viernes, 7 de marzo de 2008

El que va a la bodega

Hace días leí en una entrevista a José Manuel Caballero Bonald, celebrada en un restaurante, que diariamente inserta el diario ”El País” en su última página, que a la hora de escoger el vino, el poeta preguntó “¿hasta dónde puedo llegar?” A la generosa invitación del periodista anfitrión, Caballero Bonald se acogía al enunciado de Machado, “gente de poco beber y mucho hablar, son de poco fiar.” Y se enlaza muy bien con un poderoso refrán que estos días alguien trajo a mi página de literatura, “que el que va a la bodega por vez se le cuenta, beba o no beba.”

Beba o no beba, en la bodega de la literatura estoy y cada vez necesito más el trago de la lujuria y la sencillez, que nadie que se junte a mis letras y camine sus felices días con ellas, luego me diga que yo sabía que aquel dispendio iba a tener final, trago va, trago viene, porque ahí pongo siempre el sentimiento y el bebercio y ya no lo puedo quitar.

Para mí nunca estará agotado, o caminamos juntos hacia la bodega, se nos cuente o no, la bebida que nos atrevimos beber. Si no, aunque fuerce la necesidad, la espera, la demanda del pregonero, que no me admitan de pasajero porque para el anfitrión tiene también regusto de goce y dispendio. Negarlo o ignorarlo no es justeza.

Quiero si intento llegar hasta las lindes húmedas de una mujer o que no me dejen nunca hallarlas o que el tiempo se me alargue en ellas, infinito, como tiene que ser. Mi trago es la palabra y mi caricia también, pues andemos ese sendero largamente, holgadamente, que nadie lo termine antes, ni sacuda como el polvo de un guardapolvo culpas ni menciones.

Manos y gemidos juntos, ¡cuánto se goza! y prolongado el gozar no le pongamos terminar. He sabido desde que me hice hombre como estaban las cosas al empezar a hablar, he tenido y sentido siempre las manos de una mujer la primera vez como si de una pianista pulcra fuera; he eliminado los empeños de mentirnos y aunque sintiéndome siempre casi muchacho en los andares del querer, era hombre maduro, con métodos educados de adulto, manos oscuras de manchas con vejez de esas que para quitarlas las tienes que pintar cada vez con ese ungüento de los besos que cuestan, con la dulzura de los sueños que regresan donde estaban.


¡Ay que cierto!, ni freno tuvo Bonald para pedir el vino no fuera que lo tomaran por gente de no fiar, ni dejará de contarme mi presencia con mujer libre, “clásica como si fuera un cuadro de Ingres” que dice Paniker o “brillante y veloz como un relámpago” al modo de Marina. Es que hablando de mujeres se me traban las entendederas. Me contará cada vez, beba o no beba, porque la grandeza de lo que emborracha a uno, es la propia medida de su grandeza.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay personas que ya solo vamos a la bodega a tomar un "chato" como se dice en mi tierra, yo no cojo ya ningún otro camino, he leido la contestación de M.Dolores y es como si contestase yo, tambien tengo manchas en las manos, y hace mucho tiempo además, soy pecosa y la genetica mezclada con la edad y el sol, del que no me privaré núnca, me han hecho un mapa precioso en ambas manos y que no me importa lucir, mi verdadero yo está dentro, no tiene edad ni color ni manchas en la piel, si que tiene huequitos por llenar de miel y color y en ello estoy, creo que para ser feliz hay que buscar en los rincones mas escondidos de la vida, saber buscar, y a veces te llevas estupendas y agradables sorpresas.
Quizas una botella de buen vino añejo.
Besahuecos para los dos, hoy llenos de una lluvia un poco pesada y gris, hace un dia muy oscuro, pero la primavera esta a la vuelta de la esquina ¿Verdad?
Garanza

Fran dijo...

Pues mira, si lees la contestación del foro verás que me cuido las manos, pero aunque tengas manchas y pecas de la vida, te las buscaría igual porque una mujer de ese contenido las debe de tener preciosas.

Luego ya buscaría los rincones más escondidos.

Venga, un besahuecos, un buen vino y a tomar un poco el sol aunque nos manche las manos, juntas.

Anónimo dijo...

Después de leerte,se me ocurre ponerte este poema,así, mezclamos sabores, intentando saborear los besos
NO SE SI TIENEN COLOR,
SIN SON OPACOS Y NEGROS.
SI TIENEN TRANSPIRACION,
O SE AHOGAN POR MOMENTOS.
NO SE SI PUEDEN VOLAR,
O VAN SIEMPRE A RAS DE SUELO.
SI TIENE FORMA Y OLOR,
O UN SABOR EN CONCRETO.
SOLO SE QUE DE MIS LABIOS,
NACIERON MILES DE BESOS.
UNOS LOS FUI ENTREGANDO
LOS OTROS ME LOS DIERON.
PERO NUNCA HE SABIDO
A PASER DE LOS INTENTOS,
EL PODER AVERIGUAR
QUE SE ESCONDE TRAS UN BESO.
CUENTAN QUE HAY BESOS QUE ESCONDEN
MENTIRAS Y LAMENTOS
Y OTROS QUE GUARDAN INCANSABLES
FANTASIAS Y SECRETOS.
DICEN QUE HAY BESOS QUE TE IMPULSAN
HASTA CLAVARTE EN EL CIELO.
Y OTROS TE ROEN EL ALMA
HASTA HACERTE UN AGUJERO.
NO SE SI TIENEN RAZON
SI SON LOCOS O CUERDOS
SI POSEEN VISION
O TAL VEZ, SIEMPRE SON CIEGOS.
NO SE SI PUEDEN HABLAR
O ENMUDECEN CON EL TIEMPO
SI TIENEN MUSICA Y SON
O NAVEGAN EN SILENCIO.
BESOS QUE EN LA BOCA DEJAN
CARICIAS DE AMOR INTENSO,
SUAVES MELANCOLIAS
Y AIRES DE OTROS ALIENTOS.
DECIDME SI PODEIS
COMO DESCIFRAR EL SECRETO
DE PODER ADIVINAR
QUE SE ESCONDE TRAS UN BESO.
Ana

Fran dijo...

Como siempre en los años que llevas contestando a mis escritos andas sobrada de poesía y el alarde besos es precioso.

Uno para ti.