sábado, 24 de julio de 2010

HASTA LA PRÓXIMA MAÑANA LIBRE


A lo mejor estos días leo como Pilar Adón…”para evitar mirar, hablar, tocar a nadie.” Porque aquí lo prefiero, qué remedio me adhiero al verano,  todo viene porque no soy capaz de abandonar el invierno, la casa, las cosas, los sitios de las cosas, los huecos que me ido creando para mí.



Aquí además pasa, porque estamos en verano, que el mar tiene una tiranía sobre los huesos, y el dolor ocurre y cuando ocurre su gramática le hace a uno sin remedio perder el equilibrio. Aquí además -repito- pasan todas estas cosas: estando más acompañado, con gente propia a mí alrededor, noto insistente, sin embargo, el aliento de esa soledad forzada que se fabrica uno porque posee el imperio de sus propios sentimientos y en esa soledad los maneja como quiere. Eso lo he explicado muchas veces.


Pero no quiero dejar de lado algo que me dijeron en un comentario a mi anterior post sobre este “mi segundo hogar”, del que en el fondo continúo hablando. Me dijo como volando sobre mis esencias una mariposa de tierras gallegas: “harás hogar de verano allí a dónde vayas.” Lo llevo puesto porque dediqué mucho tiempo de mi vida a crearlo honestamente, a ponerle el esfuerzo necesario para poder siempre decir, esta es mi gente, la relevancia que tengan se la habrán ganado ellos luego, pero yo puse, bien acompañado, la simiente, sino nada es posible, anda uno dando tumbos y su descendencia detrás también.


Necesitaré este entorno, una y otra vez, habré encontrado, esta ventana abierta porque me la había cerrado demasiado pronto la vida. En cada caso, hubo lo que hubo, de mejor o peor calidad, probablemente siempre por motivo propio, pero ni reniego ni renuncio, lo único que resalto es que en todo momento, aunque como anécdota de mi desenvolvimiento, me cae mal el verano porque como he dicho soy un poco incapaz de abandonar el invierno, lo echo de menos, hasta le alargo la mano a veces, entro en casa un rato cuando me acerco cualquier día, voy a ver si en la librería, ha llegado un libro que tengo encargado y me noto más propio para poder volver luego a estar bien con la gente que ahora maduran casi conmigo.


Eso hice el otro día, como queriendo recoger unas cosas que me había olvidado, y es curioso me vinieron de mi casa las mejores sensaciones: mi librería tenía la calma de una biblioteca pública; mi saludo a las personas que podían estar esperándome poseían a la vez el ruido de los besos por la sonoridad de encontrarse; recogí algún post ajeno, de esos que a veces aquí cuelgo, como siempre, con recuerdos del pasado que pudiendo ser comunes renuncio a ellos, no me sirven para nada, aún tengo presente.


Es curioso, ese rato que volví a estar en casa, recuperé la rutina, esa que siempre tranquiliza porque en mi caso vale, ya lo he dicho que me la trabajé mucho antes. Me gusta mi soledad pero también la convivencia como una apuesta balsámica en donde busco lo contrario de la lectura mezclada de los cuentos de Pilar Adón: mirar, hablar y tocar. Y no hay contradicción, estoy seguro que alguien me entenderá, soy carnaza para lo “imprevisto” de Tabucci que leía el otro día.


Llevo la autobiografía a cuestas, qué más da, si las palabras sirven para eso, para desnudar el alma entreteniéndome con el sexo antes, desde la imaginación más refinada hasta la forma más entera. Pero tengo bien metido dentro que como me queda poco tiempo ha de ser empleado todo, el tiempo de ahora, el que ya ha pasado para qué, si ya ha pasado. Contaré cada momento del momento, las heridas o las satisfacciónes que me causaron, lo que di o lo que me dieron, no me importa es una cuenta vieja y cerrada.


Mis mañanas de ahora, vienen de una forma de dormir hermosa y descarada: poca ropa, ancha cama que aparece debajo de un hermoso sofá, todo el ventanal de par en par abierto, casi durmiendo en la propia terraza, y el dormitorio para qué, debe ser para cuando no tienes sueño y te sobran pensamientos. Y de ahí parte la más hermosa mañana nada parecida a las mañanas del invierno –cada estación tiene su parte, su derecho, su rincón de empezarla-. Nada más bajo de la anchísima cama que egoístamente ocupo solo, luego tengo una mañana pegada a la orilla del mar, sin estrenar para nada, como esperándome a mí cada vez.


Dos cafés, la obviedad independiente de los relatos de “No hay terceras personas” de Empar Moliner y así voy acumulando los cuentos que contaré con los cuentistas en Septiembre para hacer que mientras vaya a ser verdad lo que dijo Bolaño: “…la verdad es que cada día estamos más vivos. Infinitamente viejos e infinitamente vivos."


Hasta la próxima mañana libre.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Que no tarde mucho esa mañana libre para seguir vistiendo como nadie hace las palabras de gala. Hacemos cómplice al mismo mar que miramos, siento tu mano cálida, la profundidad de tus ojos hermosos que saben mirar como nunca nadie me ha mirado. Sonrío.
Y desde aquí, Fran querido, siempre cerca mí mano acompañada de un entrañable abrazo,

María

Fran dijo...

No esperarás demasiado, María, porque si no saco las palabras cada vez al levantarme soy hombre seco y desnudo.

Y prefiero, en cambio, que recuerdes mis ojos porque sólo tú los has mirado a la vez que fue muy cierta la belleza de nuestro abrazo.

Haz memoria.

Anónimo dijo...

No hace falta que haga memoria. Hay abrazos únicos, espléndidos, irrepetibles, imborrables.
Hay pocos hombres que sepan abrazar con el sentimiento que tú pones, Fran querido.

María

BB dijo...

Estar solo en compañía, nos ocurre, cuando cada día, es la tuya, la única que reconoces, la única que comprendes o necesitas. Y se te hacen tan necesarias las cosas habituales, cercanas, amadas, cómplices.
Y es tu palabra, añejada, como el más fino licor, la que yo entiendo, tu palabra que es a veces, triste, a veces melancólica, tu bella palabra..
Me gusta venir a conversar contigo, Fran
Un beso, desde tan lejos...
BB

Fran dijo...

Tu trazo final a mi respuesta, no se puede dejar en silencio, María. Tu memoria y la mía,coinciden, "irrepetible",
"imborrable" como dices generosamente.

Fran dijo...

BB, me voy a quedar para siempre con que mi palabra sea "añejada". Bella eres tú y tu melancolía.

Ven, vamos a conversar un buen rato.

Anónimo dijo...

Me ha gustado muchísimo esa ultima frase a la que haces referencia en tu artículo : " la verdad es que cada día estamos más vivos,infinitamente viejos e infinitamente más vivos" Y me quedo con ella porque es como el alegato final de un abogado ante un jurado para demostrar que la vida es precisamente eso, ir envejeciendo al tiempo que la experiencia se nos ha acumulado en cada uno de nuestros pasos. La vejez es la vida que hemos vivido y la que supimos crear y transmitir para los que hemos creado todo un mundo de huecos, afectos y guiños vitales.

Si, Fran, tu mañana libre te ha asomado a ese entorno tuyo que acumula tus vivencias, tus libros, el eco de tu voz resonando en esas paredes que te esperan en silencio, atesorando tus realidades y también tus sueños.

Hasta la próxima mañana libre que te grite: Qué vivo estás, Fran.

Y que gusto leerte y que gusto imaginar que en esa vejez tan viva tuya, de algún modo también hay un hueco para mi.

Gracias y un beso...

La Bolboreta que revolotea a tu alrededor.

Fran dijo...

Sí, querida Bolboreta, que no dejas afortunadamente de estar siempre a mi alrededor, eso es lo difícil, la permanencia y en efecto cada día siendo más viejos estamos más vivos porque la vejez con su dictadura o su desgaste provoca como una segunda epifanía de la infancia.

Y ésa es efectivamente mi vida que sabes conocer muy bien leyéndome. No hará falta hueco sino lo que tú has sabido merecer y conseguir, esa permanencia compartida con satisfacción y orgullo.

¿Sabes qué me pasa con tus comentarios?: me lees y es como leerme lo que quise decir.

Anónimo dijo...

Las mañanas libres las creamos nosotros, las compartimos y ahi quedan como huellas de nuestro vivir..ya cuesta el dejar de leer o una simple contestaciòn a tus escritos, quizas no dejastes de ser una parte de nuestras vidas.
Ya sobre el invierno, la casa, los adjetivos, son dispares... quizas mi alma sea demasiado itinerante y no llega a encontrar el hueco para asentarse, se es demasiado desprendida cuando has variado de techo con frecuencia, la sensaciòn de hogar se lleva como jaima en el desierto.. pero siempre dandole un entorno distinto... me siento transumante.
Besos maria dolores.

Fran dijo...

Qué encanto eres, itinerante mía, por sentir la necesidad de leer mis escritos.

Las mañanas libres las creamos nosotros, efectivamente, y me consta que tu alma es trasumante pero atrayente.

Esta es un muy buen comentario.

Un beso