viernes, 12 de septiembre de 2008

Necesito un clásico de mujer

Que tan sólo sepa al acercarse a mí, los códigos de seducción, ni mi nombre, que del placer haya indagado lo mejor: el cansancio de después. En el antes yo pondré el pregón de mis palabras, luego nos iremos conociendo, olvidándonos más tarde para así poder volvernos a conocer con un tema bien escrito de pasiones. Más tarde, quizá hasta urgentemente, entre los dos habrá una segunda lectura, palabras más precisas, el lenguaje inolvidable de las manos que no mienten nunca, saben del tacto.

¿Y por qué me hace falta ese clasicismo? La entereza de mis sueños, se desmorona a veces, quedan restos de lo que fui capaz, pero voy a aumentarlos porque tengo un valioso don: mantengo las querencias intactas, si hicieron hueco, lo seguirán teniendo, siempre fui capaz de hacer sitio. Tengo la sociabilidad que da el intento reiterado del amor, clásico -como os decía- intacto cada vez que intento la magia de un escrito.

He venido esta tarde después de arruinar mi tarde ayer y tengo que recuperarla: ordenar mis cosas, tomar un té, leer en la cama; volver de nuevo a las tardes perezosas de media tarde con la novela de amor de nuevo entre las manos. No lo podréis entender pero quién vive bien la tarde encuentra una mujer distinta cada vez, el arte de las segundas oportunidades y la melancolía de saber aprovecharlas.

Mal camino emprendido. Yerro si pierdo el sentido del sentimiento que acabo de inventarme, si me tiembla casi todo a la vez, si callo ante la falta de respero ajeno. Necesito que este pequeño hueco tenga mi nombre sereno y bondadoso. Fran no responde, Fran se vuelve y busca eso el sabor que le produce lo que tantas veces he buscado y encontrado: el dominio enorme que me da el cariño. Que nadie abuse de él porque entonces, recojo los enseres y me vuelvo a la calle para encontrar enseguida la belleza clásica, cenicienta, acentuada y cansada, que tienen las mujeres maduras.

Pues ya que estaba en eso, allí me quedo como sentando a la belleza en mis rodillas para hablarle luego. No lo sabéis de lo que soy capaz de decirle a una mujer cuando la tengo inevitablemente más cerca. Procuro concentrar sensualidad y calidad, la poesía y la verdad de cada vida, me desgarro, me parto, soy el hombre más enamorado de la tierra y si me da por la metáfora, resulto intolerable.

A una mujer así, en ese sitio, le otorgo el clasicismo de lo clásico, gritos de desesperación para saber cómo son mis besos: son despacio, profundos; una mujer de esa manera piensa que no debe quedar más vida que la suya y la mía, arrojamos como un desperdicio hasta el tiempo porque así como estamos no hay nada parecido.

Tendré que preguntar pues quién quiere estar un rato así conmigo. Cada vez mi mayor atracción es mi propio sentido, compartido con una escucha tenue, con una compañía verdadera, con la enseñanza de un esfuerzo, un clasicismo bien aprendido.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Momentos llenos de palabras , pero mudos al mismo tiempo y con el lenguaje de las manos incansable de terminar con tanto como desea compartir, acompañado de la magia q(como bièn dices) en tus escritos, recordando lo q repasamos una y otra vez, hasta llenarnos de pies a cabeza, como baño en la playa q va cubriendo poco a poco nuestro cuerpo anegado de deseos no nos dejamos arruinar un momento de nuestra vida, hay tanto encerrado q solo sabemos expresar en esos momentos con las letras , relatos q se hacen bièn reales en nuestras vidas siempre hay y sin enumerar la oportunidad de revivir hechos q dejamos solo aparcados, no desterrados en la realidad.
Toda persona madura tiene otras metas o al menos no poner trampas en el camino interminable q es el amor, y no querer tapar los huecos con falsas crencias, con falsas esperanzas q no son reales.
En la poesia se concentran los pensamientos q brotan como tallos en primavera , sin pensar en los obtaculos q puedas encontrar porq todo lo q aflora es el amor, la sabia de nuestro corazòn, sin contar el tiempo .
Es tan bello escuchar y solo con la mirada y acariciar esas manos, poder decir lo q hay dentro a la puerta, sin saber como hacerlo o como ocultarlo.
Besos maria dolores.

Fran dijo...

Me voy a quedar, maría dolores, de tus palabras, con ese concepto muy cierto que las personas maduras no ponen trampas en ese largo camino del amor y simplemente llenamos los huecos que ya tenemos con toques de sensibilidad pero nunca con falsas creencias.

Hablar y escuchar, con las manos por en medio, en homenaje al tacto. Muchas veces me ocurre que por mucho que quiera no sé cómo hacerlo y ocultarlo me resulta lo mismo o más difícil todavía.

Entendidas tus palabras quedan. Las mías ya sabes que a veces no sé cómo dejarlas para que ellas mismas cultiven su propia esencia.

Besos de Fran

Anónimo dijo...

A su titulo, querido amigo, sólo le respondería, eso ya no se encuentra vaquero jeje de todas forma, si la encuentra, con esa propuesta no la perderá.
Uff que será el tacto, que tanto dice? Tengo la sociabilidad que da el intento reiterado del amor, clásico -como os decía- intacto cada vez que intento la magia de un escrito. Que lidas estas frases, claro querido amigo, que mantiene usted todas sus carecías y también sus cualidades y defectos, supongo por que todos los tenemos.
Uf, eso de encontrar cada tarde una mujer no es fácil pero con esas novelas tan buenas, seguro que los sueños casi se hacen realidad.
Fran no responde, Fran se vuelve y busca eso el sabor que le produce lo que tantas veces he buscado y encontrado: el dominio enorme que me da el cariño. Que nadie abuse de él porque entonces, recojo los enseres y me vuelvo a la calle para encontrar enseguida la belleza clásica, cenicienta, acentuada y cansada, que tienen las mujeres maduras.
Ahora comprendo por que no me duran las amistades ejeje el cariño se busca sin darnos cuenta y se abusa del que no los proporciona.
Querido amigo, si apartamos la metáfora, me quedaría con todas esas frases poéticas y sexuales pero contadas con esa fuerza que usted lo cuenta como que no me atrevería a afrentarme a un café con usted.
Uff de esos besos me daría pánico jeje Tendré que preguntar pues quién quiere estar un rato así conmigo. Cada vez mi mayor atracción es mi propio sentido, compartido con una escucha tenue, con una compañía verdadera, con la enseñanza de un esfuerzo, un clasicismo bien aprendido.
Con broche de oro, como no podía ser menos, ante sus letras, querido amigo, que se inclinen los poetas.
Un besote con su permiso y felicidades a esa dama que logre disfrutar de sus metáforas.
Ley.

Anónimo dijo...

Follarse de corazón a corazón a través de cada poro de la piel, poco importa la técnica y las posturas, jugar cuerpos, y han de jugar miradas, sonrisas, bocas, manos, hasta llegar atravesar el corazón.

Con el cariño puesto, casi mirándote Fran,

María

Fran dijo...

Buena respuesta la tuya, acorde con muchos pensamientos en ambos sitios.

Me reitero, Ley, sobre todo en eso, en el enorme poder que tiene el cariño y yo en la vida siempre he andado sobrado y he repartido raciones hasta sin avisarlas.

Las metáforas en mi caso son una amante permanente, ni me escondo al usarlas. Me las enseñó durante muchos años Umbral "como una flor de coca-cola y maquillage." Tú lo ves, como compares bien cuatro cosas te cree enseguida quien te lea.

Basta una palabra para dejar una vida y penetrar en otra. Porque veo leyéndonos que basta la magia simpática de que lo semejante atrae a lo semejante.

Para mí escribir, buscar metáforas, es un placer que en vez de saciar encadena.

Encadenado estoy en esa búsqueda, que lo que hay que hacer es no buscarla.

Un beso con metáfora. Besdar a una mujer es besarle su historia.

Fran dijo...

Quizá María, la principal ocupación puede ser seducir y follar magníficamente, hasta el amanecer, suponiendo que alguna vez caiga entonces la noche.

Eso atraviesa el corazón, los besos y las miradas.