que el amor concede el poder de destruirnos. No tienen ni idea.

Mi mano en tu mano, la notas? Y mi beso antiguo y eterno.

Fran dijo...

Siempre que me has leído, me has entendido muy bien, maría dolores. Y tus palabras de hoy me recuerdan a mí también esos tiempos -lo dices muy bien, que alguien nos necesita. Ahí comienza y se queda todo.

Aquí, en mi escritorio, sabes qué hago. Contar muy honestamente cómo soy y me siento tremendamente a gusto.

No dejaré de hacerlo, con mi carne, entre mi ternura para poder leer la tuya también.

Mis besos

Anónimo dijo...

Asombros, precisamente lo que uno necesita para seguir sintiendo la vida. También yo estoy desde los pocos días que ha te descubrí, al igual que estoy contigo en eso de notar más las cosas, de estar más necesitado de brazos, de abrazos cuánto más desgastado se está.
En la mañana para tí mi abrazo.

Fran dijo...

Glauca, es que todos necesitamos, sobre todo, maneras de asombrarnos para andar, mirar, vivir, notar todas aquellas cosas que nos afectan.

Me alegra que te acerques y me leas y si alargas los brazos, ofreces el abrazo, me lo quedo tiernamente para poder yo abrazarte también.

Anónimo dijo...

Querido amigo, con las maletas ya preparadas dispongo de poco tiempo pero no quiero partir sin dejar mi humilde huella en tus ilustres letras, no pudo pasar de largo de ese mar en calma, de ese abrazo a esa persona que te necesitaba, a esos besos que siempre recamas y que sin darte cuanta nos los devuelves con tus letras.
Querido amigo, es tan difícil pasar por esta ventana y no mirar de pintilla, yo siempre miro con la ilusión de encontrar tu mirada, tu mundo, tu forma de ver las cosas, nadie más que usted, entiende de esa carne, de esa ternura, no hable usted de derrota, esa palabra no me agrada, prefiero la bandera alzada, hasta el final del camino, allá donde el mar es más limpio, más transparente y se cumplen los sueños.
Querido amigo, descanse y disfrute del verano pero sin olvidar que tiene usted una cita obligatoria con todos los que le seguimos.

Un besote muy fuerte y sin permiso

Ley.

Fran dijo...

Que tus maletas, Ley, estén llenas de ilusión, de la necesidad del descanso, pero haces bien en dejar tu huella –para mí jamás humilde, mezclada entre mis palabras.

Te agradezco en nombre de Ana, ese abrazo que necesita. Eso nos hace falta a todos cada día, pero no te preocupes, mi derrota es seguir, leerte, es saber que Ley es de ley.

Mi verano es el mar y ayer noche la hermosura inaudita de una joven mujer, diciendo con su pecho que ya lo es, seguía teniendo sus abrazos y ése era mi disfrute.

Que el tuyo sean mis besos plagados de permisos...