jueves, 15 de julio de 2010

MI SEGUNDO HOGAR

Siempre he dicho que no me gusta el verano, que manda todo él más sobre mí, hasta el calor no lo soporto y en cambio al frío le tengo apego para poder taparme como con una especie de segunda piel más tierna. No me gusta llegar hasta el verano, ir de aquí para allá y a eso le llamo a veces simplemente el encuentro familiar en un punto hermoso junto al mar que elegí hace muchos años para los míos y para mí. Un espacio de horizonte abierto donde la lectura es si cabe mucho más propia y cuatro líneas que pueda escribir para algún destinatario, éste suele ser la vida, nada menos que mi vida.



Pues no me gusta el verano y esta misma mañana, a punto ya de marcharme a ese segundo hogar -tan caro de mantenimiento pero que muchos españoles casi a la fuerza tenemos- que fue signo de ganancia y poderío y cuando con una pareja de ingleses lo intercambié con su única vivienda en Londres, se asombraban que en nuestro caso fuéramos personas cuyos ingresos eran un simple trabajo. No me gusta, no le saco el partido que quizá le debiera sacar; la playa, el mar los veo desde cerca pero apenas me acerco, el exceso de gente no me acaba de dejar ya ser yo mismo.


Y esta mañana sin embargo en una hermosa búsqueda que he emprendido de material literario suficientemente bueno para dedicar la próxima página web de literatura al género del cuento, del relato breve en su totalidad, he dedicado más tiempo del habitual a husmear por mi librería, por mi propio estante de libros pendientes de tenerlos en casa, he acudido con las referencias necesarias de la red, ojeando libros de forma insistente y azoriniana, y me he dado cuenta perfectamente que mi segundo hogar, para llenar el verano hermosamente –viene a ser lo mismo que hago en invierno- pero ahora, al estar fuera de mi ciudad le busco la excusa, el motivo sólido de una falsa visita médica para acudir a mi librería mucho más rato del habitual.


Va estar muy claro en mi caso, no me va a bastar envejecer leyendo, antes tengo que ir a por los libros, a buscarlos, a este mes no poder comprarlos, no acumular innecesariamente literatura que no alcanzo, libros que ya paso a ojear en casa antes, estableciendo entre ellos como un exigente servicio de novedades que no me lo marca mi librera, que se inventa llamarme “Pakuchi”, que me trae un punto de lectura de su viaje a la India, pintado a mano, que me abraza con incontenible entusiasmo, que admite mis protestas porque le pido un libro que aún no se ha editado.


Bello hogar de veraneo, punto de encuentro, con nadie porque anda casi todo el mundo eso que llamamos “fuera”, un irse a la fuerza, a lo mejor a un viaje caro y lleno de trompicones o a una residencia ajena de los sillones habituales, la tele que no mira nadie, la pareja que convive y es una belleza que todavía después de casi cincuenta años, aún alargue la mano entre dos asientos próximos, se cuente mutuamente lo que duele porque es una manera vieja y pertinaz que te duela menos. Por eso a ese estar fuera insistente, veraniego, con la ropa muchas veces con una talla que no debemos ya ponernos y que el verano es aviso de ello, yo lo mitigo en ocasiones con esta especie de escapadas deshonestas, con este convertir mi librería, el entrañable manoseo de los libros todavía no abiertos, en un segundo hogar verdadero que elegí para siempre, que jamás me defrauda.


Saber que Empar Moliner ha vuelto al cuento y Acantilado se lo ha traducido del catalán; que Pilar Adón escribe a la vez con dulzura y con firmeza sin restarle dureza a la propia de cada relato; que del Norte de México Daniel Sada sabe contar infortunio y gozo; que Conget es capaz de poner al día las catástrofes de la pasión compartida; que las alegorías e imágenes de “Azul ruso” de Patricia Esteba, transforman y destruyen a seres reales y soñados. Y hasta una maravillosa antología de cerca de 600 páginas de la editorial Menoscuatro de los nuevos nombres del cuento español actual, nos cuenta lo mejor que se ha venido escribiendo en el género últimamente.


Todo está en los suplementos literarios, pero no está igual, no es hogar si no lo tienes en la mano, si no sabes que “la chica unta una esponja triangular con la pasta marrón de un tubo “ y luego de aplicársela a la cara pregunta: “¿Y usted de qué viene a hablar?” y hasta coinciden en tener un tatuaje, "ella aparta la tira del sujetador para que él pueda verlo." Poco importa ya el tatuaje, se queda la incidencia del sujetador.


Yo me pregunto cada vez entre los libros, sin cansarme, sin irme de este hogar, ¿tú qué es lo que quieres ahora?: que me necesiten los poemas, que esta vigilia mágica de libros y hogar sea un género que a ser posible me pertenezca siempre, un placer indisoluble, una utilidad que no me pueda negar ya nadie. En ese hogar me paseo más desnudo y más propio,  lo importante: noto menos el verano, hasta me siento menos vulnerable y más propio.


Es como un pudor de premisas culturales como algo inesperado pero que busco cada verano adrede, muchos buenos momentos: el hallazgo de un libro que estaba medio abierto esperándome adrede.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Otras veces te leido, q no te gusta el verano, Serà porq cambias de sillòn? porq veo q los libros no se apartan de tu vera. Yo por el contrario me gusta, los dias son largos, el sol predomina y el jardin entretiene, la mar en estas fechas a diario la veo, a veces en la mañana y la noche y el pasear al amanecer es hermoso. despues se enclaustra una en casa hasta q el sol deja de torrar, pero siempre hay màs cosas q las q se pueden alcanzar.
Pero lo del refràn.....entre gustos...
El invierno no es q me desagrade, porq le dedica una màs hora a la lectura, pero son dias tristes..
Anoto, algo de lo q sugieres y pasarè a ver lo q hay en internet. donde vivo no hay librerias.. y por el momento apenas voy a la ciudad. la pereza me predomina.
Q te vaya bonito, como dicèn en una tierra bien amada por mì.
Besos maria dolores.

Fran dijo...

Sí,sabes muy bien, María Dolores, lo que no me gusta más o menos del verano, al fin y al cabo, frivolidades para cualquiera.

Pero me uno plenamente contigo en que el día sea más largo, tenga más luz para todo.

Deja la pereza, a mí me será bonito en la medida que pueda y tú mientras busca páginas de literatura, blogs de muchísimos escritores, suplementos literarios, mientras yo me voy a la librería.

Antes e irme, simplemente, dos días a Barcelona, esta mañana iré, iré...por si acaso. El por si acaso para mí será algún libro que todavía no me han traído.

he de terminar de hacer la maleta.

Besos

Anónimo dijo...

Hasta q pase el verano, la calor, como dicen en andalucia, estarè quietita, ya en septiembre, emprenderè el vuelo, tiempo.... mejor ni te lo cuento.` descarda, màs q descarada como me decia mi suegra si no le contestaba al nombre q me decia... y ahora q lo pienso, era bonito, Margarita.
Un viaje rapidin como leo, pero desde ahi en tren siempre es comodo.Ya me contaràs de esas escapadas.
Besos maria dolores.

BB dijo...

Hola Fran: Es un placer saludarte y dejarte algunas palabras sobre las tuyas, que hace tiempo no visitaba. Ese segundo hogar del que hablas tendrá que ser placentero y si te rodeas de libros, pues mejor.
Yo siempre, al otro lado del mar, en mi pequeño paraíso, que está a tu disposición si es que algún día te animas a cruzar el charco nuevamente.
Siempre te recuerdo
Un beso
BB

Anónimo dijo...

Es bien cierto que cambiar nuestro habitáculo diario en el que la rutina y el orden propio marcan las pautas del dia a dia por otro eventual al que debemos acomodarnos contando de antemano con ausencias que, aunque parecen superficiales, forman parte de ese bienestar que nos hemos creado, va costando más y más con el paso de los años, pero siempre he pensado que el hogar va con nosotros, que creamos casa propia cuando somos capaces de llevarnos parte de esa costumbre, en tu caso, tus libros, tu portátil y tus ganas de extender el placer de tu sillón a una butaca de terraza frente a un mar que también conoces y en el que has visto crecer a tu prole.

Disfrutarás de ese entorno y de ese pequeño caos familiar que supone un veraneo entre los tuyos y echarás de menos otras cosas, pero harás hogar de verano allí donde vayas.

Y los que te queremos tanto, aquí estaremos esperando tus palabras.

Un beso

Bolboreta

Fran dijo...

Sí, María Dolores, es muy cierta la frase de Andalucía. Y las escapadas cortas y quietitas aunque sea para eventes sociales y mundanos no vienen mal, te lo aseguro.

Un beso ya en el evento de mi veraneo.

Fran dijo...

Se te echaba de menos BB en estos lares y siempre son bien recibidas tus palabras. En cuanto a volver a cruzar el charco eso ya va estar más complicado, querida.

Un beso

Fran dijo...

No sé cómo te las arreglas, Bolboreta, pero creo que eres una persona que además de entender muy bien mis andares, también sabes del valor de las raices.

Es muy cierto nos llevamos el hogar a donde vamos -aunque cambie el entorno- si hemos sido capaces de crearlo antes.

De eso estoy muy satisfecho, y no es fácil, no creas. Mi esfuerzo y mi entidad también estuvo allí y no lo suelo encontrar en demasía.

Tú me aportas una cosa de altísimo valor: tu reconocimiento envuelto con tu cariño. Tus comentarios valen un imperio.

Un beso entrañable