sábado, 1 de marzo de 2008

Eras así


Tus axilas tenían forma de mariposa, lo supe enseguida porque pasaste por mi vida como tal con tus alas de colores vistosos producidos por esas escamillas que las cubrían. Te paraste, eras así, dijiste que no te quedarías y así fue. En el tiempo que cubrimos con tus brillos a la vista, hiciste lo que dijo Umbral en "Carta a mi mujer", una vez muerto, en su póstumo libro: “sabes entrar en la conversación con lo callado.” Porque insistentemente cada vez que hablábamos tú manejabas mi silencio no fuera que se me terminaran ya las metáforas que me quedaban.

Me asombraban los huecos de tus axilas, a veces me los enseñabas, daba lo mismo que lo quisieras hacer o no, otras los soñaba y entre todas las palabras que cruzábamos, estaba eso, que sabías conversar con lo callado. Porque jamás supe de nadie que hiciera ese prodigio de ir diciéndome sin decírmelo, los vuelos de tus alas de colores, tus anhelos que tenías pendientes. Por eso me admitiste y seguirás leyéndome siempre esta manera simple y permanente de entregarme.

No lo puedo arreglar, no existe ni fugacidad ni tránsito, una especie de permanencia porque siempre fui un hombre que no hablaba de futuro, que quiso en el último tramo de su vida enterarse definitivamente si era capaz de esa orgía inmensa de la permanencia en el hueco de su vida propia que tiene una mujer con las axilas que parecen mariposas.

Permaneceré, Bolboreta, lo haré siempre aunque te vayas del todo de mi vida, aunque te empeñes en llamarle recuerdo a esa especie de éxtasis que siempre que escribo cuento. Tú lo sentías cuando me leías. Por eso nunca podrás limitar la validez de mis palabras, si las admitías con tu silencio y tu demanda al tiempo, aún siguen ahí, permanecerán como cualquier evidencia de la vida, que nos gusta notarla, la anticipamos con las manos, la terminamos en el abrazo.

Nunca supe del todo quién eras ciertamente, tenías como una ética de catecismo antiguo, un respeto a lo propio y a lo que te rodeaba. Cortabas las respuestas o ni siquiera las dabas, era una forma estética de silencio, una moralidad que tuvimos y que no impedía que fuéramos los dos como una expresión de los colores propios.

Andabas tan sobrada de estilo que aplicabas cada momento la eterna definición de José Antonio Marina: “es una opacidad que retiene al espectador. Es un procedimiento para que se fije.” Era una parte indisoluble de tu atractivo, una praxis ortodoxa en todas nuestras conversaciones, cortas, esenciales porque podía pasar que llegaran a ser demasiado tiernas con una eternidad que no tuviera medida y no querías, no podía ser, ibas a continuar el vuelo más tarde, del ensueño, majestuosa para que me hiciera hombre entre palabras que habían tenido un único destino: estar entre los dos, evocando lo que me faltaba, recordando poemas olvidados. Te las iba escribiendo porque así todas las cosas escritas acaban siendo ciertas.

Por eso al ver pasar de nuevo por la puerta siempre abierta de este escritorio tan bella mariposa, me he acordado que era igual de cierta y de inevitable: tus axilas así, con esos colores llevaban prendidas en sus alas cada vez el goce secreto que me diste mientras me dejaste estar, fue la medida de mi tiempo, mi manera de acordarme que hay un esplendor interminable, un asombro, una belleza que siempre se puede tener dentro. Te lo escribiré cada vez porque ese es mi límite, mi dolor, mi única posibilidad de sentirme vivo.
Aunque no tenga respuesta lo volveré a escribir de nuevo. Es la única forma de soportar el llanto como antiguo y quieto.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Otra vez mis horas nocturnas,... y tu dolor ajeno, creo que letra a letra te haces sangrar, letra a letra te vas endureciendo y a la vez que débil soportas el peso de tus palabras, ¡¡débil digo¡¡ no es verdad, tu debilidad es tu fuerza, pero Fran, no te hagas daño tu mismo, yo no se decir las cosas tan bonitas como vosotros, pero veo que te haces daño con la belleza de tus palabras, con tus recuerdos enternecidos de nostalgia, por sueños hermosos pero no ciertos.
Este escrito tuyo hoy me ha puesto melancólica, como la niebla, o como la lluvia fina, porque siempre me da tristeza lo que pudo ser y no fue, lo que se quedó en el viento.
Un besahuecos lleno de niebla
Garanza

Fran dijo...

Tu insomnio me hace falta porque lo comparto y efectivamente como cuentas, escribir lo que he escrito me hace daño innecesariamente. Sabes qué vendrá luego: el silencio.

Necesito, Garanza, hacerme otra vez fuerte, muy fuerte, a lo mejor con tu melancolía, con tu tristeza, con tu forma de besar los huecos.

Gracias, lo espero.

Anónimo dijo...

De alguna manera hay complaciencia en el regodeo del sufrimiento. Es una forma de estar en la vida, añorando lo que pudo ser y no fue. Ahora estás obtuso (desde el cariño eh), cuando pase la tristeza, el dolor, la nostalgia, cuando el gemido y la queja se vaya diluyendo...en otra esquina distinta de la vida tus palabras volverán a tener memoria y destino permanente.
Un abrazo siempre,
María

Fran dijo...

Jamás contestaste, María, con tanta precisión y sabiduría.

Pero es que ese necesario pase del tiempo para acabar con la tristeza, el dolor y la nostalgia, me dura demasiado, porque di demasiado, porque me dejaron dar demasiado y luego te quedas como hecho un puro hueco con esa complacdencia de que hablas, que es que me sale, se me escapa en cuanto me pongo a escribir.

Necesito buscar la ayuda para tapar definitivamente esos huecos.

Vive bien tu vida, como sé que has aprendido a hacerlo y puedes sentirte orgullosa de ello.

Un beso que siempre te mereces.

Anónimo dijo...

La bondad del amor aumenta la sensibilidad,haciendo surgir en nosotros sentimientos inesperados que, permiten que no nos sintamos solos aunque seamos nuestra única compañía.
La fuerza del amor,consigue que nos reconciliemos, con la compañía más difícil del hombre e incluso, en soledad, el corazón se llene de....Exaltación.... Silencio.Sueños inmortales....
Un saludo y besos.
Ana

Fran dijo...

Qué bien lo explicas y qué verdad debe ser. Esa compañía, tú especialmente, sabes que es dura para mí alcanzarla. Me apreita la soledad pero una vez más me ha servido para decir mi verdad. Fíjate si es simple: la añoranza de una imagen, de una belleza indescritible que algún día, un minuto antes de mi final quisiera volver a contemplar de nuevo.

¡Búscame influencias!

Un beso

Anónimo dijo...

¿Sabes qué? pues que tienes muchas cosas hermosas, muchísimas que ver antes de irte a pasear por caminos de luz, antes de que permanezcas vivo porque vivo será para siempre tu recuerdo.
¿Te acuerdas que tú y yó llegamos a un trato?
Nunca hablaríamos de esa marcha única y especial que nos dejará vivos en el recuerdo de los demás. ¡¡Era un trato eh¡¡.
Querido Fran, estoy segura que no podras llevar la contabilidad de las cosas hermosas que veras hasta entonces, de ese rayo de sol, de unos abrazos de las regaladoras del Ipod (¿te imaginas cuando las vuelvas a ver?),el olor de la hierba recien cortada, o de la tierra húmeda, el olor de un niño pequeñin, o el sonido de su risa, unos ojos hermosos que te han mirado ligeros, pero que tu captaste, una sonrisa invitadora, o unas bonitas piernas jaja el movimiento de unas caderas, ¿Sabes Fran aún lo que te queda por ver, por ensalzar, por cantar , tocar o escribir?????
Pues eso, Un besahuecos lleno de muchisima esperanza.
Me encanta saber que algo de lo que te digo de ayuda.
Garanza

Fran dijo...

Voy a cumplir el trato contigo, ¡debe ser tan hermoso! Veré dentro de unos días a las regaladoras del ipod con el mar a mi lado, a menos de cien metro, soñaré, reiré, leeré, tendré mi pc al lado para que el lenguaje siga siendo apoyado en ti mi riqueza.

Tendré esa esperanza.Ese especial besahuecos.

elescribiente@hotmail.com