jueves, 31 de julio de 2008

LA LLAVE ESTÁ EN LA PORTERÍA

Por El Gavilán de Rumbau
El era así. A lo largo, a lo ancho y hasta el sedimento mismo: amargao, las tres dimensiones del resentimiento.- Decía ser un niño de la piedra, de los que la madre abandona al nacer sobre la losa, a la puerta de la Iglesia, al cuidado del cielo; bastardo, nacido de una noche de amor, sin las componendas ni cambalaches de los sedicientes “legítimos”. Se quejaba de que la gente no habla. Y así nos cunde; cuando vienes a enterarte de qué va esto, se oye la voz del director de escena: “telón”; en el primer tercio de la vida andas ciego; en el segundo, aquejao de cataratas; y al ver la luz al final del túnel, te das cuenta que te has equivocao de plano y nada tiene remedio. Es el vicio nefando de buscarle explicación a todo, de empequeñecerlo, cuando no hay que preguntarse nunca el por qué, no pedir nada a la vida y tomar las cosas tal y como vienen.

De tiempo acá que se sospechaba que el bien y el mal tienen el mismo origen, son la haz y el envés de una misma y sola cosa, es cuestión de cómo lo tomes, ni del todo amargo, ni tampoco el empacho de lo dulce. Mira, si no: cuando la lluvia arrecia, los hombres se embarran y los cerdos van quedando limpios; y con el mismo aliento de la boca con que me caliento las manos, se enfría el caldo –de donde se extrae su moralidad.

La Primavera anda metida en agua, toda la noche lloviendo, un estrépito sobre la madera carcomida de la galería acristalada. Agua, viento y cuchilladas desde la cama. Y así debía de ser todo, estar a verlas venir, que las ves pasar, nunca hubo nublao que no escampase; que no te tienes que mover: el pez te lo trae el rio. Habría que suprimir el sujeto: al igual que se dice “llueve” o “hace mal tiempo”, decir también “se sufre”. Necio error el de teólogos y zoólogos que pretenden hacer del hombre el eje sobre el que gira el universo, cuando no pasa de ser un mísero componente molecular infinitesimal de los billones de especies que lo pueblan. Se te suprime de golpe y todo sigue igual, no hay nadie que se dé ni cuenta, que nada se seca tan pronto como una lágrima.

Nos decía que deplorar un solo hecho real es blasfemar del Universo, que la palabra clave es aceptar, compartir –que la vida empieza de dos en adelante. No hay, en cambio, sino amor propio, el amor no es nada, no merece las lágrimas de un chico. Que nada hay tan parecido a la felicidad que echar de menos; si lo logras, lo malogras; el amor, o es imposible, o no es.

Y andaba siempre igual, dando vueltas y más vueltas a lo mismo, erre que erre, que dicen que el caballo ciego es el preferido parala noria; que de Demóstenes se cuenta que, al final de su vida, se cegó de su propia mano, para mejor comprender los misterios de la humana naturaleza. Y Empédocles, obsesionado por las erupciones del Etna, se arrojó al cráter en plena ignición del que salió despedida una de sus sandalias de bronce.

Nunca pretendió aleccionar a nadie, que en la vida hay los que saben arreglárselas y los que no; y los que no saben, moralizan. Y menos aún asumir un credo: veía la creencia como la antítesis de la fe, algo que genera ansiedad en lugar de complacencia, que te retiene en lugar de dejarte en libertad. El que ejerce control y dominio sobre su vida, no precisa ponerle en manos de ninguna deidad.

Anoche, cuando fuimos a pedirle parecer, nos lo encontramos muerto. No contestaba al teléfono y, cuando llegamos, tuvimos que entrar con el pañuelo en la boca. Tanto cuento, el hombre y luego sólo sirve para juntar moscas. La Iglesia de Roma le vetará el Camposanto- Como si hubiera habido alguien que no haya ido quitandose la vida que le negaron los demás, poquito a poco, ejerciendo el sagrado derecho a desautorizar a quien le trajo al mundo sin pedirle parecer.

En la mesilla de luz había dejado una nota que lo explicaba todo sin decir nada: “me voy y no vuelvo; la llave está en la portería”. Al buen entendedor las palabras le vienen sobrando.

Vale. Te seguimos. Detrás de los que nos precedieron, guiando a los que nos van a relevar –que no hay nadie que no pueda ser de provecho, y no es poco si no hace daño. Sin escatimar esfuerzo ni alivio del viaje, que ya descansaremos bien a bien cuando estemos muertos. Poca es la ventaja que nos puedes haber sacao. Ves haciendo sitio y espaciando, que a menos bultos más claridad. Y que no tarde, que me muero de ganas de saber lo que viene después, de ser otro sin dejar de ser el mismo, sin que nadie me toque la noche estrellada, el goce, llegar con la mano el sueño.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es una gran historia.
Un niño de la piedra...
¿Nacería de una noche de amor?

J.María

Anónimo dijo...

Naciera, como naciera de amor o en contra, solo de deseos,es como intentar cruzar esa raya q parece oculta y està ahi esperando, el se pasea`por las narices y nos enseña a ser màs cautos, solo q recordamos sus momentos y no interesa llegar al fondo de sus palabras...recoger la llave de la porteria,del casillero, donde una nota clara y emborronada a la vez nos precisa q ahi està a la espera del momento no deseado.
Besos maria dolores.

Anónimo dijo...

Querido amigo, esos niños son así, crecen con la dureza de las piedras y mueren sin saber expresar su sabiduría. La vida es un teatro, o un toro al que hay que luchar sin saber el final de la corrida, la vida hemos de tomarla como un regalo por que si le pedimos algo, es cuando no se logra.
Lo mejor de la vida es cuando se contempla el encaje de alguna pieza, entonces el hombre se da con un canto en las narices y muere sabiendo que en la tierra, sólo era un número más, sigo pensando que el amor no es mas que un pilar imaginario que el hombre se inventó para seguir luchando.
Son duras pero bellas, sus historias, son reales, inconformistas, me agrada leerle, no es más fuerte el que más posee, querido amigo, si no el que aprende a vivir con poca cosa, la muerte injusta aunque siempre es injusta, todos sabemos que la que es provocada por el hombre, dejan la firma del culpable, grabada en la tierra para siempre.
Su titulo, querido amigo, me hizo recordar un poemita que escribí a un amigo que marchaba de este valle de lagrima, con ella quise aliviar su dolor, en lo posible, decía algo como que en la tierra éramos inquilinos y las llaves habíamos de entregar, se echó a reír y me dijo, serás analfabeta pero te he leído cosas que me las llevo puesta por que aquí, nadie las entendería y te quiero demasiado.
Ya partió, la entregó su llave pero en mi corazón, siempre permanecerá vivo y sus letras nunca se las llevará el viento, me agrada leerle, hace usted que vuelva a mi, bellos recuerdos.

Un besote, ley.