miércoles, 16 de abril de 2008

Amo de la Historia mi propia historia

Siempre he sido un mal estudiante de historia porque la historia de los demás me llama poco, prefiero la reserva neta de mi vida, propia, tranquila, una forma gratuita de entender a las personas y a las cosas para que me entiendan a mí. Vamos a seguir, pues, hasta el final, hasta que llegue el final.
Me gusta en este momento el sitio, el lugar que me he agenciado: paredes de libros con los libros, mi maldito ordenador pero donde voy dejando muchas cosas que no serán luego ya para nadie; mi mesa desordenada yo que soy tan amante del orden, de tirar lo que sobra y lo que no sobra como un impulso de energía; libros amontonados que no han tenido todavía el prestigio de tener su sitio, el tabaco, el cenicero, las revistas y suplementos que hablan de esos libros, las llaves de memoria del propio ordenador que un día perderán toda la memoria.

Y mi vieja butaca de cuero llena de los sentimientos de dos siglos, XX y XXI, de horas de lectura, de intimidades absolutas de soledad y sosiego, no como una condición sino como un hecho. Todo como gestos hacia fuera que he dado gratuitamente sin darme cuenta. Una butaca que ha vencido hasta el insomnio, cuando surgen esos instantes en que solo serías capaz de dormir si alguien te cogiera la mano, te preguntara por tu historia. Esa que me hace viejo, porque cada vez decido menos.

Tendré que llamarle hogar a este cuarto que es ya mi costumbre, mi seguridad, mi permanencia. En él está dentro mi lírica, mi lucidez, todas las cosas que yo quiero, la manía de escribir a ratos, tener que contestarle a alguien, cómo estás, qué te pasa, qué forma tiene ya tu vida. Aquí tengo también, el penúltimo intento de no hacerme viejo.

Cuando llego y todo está como lo dejé ayer pienso que mi vida, que mi historia todavía puede valerle a alguien, aunque haya ratos, no sé si en la butaca o frente al ordenador en que sería capaz de explicar en qué consiste eso de la desesperación.

Lo tengo claro, soy un solitario en este cuarto para solitarios que me he ido haciendo yo mismo. Aquí hay un sacerdocio de leer y escribirlo luego, una manera de perder la memoria, como decía el otro día y quedarme con los buenos recuerdos: una mano –fíjate qué poca cosa, a veces una mano insistente. Aquí está mi pasado, todo mi pasado, la historia de mi historia, la que jamás se escribe en los libros de historia, ni en las páginas de memorias, ni tan siquiera cuando miras a los ojos insistente.

Aquí se juntan todos los silencios de la casa, naturales, sucesivos, llenos de confianza y de reposo. Aquí puede venirme hasta la muerte, sobre todo de noche, antes de acostarme porque al día le puedo, soy muy poderoso frente al que empieza, aunque me lo ponga difícil. Es tal la intensidad, la comodidad que tengo, el derecho a la propiedad aunque sepa que las cosas intensas son las que se acaban antes.

Me gusta, amo mi historia, en una sola habitación, con las mismas manías cada día, con vicios –por ejemplo dejar el libro que estoy leyendo, la música que he puesto, lo que estoy escribiendo y sentirme contento, aquí estoy, a solas con mi edad, con mi propia historia.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Fran, todos tenemos nuestras historias, perdidas y ganancias, recuerdos y nostalgias, sueños, e ilusiones, todos nos refugiamos en nuestras soledades, todo pasa rápido, sólo nos queda la estela que dejamos en el recuerdo de aquellos a los que extendimos nuestra mano, de aquellos que le dimos un consejo una sonrisa, un mejor de nosotros mismos, pero siempre nos quedara nuestra propia soledad esa innata esa nuestra única, todo es tan breve que no se puede recoger en un sillón, en una forma de poner las manos, simplemente hay que continuar hasta llegar al final del camino ahí es donde seremos lo que ahora no somos, solo existiremos en la memoria de aquellos que nos quieren.

Siempre mi mano extendida

María

Fran dijo...

Ahí quiero estar por lo menos, María, en la memoria de unos cuantos seres de los que he recibido tanto o más que les dí.

Pero en ese hueco que cuento, está mi historia, mi soledades, mis recuerdos.

Gracias por tu mano tendida. Siempre también la mía.

Anónimo dijo...

Cuando nuestras miradas son cálidas, descubren facilmente la calidez de todo lo que les rodea. Vístete de primavera, porque el colorido de una sola flor, viste de esperanza la desnudez más sobría de cualquier alma.
Te leo y con cariño guardo dentro de mi,tus ilusiones ,experiencias,recuerdos y nostalgias.
Un abrazo fran.
Ana

Anónimo dijo...

CUANDO POR TU VENTANA ENTRE MUCHO AIRE, NO LA CIERRES FRAN, ES ALGUIEN QUE EN SILENCIO SEGUIRÁ TUS HUELLAS HASTA QUE SE PIERDAN EN EL ORIZONTE.

Fran dijo...

Suficiente tu respuesta porque ha entrado demasiado aire hasta alterarme como no debía.

Gracias

Anónimo dijo...

¿Que hay más importante que nuestra propia historia?? quizás la de nuestros seres queridos, la de ese señor o señora que nos llama la atención en el autobús o en el metro. Yo a veces les invento su historia, y supongo que a veces me quedo corta si ellos mismos me la contaran.
Nuestra historia, con lo que nos ha costado inventarla día día, con lo que nos ha costado no poder reinventarla, no poder dar marcha a tras más de una vez. Hay personas que dicen que "un paso atás ni para coger carrerilla", yo no, yo si pudiera seguro que cambiaba algunas cosas, pocas eso si, pero muy importantes para mí, y tan sencillas como haber estado cogiendo de la mano a mi padre cuando murió, llorar con libertad al pequeño que no quiso venir, estudiar mi vocación cuando debía contra viento y maréa y una decisión que tardé mucho en tomar, haberlo hecho muchisimo antes.
Pero la vida es eso, nuestra propia historia, nuestro destino que está escrito desde que nacemos,..... y nadie a de cambiarlo ya.
Creo Fran que hoy me has pillado un poco tierna y me estoy enrollando malamente, así que termino.
Deseo mucha suerte a las personas que contestan aqui, y que por lo que leo son habituales,.
Un besahuecos lleno del olor de las calas.
Garanza

Fran dijo...

Sí, yo también pienso, Garanza en esa gente desconocida pero que no sé por qué me mira y la miro. En cuanto a lo de dar un paso atrás, no puedo, no debo, aunque también a mi me permitiría rectificar cosas que hice mal y no debería haber hecho así.

Me gusta que hagas ese pequeño repaso de tu historia y coincido que nuestro destino está totalmente escrito y nada lo rectificará, no podremos, no podemos.

Es difícil pillarte tierna, siempre me has escrito yo diría muy equilibrada, muy tuya, pero también siempre hay y ha habido enseñanza, por lo menos me ha servido.

De las personas que escriben aquí falta alguna y hay anónimos que no sé quiénes son, como hoy. Todo me vale, como quienes me leen, que además sé que ese pequeño grupo lo forman personas a las que les intereso pero prefieren no decir nada, algunas hasta muy cercanas.

Yo también me enrollo, me valia la pena por tus calas en el besahuecos con el mío.