jueves, 10 de abril de 2008

Si pierdo la memoria


“Si pierdo la memoria, qué pureza”, dice un verso del poeta catalán Gimferer. La cita me la arrastra Umbral en su “Carta a mi mujer”. Podría ser como irse a una explanada, arrojarlo casi todo, bien esparcido en una especie de lujo testimoniando las derrotas con cicatrices casi en las niñas de los ojos. ¿Qué te pasa podría preguntarme cualquier viandante que llevas puestas hasta imágenes inciertas en la mirada?. Y no se trataba de una destrucción porque soy capaz de vivir hasta destruido, era simplemente, como consecuencia de la pérdida de memoria adrede, de buscar de nuevo formas de vivir al descubierto.

Quiero quedarme solo con el desconcierto alegre de vivir éste y cada momento, de los que estaban en el cofre lento del olvido. Voy a buscar de nuevo la seguridad que tengo tan deteriorada, precisamente por no haber sabido ir perdiendo la memoria. He acumulado recuerdos hermosos pero a la vez avisos que no eran del todo de mi propiedad, y lo que no es mío o no va a ser absolutamente mío no lo quiero. Prefiero de la vida la seguridad de todo, ya luego lo iré explicando con el poder exquisito de la palabra hasta olvidarme del mundo entero porque cada mañana me fluyen libremente todas las palabras. Es una estética zoom de lo que llevo dentro.

Una vez perdida pues toda la memoria, haré mis construcciones desde dentro. Las de fuera me van creciendo ya en dirección contraria, me avisan, eres viejo. Pero seré un poco menos si soy capaz de crearme un mundo de riqueza y de tiniebla como tienen las mujeres y lo noto en la tierra, a ellas no supe ni quise entenderlas, no era mi tema a base de ser siempre mi necesidad, mi lenguaje, mi instinto al menos de indagarlas por entero.

Vaya empeño con la nobleza que me va suponer hacerlo sólo, gastar la últimas horas de los posteriores cuartetos que siempre tienen los versos; vivir la soledad sin parte de atrás; aspirar a una simple felicidad: no darle importancia a nada; que no me moleste ni el sudor ni el sueño; la búsqueda de un sosiego aunque haya que trabajarlo. Y de vez en cuando esa maquinaria de los sueños que se lleva todo por delante.

Sin memoria, si pierdo la memoria podré leer como una cita que no me acuerdo, a la Mazzantini cuando dice “quien sufre recuerda”, y quien recuerda, sufre, señora. Sin embargo, hay una sugestión arraigada en cada cosa propia que obliga buscarla; una descendencia en los genes que te exigen a ti mismo mantener el tipo. Sembré presentes –muy brillantes por cierto, perdí sólo lo que no pude evitar que me quitaran. Pero abro la mañana con la mínima dignidad, de que esos genes ya no son memoria mía, se construirán la propia vida cada día y me vienen repitiendo, haz tú también lo propio, tú mejor que nadie.

Pues anda ya que voy a ser mejor que nadie no sé si en motivo de estima o de simple recorrido por la vida. Pero puse demasiadas veces esfuerzo, no tenía más talento que la espera. He vivido demasiadas veces la tristeza sin edad y quiero ropa nueva, desde el verso de Pere Gimferrer y sobre todo una vez allí, el prestigio de un sitio, de un hueco bien tapado, la autonomía del verdín de mi vida, esa tierra cubierta de plantas para disfrutar con ellas al cultivarlas. “Qué pureza” se ha quedado del verso.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Echar la vista atrás, evocar, ver lo que fuimos y somos, contemplar la vida, disfrutar de los recuerdos gratos, sufrir también con los abandonos de algunas ausencias, mejorar, crecer, pensar, soñar, azorarnos, turbarnos, tener paciencia, ser espectadores silentes, el patrimonio de la memoria es vida. Si nos quitan la memoria nos dejan en la más absoluta nada.

Mi admiración

María

Anónimo dijo...

Si perdemos la memoria.....
Veo dos aspectos en el tema: el físico y el espiritual, o del alma, o de la mente.En el físico, todos son trastornos, dolores nuevos,insonio,preocupaciones...
En el otro,sólo es posible envejecer emprobreciéndose...
En cambio, para los que cultivan un camino con corazón, otro nivel de sabiduría,una profundización en lo esencial, un re-conocimiento en su alma de diamante, cada paso -aunque sea con bastón- es un mayor acercamiento a la SABIDURÍA SILENCIOSA. Lo que supone Paz, Conciencia, Felicidad....
Te aprecia
Ana

Fran dijo...

Demasiado equipaje ya a estas alturas. Todo eso lo tuve, hasta lo derroché y quizá llegó el momento en pensar algo en mi persona, quedándome con lo mejor de atrás, como recuerdos, sólo como recuerdos, eludiendo ese mundo tantas veces en que recordar era sufrir.

Gracias. Besos

Fran dijo...

Buscaré, Ana, esa saiduría silenciosa de que hablas auque quizá haya que tener un bagaje demsiado rico para mi.

Buscaré, lo mejor que tenga mío, lo mejor que di. Como de alguna manera dije el otro día, tengo derecho por mi propia integridad y la esencia de mis cosas.

Anónimo dijo...

Si se pierde la memoria, se pierde lo malo, pero a la vez,.... lo bueno, Fran es mejor hacer un ejercicio de memoria, simplemente olvidar lo malo, dejarlo en un hueco lejano y taparlo muy bien con cosas maravillosas, con muchos besos, cariños y mimos, con los recuerdos de las miradas de esas niñas que te adoran, la luz y el color de tu mar, los paséos costosos pero reanimantes de las mañanas, las bromas de una mujer o varias, la dulzura de lo que se tiene y la nostalgia de lo que se tuvo, el consuelo de tus letras y el gozo de las palabras.
Un besahuecos.

Fran dijo...

Con tu respuesta, Garanza, me dejas como muchas veces con ganas de darte un beso de amigo.

Es que me hacía falta borrar muchas cosas, pero es verdad estos días, he desayunado con dos niñas de 6 y 8 años, muy temprano, me han hecho ellas el café con una Nespreso, nos hemos reído porque todos dormían y al final me han dicho que me querían mucho porque les dejaba hacer lo que les daba la gana y era un abuelo muy guay. Son palabras de ellas. Una me dijo que quiere ser Mis Universo. Tiene 6 años.

Luego hay tantas cosas de la calle, de un momento en un chat, de un mail, de admiraciones que he vivido aquí y en los foros, incolvidables. Y una persona, Ana que aún tiene fuerzas para escribir en este blog.

En la calle, está también mi librería y ayer buscando un libro, mi librera me decía yendo hacia las estanterías, "sígueme". Yo le contesté, te sigo siempre, Bea. Se rió y me dijo, Fran en cuanto te doy pie...Eres la coquetería hecha hombre.

Y hasta luego me reí en una Farmacia, fíjate comprando medicamentos.

Llevas razón, eso no lo puedo olvidar ni borrar porque sería el fin.

Ni tampoco muchos momentos de cariño, muchos, haya venido lo que haya venido detrás como final.

Un besahuecos de beso de amigo.