sábado, 6 de septiembre de 2008

"La jodida costumbre de vivir"


En los cuentos de “La lámpara de Aladino”, Lucho Sepúlveda entre “botellas bien habladas” con sus amigos, nos la va explicando, como si me la fuera preguntando. Ya quisiera que no fuera un empeño, Lucho, que tuviera al fin tu ron y tu cazalla para “ordenar las pasiones”, que me fuera viniendo más despacio –entre cuento y cuento- algo que me la hiciera entender y me proporcionara gratuitamente la calma que ya no tengo. Tú lo explicas, que a partir de los cincuenta, dejamos en cuarentena los amores y “los amigos no mueren así no más; se nos mueren”.

A mí me pasa con los cincuenta ya cumplidos que quisiera saber cómo mudarme de piel, ni preguntar por los amigos, saber de una vez que el presente sólo tiene presente, ése que no sabemos vivir bien porque nos empastamos en los recuerdos o en el miedo al porvenir. Pero el presente tiene una segunda epifanía en la vejez. Ya dijeron los filósofos que el hombre es un ser de lejanías, hacemos proyectos desde el pasado o memoria de futuro. Tanto da, es lo mismo.

A mí lo que me pasa es que más que pesarme el tiempo, me pesa el sentimiento, mire por donde mire, y eso es por lo que sufrimos, por lo que caemos en la manía de lo mismo. Y me defiendo con los códigos de la seducción entre palabras, que hay quién los tiene y quién no. No me quedan como a Lucho en sus cuentos, botellas para bien hablarlas, quizá prefiera, como él dice, ese silencio que siempre tiene el vino, casi sin el vino.

Ya estamos en lo mismo: procurar quienes me leáis hacerlo más despacio y a ser posible sentiros alguien aludida. Necesito que las pocas palabras bien sencillas se vuelvan obscenas –la obscenidad es un detalle, una manera de estar cómodamente-. La desnudez debe ser un imprevisto, más que un intento; la caricia, quedarse un rato más hasta si hace falta mentir con ella; lo demás una disposición inaudita para el tacto, pedirle que no piense.

Pero del todo, del todo no es lo de siempre. Será cada vez lo que tenga y lo que me falte: ahora llevo varias noches sin dormir -sin la obligación de hacerlo pero con el nerviosismo de no poder hacerlo. Quiero poder volver a dormir como dormía de niño, libre, contento y sin pensar en el día siguiente, sin miedo, sin saber si lo hago de lado o boca abajo. Quiero otra vez el cansancio y la lujuria de la cama, sin respeto ni maneras.

Quiero escribir, ya que descaro no me falta, de lo que tengo más cerca: por qué mi hermano es más mi hermano ahora que lo ha sido jamás; por qué una mujer a mi lado sabe cualquier cosa cuando no puedo cerrar los ojos sin tener que preguntarlo; por qué la vida más propia, más exigente, puede ser una soledad con forma de estado de ánimo, urgente sin ser perfecta.

Y necesito sobre todo explicar más que el miedo a la muerte, el temor que se me acabe el tenerle miedo. Todo por “la jodida costumbre de vivir” que me ha contado Lucho Sepúlveda como hizo hace pocas noches en Asturias, “con sus amigos y amigas que le devolvieron la tierra bajo los pies”, y para que no me preocupara “quitándose los restos de tristeza con la manga”.

A mí aún me quedan, Lucho, a mí aún me quedan.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Queridísimo Fran, no sabes cómo te entiendo. Estamos en una edad en la que queremos por encima de todo ser feliz, cada día. Vivir la pasión que mata, vivir entre las cosas, mientras el tiempo va pasando, saber elegir las que valen una vida, las palabras de ida y vuelta entre los poemas. Tienes totalmente razón, siempre pensamos en el ayer, o en el mañana, descuidando el día de hoy. Habrá que aderezar el presente con unas gotas de pasión y de lujuria para que se despierten los sentidos, para hacernos vibrar, para soñar entre manos...

Para sentirse en un abrazo,

María

Anónimo dijo...

Sigo leyéndolo, aunque tenga pocas palabras para dejárselas aquí, leo todas las suyas.

Gracias por escribir.

J.María

Fran dijo...

Tú me entiendes y yo te entiendo, María. Hay bastante con ser felices algunos momentos -no da para más-.

Vive, vive el hoy hasta llegar al final de la atroz lujuria que alimenta los sentidos. Hasta que vibres, hasta el fondo de tus sueños.

Abrazado quedo

Fran dijo...

J.María, que me leas es una satisfacción. Con eso contigo tengo bastante.

Y las gracias a ti.

Anónimo dijo...

Querido Fran, quién pudiera disponer de la dichosa lamparita jeje pero seguro que sería más aburrido, me agrada la lucha y comprobar los resultados.
La vida en sí, ya es un cuento, quedo Fran, no permitamos que a nuestra edad, reposen, ni los amores ni los amigos, me agrada guerrear contra el tiempo y las normas. Los filósofos también se pueden equivocar.
Hasta del vino hemos de aprender, querido Fran, a esta edad nos pesan hasta los sentimientos, deberían ayudarnos pero a veces nos pueden, nos agotan, se seductor no hablemos, creo que tiene la patente en caja fuerte jaja querido Fran, aludida claro que nos sentimos pero como encontrar respuesta a un viejo zorro? Palabra con mi mayor respeto, claro.
Leo sus textos dos veces y no me canso pero no me es fácil encontrar la respuesta adecuada, la que mereces, el sueño es caprichoso como nosotros pero si nos paramos a escucharlo, siempre tienen una razón, volverá ese sueño Fran, unos días y volverá.
Necesitas esa soledad, Fran, esa que siempre le acompaña y nos recuerdas, uffffff que si le queda, le queda mucho y nosotros pedimos poder seguir leyendo y aprendiendo de esa saco sin fondo.
Un besote con su permiso y mi cariño siempre
Ley.

Fran dijo...

La lamparita, los cuentos que acabo de leer de Lucho Sepúlveda, que ya un poco me los anticipó -ese chileno, nacionalizado alemán y casado dos veces con la misma mujer- una noche en Asturias, cenando hasta que la madrugada. fue terminando las botellas bien habladas por él y por su mujer poeta.

A mí, Ley, se me cae más que la edad los sentimientos, ¿sabes cómo?: como una falda desabrochada de mujer. ¡Qué amorle tengo a las metáforas!

Me encantaría mientras tanto seducirte, como un viejo zorro según dices, las veces que hiciera falta para cumplir el rito de "la jodida costumbre de vivir".

Ya sabes algo de un viaje de este verano.

Mi beso

Anónimo dijo...

No creo Lucho, entre botella y botella despertara tus pasiones, la calma no es posible cuando uno despierta del q creiamos un letargo y te aseguro q no lo ès.
Quien piensa en ello, cuando con tus letras bas dando paso a unos sueños.... entre mujeres y compartes lo q es tu vida alli donde estès, eres el seductor de los escritos y con el corazòn no dejamos de compartir y sentir aunq en la noche nos caiga esa bata de seda salvaje....como fruta madura....haciendo participe a la soledad del crujir en su tacto.
El sueño nos desvela y solo nos queda levantarse, tomar un tè caliente y regresar a la cama para seguir descubriendo q hay entre tacto y tacto, entre caricias y
besos, sentidos muy distinto, pero deseosa q lleguen en esos ratos q creemos de soledad y dejaria de serlo.
Vivimos, y quièn lo duda?cuando tan solo el respirar nos da paso a emociones llenas de color, con los deseos arrastras y apostando por otro encuentro.
Besos maria dolores.

Anónimo dijo...

Quièn se preocupa de los 50, si ya hasta perdi la cuenta.... y ni falta, ni ganas de mirar tan atras, la vista no me alcanza.Cuando hay un presente q no nos deja retroceder ni abanzar a pasos agigantados , disfrutando las 24 horas con o sin recuerdos, la compañia se intenta pero te avisa, cuesta màs de un tropiezo y para q usar gafas si tiene unas manos q pueden transmitir, no solo lo q en esos momentos.... màs de una vez torpes no sabèn. Yo pienso q las yemas de los dedos persisten en descubrir q hay al alcànce y con la suavidad de esas ganas de vivir, y al mismo tiempo ocultar q perciben.
Besos maria dolores.

Fran dijo...

Lucho, María Dolores, había despertado con sus escritos muchas pasiones entre botellas bien habladas.

Aquella noche frente a él y con buena compañía yo iba volviendo a mis letras que cuando las ofrezco, no lo dudes, pongo la mayor pasión en ellas. No hay más secreto: vaciarse y acariciar cada vez más cerca para que como dices, caiga esa bata de seda salvaje como fruta yo diría de otro tiempo.

¡Ay, María Dolores!, los tactos tiene un misterio cada vez distinto. Y los besos, mi querida dama llegan a distinto puerto.

Déjame el tuyo para saber mejor de emociones.

Besos de esos, de Fran

Fran dijo...

Perdimos la cuenta y mirar atrás yo tampoco miro. Hay que hacer eso, llenarse las 24 horas del día, alargando las manos donde debes.

Porque sí, efectivamente hay alcance y ganas de vivir abrazando, sintiendo.

Besos de Fran