lunes, 10 de marzo de 2008

Necesito señales de nobleza e indecencias

A esta hora ya necesito señales de nobleza. Di ya todo lo visto, hasta el oficio de mirar por los demás. Me he quedado sin hora, nada más que para escuchar aquellas voces que pudieran enseñarme o a lo mejor transmitirme con colores una manera de soñar sin soñar y a esos colores les llamaré libertad. Ya es buen rato de quedarme con lo real en una eterna cortesía vieja pero sin dejar de contar mis maneras de acercarme.

Voy a ello: Si te trata de algo relacionado con eso del amor, saber que me mide y que nos mide, que erase una vez y cuando lo cumplimos supimos de su esfuerzo y su tensión. Dejémonos de niveles a los que llegamos pocas veces bien, en cambio cualquier momento será bueno para beber con lentitud, imaginarse la bodega inagotable de uno y allí pasar la tarde con quien no te pidió nada sino hacer cadena de personas anónimas que luego acaban siendo la abnegación de un abrazo pendiente.

Y en el paso diario de cualquier menester poner empeño en ello: darte cuenta de esa mujer que ha cambiado su peinado por otro peinado o al menos por una forma distinta de peinarse; admirar de aquella chica joven los pechos difíciles por su constante adolescencia permanente; hablar con sencillez, con la enorme sencillez que da la sabiduría aunque uno la tenga todavía pendiente: mirar serenamente, como sacándole la verdad a los ojos de enfrente en ese diálogo insistente en su belleza, constante.

Ya me queda menos de la mañana, ¡caramba que me acuerde de leer al llegar a casa señales de nobleza! de leerlo prácticamente dedicado, sin esperar que sea yo el donante, vendrá a ser al revés de cómo me ha venido ocurriendo siempre, qué fácil –ahora me he dado demasiado cuenta, recibir sin que medie tan solo una breve palabra de sentimiento, sino naturalidad, otorgamiento, preguntas para poder dar luego al menos la belleza de la intención, del gesto entre lo escrito o lo hablado.

Y una vez en casa, administraré estas señales de nobleza, comprobaré que son del todo ciertas, gratuitas, generosas como una satisfacción que viene luego devuelta de algún cuerpo en soledad. Esa especie de música antigua, las luces de los colores de cualquier pintura, la sugestión arraigada luego de las cosas que nacieron sin esfuerzo, las señales que nos unen siempre a algo o a alguien.

De nuevo con las cosas que me esperan en casa, la vida, esa etapa abierta que luego se cierra, un párrafo que escribo cada vez que tengo que escribirlo, eso que sucede mientras uno está ocupado en otras cosas que dijo Jhon Lennon que era la vida, pero ya más enriquecido porque me siento cómodo y tranquilo.

Haré, eso sí como necesario complemento, las indecencias que pueda, en el envés del cuerpo como una larga caricia o una especie de deseo para años. Y las haré con el ritual de los sueños pero el encanto de la realidad, con una especie de desprendimiento, una clase heredada de acercarme a la vida ajena, sin preguntar si se puede porque luego no me faltarán ni recursos, ni maneras, ni sobre todo estética.

La misma que utilizo, cada vez que escribo, que pregunto, que tengo que ver por donde aprendo cómo es un ritual para tapar los agujeros.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Como todos los soñadores, a veces se confunde el desencanto con la verdad. Pero ahí radica la grandeza de la vida.
Siempre tus palabras son un viaje al mundo onírico.

Un abrazo desde siempre y para siempre,
María

Fran dijo...

Tú supiste hace tiempo tus sueños llevarlos a una vida de la que estás satisfecha. Disfrútala, recuerda que es la base para que te sientas feliz.

Gracias por leerme.

El abrazo te la devuelvo encantado.

Anónimo dijo...

Gracias a ti siempre, hombre espléndido

María

Anónimo dijo...

Señales de nobleza, ¿acaso son esas que no se piden y que sin embargo te encuentras sin querer?, ¿son esas que te encuentras en la mirada de un niño o en la risa confiada de dos muchachitas felices?, o quizás en la sombra de un árbol, sombra de tú sombra, sombra sincera y penumbra fresca del descanso tranquilo con el diálogo comprendido de personas que entienden.
Con la nobleza se nace y si te enseñan bien, se va tallando como si de una escultura maravillosa se tratase, con sus curvas dulces y sinuosas y con la claridad transparente de un marmol hecho encaje entre cuyos dibujos se pierden los sueños más peregrinos.
¡¡Dios¡¡ Estoy divagando muy peligrosamente, pero me he dejado llevar por tú
escrito que es precioso, no tengo remedio.
Besahuecos lleno de sueños
Garanza

Fran dijo...

Sí, esas son señales de nobleza y los ejemplos que pones son bien válidos, bien escogidos, bien vividos.

Es así, Garanza, con la nobleza se nace, ya no se hace daño a nadie y tallas y tallas esa escultura maravillosa en una especie de desconcierto alegre del vivir, mezclada con los sueños.

No divagas, te sigo y te entiendo. Mira, que me digas que mi escrito te ha gustado, me hace cultivar la tremenda necesidad de mi pasión por las palabras, Son mi vida, mi propia esencia.

Besahuecos y si le añades sueños, mejor me lo pones.

Fran

Anónimo dijo...

las señales de la verdadera nobleza son la liberalidad, el agradecimiento a los beneficios recibidos, la clemencia en perdonar, la valentía y grandeza de ánimo.
Lo tienes todo Fran,porque tu palabra y pensamiento ,lo llena todo.....
Te aprecia,
Ana

Fran dijo...

Eres muy generosa. Intento tener algo y ofrecerlo a la gente que ha dedostrado una generosidad conmigo. Mi penamiento es acercarme a ello, solo.

Un beso

Anónimo dijo...

Soy muy mal lector, muy difícil de contentar. Y tu página me ha gustao.

Tristao