domingo, 20 de julio de 2008

Los dos verbos más antiguos del hombre


Son sin duda amar y recordar. Me lo trajo a mi rostro el amor de los genes cuando una mujer escasa aún de ser mujer, recién levantada se traía todavía la sonrisa estampada en la almohada y dejaba en mis labios su principio y el mío que iban a ser bien distintos: su juventud insistente en la orilla del mar que yo solo me atrevía a mirar de cerca, pero bastante lejos para la hermosura que tiene.

Y eso que era presente me traía cada vez la memoria de lo que he amado y he recordado. Verbos antiguos, idiosincrasia similar, relación de biyectivmismo, daba lo mismo que no tuviera futuro, eso lo inventan los que no tienen futuro. Y con este presente, con un beso que no se podía estampar más cerca he comenzado a pensar que me lo he creído del todo lo de amar y recordar, su prestigio, su antigüedad.

A lo que iba: esa chica me invitó a que viniera al mar que tengo tan cerca, yo le dije me cuentas, sólo me cuentas porque del mar tienes que saber tú más porque tú edad posee los sentimientos más intensos. Me dijo luego que siguiera con mi cercanía hacia todo aunque era diferente a la de ella, -56 años menos, pero se lo va sabiendo ya casi todo, hasta cuando me ve leyendo, entiende que voy a ir recordando, el otro verbo, el otro verbo de qué hablábamos.

Porque todos luego escribiendo contamos algo de la vida, pero habrá que estudiarla primero, habrá que saber qué vino primero y qué vino luego: cientos y cientos de libros, otros cientos esperando, siempre algo estudiando porque si no te lo sabes ni te vale el amor ni el recuerdo. Igual que la felicidad, la tenemos antes de empezar a buscarla. Y ayer por la mañana me la trajeron en forma de beso, hasta me miraron más cerca imposible: lo más hermoso de este verano.

Algo de recuerdos siempre tengo: me vino al pensamiento deprisa: la sombra de una axila perfecta cuando aún no era casi de noche, la bondad de alguien que busco porque la necesito junto a cualquier recuerdo, amarguras en la región oscura que queda de los olvidos y el beneficio de esa duda que siempre tuve de aquella otra chica de los besos mojados y tiernos cuando me hice novio, novio de la vida por primera vez.

Me siento pues a gusto, aunque a veces con la quietud o con una especie de templanza inventada, duras cuatro días. Hace que vivas el estrés que te buscas cada vez: unos senos que parece que van a desmoronarse entre los dedos; la exacta simetría perfecta que tienen casi siempre los pechos y todo lo ajeno al sexo el creerme mis palabras porque son las que me han proporcionado mil veces el camino perdido. Con todo lo que abandone hasta el tiempo que reste aprenderé, eso, a perder, que es una cuestión de principios.

Porque no quiero ser ganador de nada. Ya me fui una vez pero antes habían sido capaces de darme lo mejor. Perder, porque es lo bueno de la edad, ser capaces de todo, quedarme con el resultado que tenga, no juzgar nunca, es como una lección que aprendí de niño.

Voy a poner todo mi genio de persona en que una niña, bella y tierna, una niña en la frontera preciosa de los dieciseis años, vuelva a darme el beso que me dio el otro día, me lo ha de ir repitiendo a medida me voy haciendo un poco más viejo.

Nada más, tengo bastante, forma parte de los verbos antiguos del hombre. Ayer me lo recordaba El Gavilán de Rumbau: “sólo llevo el corazón y aún me estorba.”

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonito, Fran.

Se le adivina repleto con ese beso y es divertido leer su casi certeza de que esa quietud durará cuatro días, que más pronto que tarde llegarán nuevas búsquedas.

Disfrútelo todo, Fran, mantenga el beso tierno y el desasosiego inevitable, imprescindible, de seguir llenando el corazón.

Y tenga mi abrazo.

J. María

Fran dijo...

Qué bien te enteras, cómo sabes que la quietud dura siempre cuatro días y si no busco luego, me muero.

Me quedo con ese beso, necesario y hermoso que llena mi corazón y mi boca.

Y tu abrazo, cómo es, qué sabor tiene.

El mío es ancho, pero luego prieto J.María.

Anónimo dijo...

Fran, yo no sé cómo es mi abrazo, nunca he pensado en ello.

El suyo suena inmenso.

J.M.

Fran dijo...

Pues vete explicándolo porque tú msma o alguien que lo haya disfrutado sabrá como es.

El mío, los míos, siempre pretencen algo. "Inmenso" puede ser una bella manera de definirlo.

Un brazo

Anónimo dijo...

Mi abrazo es un abrazo de amiga, Fran.
¡Ojalá le sirva!

J. María

Fran dijo...

Naturalmente, J.María, cualquier abrazo ofrecido con generosidad me es válido.

Anónimo dijo...

Querido amigo, esta vez como usted dice, a veces, sus palabras lo dicen todo pero yo me quedaré con ese beso de verdadero amor, ese beso que nunca pide nada a cambio, seguro que su amor hacía usted es el más limpio, el más transparente.
No pudo dejar de subrayar esas axilas que se han convertido no solo en un recuerdo, si no en parte del amor por alguien, no todos podríamos deducir su origen o belleza pero sabemos que están grabadas en sus pupilas y que su pluma sigue los caprichos del corazón.
Querido amigo, no hay cosa más bella que ser reflejo de si mismo y usted tiene todas las armas para no ir más halla de ese rincón que le observa cada día, ese lugar donde no es fácil enriquecerse como hombre, como persona, le felicito, Fran.

Un besote sin permiso para no perder la costumbre
Ley.

Fran dijo...

Esos besos son los mejores, Ley, los que no piden nada a cambio y también tu generosidad al respetar y valorar con tu cariño mis recuerdos. Eso lo hacen las grandes mujeres.

Intento siempre reflejarme, ser yo mismo siempre en este pequeño escritorio, válido a mayor abundamiento por las respuestas en el mismo.

Un beso totalmente permisivo.

Anónimo dijo...

Me das una idea............ ir a la orilla del mar y esperar... quizas llegue ese beso.no importa la edad. si al menos me sentirè viva, ese temblor de una vida q no deja de pedir y expresar q sea ser amada.
Tu sientes como las letras. el beso y la necesidad de expresarlo.
besos maria dolores.